El Tribunal Supremo de España ha emitido una sentencia que marca un precedente importante en la regulación de la gestación subrogada en el país. La decisión se centra en la no aceptación de sentencias extranjeras que validan contratos de gestación subrogada, argumentando que estas prácticas son contrarias al orden público español.
La Sala Primera del Tribunal ha declarado que la gestación subrogada atenta contra la integridad moral de la mujer gestante y del niño, tratándolos como objetos de comercio. Este enfoque resalta la importancia de proteger la dignidad humana, un principio fundamental en la legislación española.
Además, el Tribunal ha señalado que la gestación subrogada puede comprometer la integridad física de la madre, quien podría ser sometida a tratamientos hormonales agresivos para lograr el embarazo. También se menciona la posible afectación a la integridad física y moral del menor, debido a la falta de control sobre la idoneidad de los padres de intención.
En un caso reciente, un tribunal estadounidense había ratificado un contrato de gestación subrogada mediante dos sentencias. La primera sentencia obligaba a la mujer gestante a entregar al niño inmediatamente después del parto, limitando su capacidad de decisión. Sin embargo, cuando los padres de intención buscaron el reconocimiento de esta sentencia en España, el juzgado español lo rechazó.
El juez español argumentó que el reconocimiento de tal sentencia constituiría un fraude de ley, incompatible con el ordenamiento jurídico español. Esta decisión fue confirmada por la Audiencia Provincial y posteriormente por el Tribunal Supremo.
El fallo del Supremo busca proteger el interés superior del menor y salvaguardar los derechos fundamentales de las madres gestantes. La sentencia también pretende evitar que las agencias de intermediación en gestación subrogada comercial puedan asegurar a sus clientes el reconocimiento automático de la filiación en España.
En conclusión, el Tribunal Supremo de España ha dejado claro que la gestación subrogada, tal como se practica en algunos países, no es compatible con los principios legales y éticos del país. Esta decisión refuerza la protección de los derechos humanos y subraya la importancia de mantener la dignidad y el respeto hacia las mujeres y los niños involucrados en estos procesos.