¿La opción del teletrabajo para las mujeres está siendo voluntaria y libre, o es producto de la desigualdad en los cuidados? Con motivo del Día Internacional de la Mujer, hablamos con las organizaciones sindicales de CCOO y UGT, así como con el Colegio Oficial de Psicología, para comprender mejor esta nueva fórmula de trabajo que ha llegado para quedarse tras el coronavirus
Hace casi tres años que un virus nos cambió la vida y no sólo a nivel de salud, ya que este puso en jaque cada una de las esferas de la sociedad. Tal es así, que supuso un antes y un después en la forma en la que entendemos el trabajo. De un día para otro, miles de empresas tuvieron que cerrar sus puertas y los “no esenciales” se vieron obligados a volver a casa.
Fue entonces cuando empezamos a relacionarnos con el concepto teletrabajo y, casi sin darnos tiempo a digerirlo, improvisamos la oficina en casa. Al principio, la idea parecía romántica, ya que eso significaba ahorrarnos el tiempo y el dinero de ir y venir del trabajo. Además, incluso podíamos levantarnos de vez en cuando de la silla para ir haciendo distintas cosas a la vez, como poner una lavadora y tenderla, darles una vuelta a las lentejas para que no se pegaran o ponerle deberes a los niños y niñas para mantenerlos en forma. Y todo eso sin quitarse de encima el placentero pijama de franela, aunque de cintura para abajo para quien tenía videoconferencias.
Hasta aquí todo parecía un buen plan y había quienes no querían que la pandemia terminara y que pusiera fin a este sistema de producción. El concepto de teletrabajo iba de la mano de la flexibilidad y todo apuntaba a un buen formato para hacer efectiva la corresponsabilidad y la conciliación laboral y familiar. Pero, ¿estaba siendo algo voluntario y reversible?, ¿elegían en igualdad esta opción tanto hombres como mujeres?
Con la desescalada hemos visto cómo ha ido evolucionando este modelo que ha llegado para quedarse. Hay quienes regresaron a las fábricas y oficinas de forma sistémica, quienes lo hicieron parcialmente, pudiendo trabajar unos días desde casa y otros desde la oficina, y la fórmula atractiva que ahora entendemos como trabajo “en remoto”.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, desde El Foro de Ceuta hemos querido hablar con las organizaciones sindicales de CCOO y UGT, así como con el Colegio Oficial de Psicología, con el fin de que pudieran responder a algunos de estos interrogantes.
La secretaría de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo de CCOO en Ceuta, Yolanda Díaz, considera que el teletrabajo es una buena herramienta de trabajo “siempre y cuando esté asociada a la flexibilidad, sea voluntaria y reversible y permita la autogestión del tiempo para las personas que trabajan y la desconexión digital”. Para Díaz, el problema surge cuando se convierte en “una medida feminizada que se usa para la conciliación, de manera que tiene consecuencias económicas para las mujeres y se usa de manera distinta por los hombres”. Asimismo, la secretaria de Igualdad recomienda “estar pendientes” con esta cuestión ya que podría derivar en que las mujeres “finalmente se queden aisladas y fuera de los espacios de decisión y de poder”.
Otras de las dudas que surgen sobre el teletrabajo es si este ha supuesto una pérdida en las relaciones sindicales en las empresas. Desde CCOO admiten que, con la llegada de la pandemia, esta se vio “notablemente afectada” ya que la relación laboral se desarrollaba en los centros de trabajo. Sin embargo, celebra que este ha sabido “reinventarse a contrarreloj”.
En esto coincide el secretario general de UGT, Juan Carlos Pérez, que asegura que las plataformas digitales han ayudado a que las relaciones sindicales hayan evolucionado con el trabajo sin perder el vínculo. Pérez defiende que el teletrabajo “no ha devuelto a las mujeres al hogar”, argumentando que “en UGT tenemos a más hombres que mujeres teletrabajando”. Además, añade que “no es una cuestión de sexo, sino de circunstancias especiales de la familia”. Por otro lado, explica que los cuidados del hogar no sólo se centran en la custodia de menores, sino también de mayores. “Si el teletrabajo fuera producto de la desigualdad entre hombres y mujeres, desde UGT no lo consentiríamos”, remarca el sindicalista.
La decana del Colegio Oficial de Psicología de Ceuta, Lola Escalante, habla del aumento de la brecha de género laboral, “fruto del impacto negativo desproporcionado” de la pandemia del coronavirus sobre las mujeres y sus oportunidades de empleo. Por otro lado, Escalante también reconoce que la preferencia por el teletrabajo ha tenido un “impacto diferencial entre hombres y mujeres”, siendo ellas quienes más “lo eligen”, lo que ha desembocado en que sigan “atendiendo a su vez a los requerimientos de su empleo y dificultando la conciliación entre su vida laboral y familiar”.
El catedrático e investigador, Octavio Salazar, en una entrevista a El Diario, defiende que el teletrabajo sería la mejor fórmula para favorecer un reparto más equitativo de las responsabilidades si “partiéramos de una situación de igualdad de oportunidades y de cómo nos situamos hombres y mujeres en el mercado laboral y en la corresponsabilidad”. Pero más allá de la teoría, el escritor admite que existe una “tremenda asimetría” entre ambas realidades, ya que “no hay separación entre el espacio de trabajo y el espacio de vida”. Salazar mostraba su preocupación con este modelo de trabajo para las mujeres, ya que “quedarse en casa supone verse condenada de nuevo al espacio privado, a no ser visible en lo público y no poder interrelacionarse y tener presencia”.
El teletrabajo es un ejemplo de que antes de que exista libertad para decidir, todos los agentes deberían de jugar con las mismas condiciones laborales, así como derechos fundamentales. Para que la mujer pueda optar por el teletrabajo de manera voluntaria y reversible, para que lo hagan en igualdad sin tener en cuenta los roles que tradicionalmente se han asignado a hombres y mujeres.