Hasta este centro comercial que se encuentra a unos 10 minutos del paso fronterizo de Medyka llegan al día más de 5.000 personas, según las cifras que ofrecen los militares que se encuentran allí. Se trata de un centro oficial de refugiados dependiente del Ayuntamiento de Przemyśl y en el que se encuentran diferentes organizaciones oficiales que prestan soporte a las autoridades. El centro comercial se encontraba cerrado y su dueño decidió cederlo al Ayuntamiento, según nos explica un voluntario que viste con chaleco amarillo y que nos impide entrar con las cámaras a las zonas de descanso de las refugiadas
El mismo escenario, pero en una ubicación diferente, nuevamente se puede comprobar el éxodo de las mujeres ucranianas que cargan con la responsabilidad de cuidar a sus hijos e hijas menores de 16 años, los mayores de esta edad y hasta los 60 deben quedarse obligatoriamente en el país para formar parte del ejército, y con las personas mayores.
Estamos en un antiguo centro comercial a las afueras de Przemyśl que se ha convertido en punto neurálgico de la ayuda a las refugiadas ucranianas que huyen de la invasión rusa que empezó el pasado 24 de febrero. Las últimas cifras de ACNUR (del 11 de marzo) indican que han salido de Ucrania 2.597.543 personas, llegando directamente a Polonia 1.575.703 personas, de las cuales, la mayoría son mujeres, niños y niñas; los pocos hombres ucranianos que se pueden ver tienen perfiles muy concretos: hombres mayores de 60 años, que tienen familia numerosa (más de tres hijos), o aquellos que tienen alguna discapacidad.
Este antiguo supermercado Tesco ha reconvertido sus tiendas en salas de estar donde las personas que huyen de la guerra pueden descansar, asearse y buscar ayuda gracias a las organizaciones que se han establecido allí. Una de ellas es la Fundación valenciana Juntos por la Vida, que ha desplegado un ejército solidario de voluntarias para poder organizar la acogida de familias ucranianas en Alicante y Valencia. «Llevamos haciendo esto más de 25 años, desde la catástrofe de Chernobil, por lo que tenemos experiencia y muchas familias que han pasado muchos filtros para el acogimiento de las personas que están llegando desesperadas», nos explica la portavoz de la organización, Llanos García, dentro del Centro Comercial, donde no podemos sacar las cámaras para proteger la intimidad de las personas que llegan allí exhaustas.
Mucho trajín de personas voluntarias que se mezclan con la prensa y las personas refugiadas, una locura totalmente organizada con presencia del ejército polaco, policía, ambulancias y bomberos. Todo perfectamente regulado para que quienes desean echar una mano sepan que deben dirigirse a las organizaciones para ofrecerse. También a la entrada hay unos mostradores para que las personas que ofrecen sus vehículos para el traslado de familias puedan hacerlo, aunque Llanos García nos advierte que desde su organización desaconsejan tajantemente que ninguna mujer, sola o acompañada de su familia, se suban a vehículos que no sean de organizaciones oficiales, «hemos tenido constancia de intentos de violaciones y varios sustos que se han llevado algunas refugiadas».
Anna, una refugiada ucraniana que viaja junto a su hijo y su madre nos muestra su pasaporte ucraniano y la pulsera verde que le permite subir a uno de los autobuses que parte desde este centro comercial hasta la República Checa, donde les espera su familia.
Y es que, las mafias de tráfico de personas están completamente activas y movilizadas para la captación de mujeres en situación de extrema vulnerabilidad, como la que se está viviendo en estos momentos, donde hay una gran movilización de personas voluntarias independientes ofreciendo toda clase de ayuda, lo que permite a las mafias camuflarse entre la buena voluntad de las personas.
Fuera del centro comercial, en lo que era el aparcamiento, se puede observar un gran despliegue de carpas de organizaciones polacas y de otros países europeos, que ofrecen comidas y bebidas calientes, ropa y hogueras para calentarse.
Si te paras frente a la puerta de este campo de refugiados durante algunos minutos, se puede contemplar cómo llegan los autobuses cargados de refugiadas, algunas han pasado a pie la frontera de Medyka y se han subido a los autocares que se organizan para el traslado hasta este punto o hasta la estación de Przemyśl, pero otros tantos vienen directamente desde Ucrania. De ellos se bajan miradas perdidas, rostros cansados y cuerpos que parecen caminar solos arrastrando las pocas maletas que han podido sacar de sus hogares.
Todavía dentro del centro comercial, a refugio del viento gélido que hay fuera, en una oficina improvisada que luce una bandera española, «para que la gente que quiera ir a nuestro país sepa a dónde dirigirse», nos explica Llanos junto a su compañera ucraniana, seguimos charlando fuera de las cámaras con la responsable: «La mayoría no quiere ir a países lejanos», asegura García, «prefieren quedarse cerca, porque confían en que la guerra acabará pronto, y desean estar cerca de sus casas».
Su organización, Juntos por la Vida, tiene fuertes lazos con Ucrania tras más de 25 años gestionando el acogimiento familiar en España de niños y niñas vulnerables durante los periodos vacacionales. García nos explica que en la ciudad de Lviv tienen otro grupo de voluntarias que se encargan de recoger a las familias de los niños y niñas acogidos ya por su organización, «los sacamos desde Lviv directamente hasta este centro comercial, tenemos muchas familias muy vulnerables, cuyos hijos eran acogidos en los periodos vacacionales por familias españolas, lo que estamos haciendo ahora es coordinar el acogimiento de toda la familia ucraniana en sus familias españolas», aunque también gestionan acogimientos de hogares que no tienen lazos previos en nuestro país.
Sobre el acogimiento de familias, nos explica que se debe hacer por los cauces oficiales acudiendo a fundaciones u organizaciones que se dediquen a esto: «hay que presentar el certificado de antecedentes penales y el delitos de naturaleza sexual; no se le puede dar una familia a cualquiera, hay que hacer un seguimiento psicosocial y psicológico de estas personas que llegan completamente destrozadas y en shock«.
Llanos García calcula que su organización podrá trasladar hasta 500 personas desde que llegaron gracias a la colaboración de un empresario valenciano que ha puesto a su disposición 3 autobuses, así como a Air Nostrum, una aerolínea valencia que ha fletado un avión, «hasta ahora el único apoyo que tenemos es de particulares y donaciones como estas».
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