Antonio Sempere
La Unión Europea (UE) se encuentra en uno de los momentos más críticos de su historia reciente. La pandemia de COVID-19, la invasión de Ucrania y el ascenso de la extrema derecha han sacudido sus cimientos, incrementando el euroescepticismo y la eurofobia. En este contexto, las elecciones europeas de 2024 se presentan como una oportunidad crucial para que los ciudadanos definan el futuro del continente.
Desde el día 6 y hasta el domingo 9 de junio, más de 370 millones de ciudadanos europeos están llamados a las urnas para votar por décima vez al Parlamento Europeo.
Estas elecciones no solo definirán el futuro de la Unión Europea, sino que también tendrán un impacto directo en la vida diaria de sus ciudadanos. Todos los actores políticos y sociales del continente animan a que la ciudadanía participe activamente en este proceso democrático, llamando a acudir a las urnas para influir en el futuro de Europa en un momento crítico de su historia.
En esta nueva legislatura, el Parlamento Europeo pasará de 705 a 720 escaños, y los pactos entre los distintos grupos parlamentarios condicionarán la formación de la nueva Comisión Europea que serán cruciales para determinar las políticas que guiarán a la UE en los próximos años. En España, las elecciones se celebrarán mañana, domingo 9 de junio, y estarán reguladas por la ley electoral española.
La Unión Europea: una mirada a sus cimientos
Para conocer cómo se fraguaron los cimientos de lo que hoy conocemos como la Unión Europea, hay que retroceder en el tiempo hasta la presentación de la Carta Fundacional.
La Carta Fundacional de la Unión Europea, también conocida como el Tratado de Roma, se firmó en 1957, estableciendo la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM). Este tratado fue el primer
paso hacia la integración económica y política de Europa, sentando las bases para una cooperación más estrecha entre los Estados miembros. Los principios fundamentales de la Carta Fundacional incluyen la promoción de la paz, la estabilidad y la prosperidad económica. También destaca la importancia de los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho. Estos valores son esenciales para la cohesión y el funcionamiento de la Unión Europea.
Impacto de la pertenencia a la UE en la vida de los ciudadanos
Pertenecer a la Unión Europea afecta significativamente la vida de los ciudadanos de un estado miembro en diversos aspectos. En el ámbito económico, los ciudadanos se benefician del acceso a un mercado único que permite la libre circulación de bienes,
servicios, capitales y personas. Esto facilita el comercio, reduce los costos y aumenta las oportunidades de empleo. En los países que adoptan el euro, hay una mayor estabilidad económica y se eliminan gastos de cambio de divisas, lo que facilita los viajes y el comercio entre los países miembros. Además, los ciudadanos se benefician de los fondos estructurales y de cohesión que la UE destina a desarrollar regiones menos desarrolladas, mejorando infraestructuras y servicios. En Ceuta los fondos FEDER han cambiado completamente la imagen de la ciudad con grandes inversiones que han logrado crear y desarrollar inversiones para el crecimiento económico y social de la ciudad autónoma.
Uno de los mayores logros de la Unión Europea es la creación del mercado único, que permite la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas entre los Estados miembros. Esto ha facilitado el comercio y ha contribuido al crecimiento económico de Europa. La introducción del euro ha sido otro hito importante, proporcionando una moneda única que ha simplificado el comercio y las transacciones financieras entre los países miembros. Esto ha aumentado la estabilidad económica y ha facilitado el turismo y los negocios transfronterizos entre los Estados.
En el contexto social y cultural, los ciudadanos pueden vivir, trabajar y estudiar en cualquier país de la UE sin necesidad de visados o permisos especiales. Programas como Erasmus+ permiten a los estudiantes y profesionales formarse y adquirir
experiencia en otros países europeos. Los derechos sociales también se han visto mejorados, con normas de trabajo más justas, igualdad de género, protección del consumidor y acceso a servicios de salud en otros países miembros, a un paso de la sanidad universal.
En la política comunitaria, los ciudadanos con derecho a voto tienen la oportunidad de influir en la legislación de la UE a través de la Iniciativa Ciudadana Europea. La pertenencia a la UE garantiza la protección de los derechos humanos, el estado de derecho y las libertades fundamentales.
En términos de seguridad y justicia, la ciudadanía europea se beneficia de una mayor cooperación en asuntos policiales y judiciales entre los países miembros, facilitando la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo. La legislación de la UE, como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), garantiza una alta protección de los datos personales de los ciudadanos.
En el ámbito ambiental, las estrictas normas ambientales comunitarias buscan proteger el medio ambiente, mejorar la calidad del aire y del agua, y fomentar el uso de energías renovables. Bruselas lidera iniciativas globales para combatir el cambio climático, lo que contribuye a la sostenibilidad y protección del entorno natural.
La UE frente a las crisis: desde la recesión de 2008 hasta la pandemia de COVID-19, desafíos que han evidenciado desigualdades y fortalecido la resiliencia europea. La respuesta europea a la crisis de 2008 y la crisis del COVID-19 muestra claras diferencias en su enfoque y magnitud.
Durante la crisis financiera de 2008, la Unión Europea se enfrentó a un colapso bancario y a una crisis de deuda soberana que requirió medidas de austeridad y rescates financieros. Las respuestas principales incluyeron austeridad fiscal, rescates financieros y reformas estructurales. Los países afectados tuvieron que implementar medidas de austeridad, reduciendo el gasto público y aumentando los impuestos para estabilizar las finanzas. Además, se crearon el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera
(FEEF) y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) para rescatar a los países en crisis como Grecia, Irlanda y Portugal. También se promovieron reformas estructurales en los países afectados para mejorar la competitividad y reducir los desequilibrios
económicos.
Por otro lado, la respuesta a la pandemia de COVID-19 fue más coordinada y expansiva, abordando no solo la crisis sanitaria, sino también sus impactos económicos de manera integral. Se reconoció la necesidad de una acción conjunta debido al impacto global de la pandemia, con medidas para estabilizar la economía y mitigar los efectos a largo plazo. El Banco Central Europeo (BCE) implementó un amplio paquete de medidas, incluyendo la provisión de liquidez y la compra de activos (PEPP) para
mantener la estabilidad financiera y la oferta de crédito. Además, se creó el fondo «Next Generation EU» con una dotación de 750 mil millones de euros para apoyar la recuperación, financiado por la emisión de deuda supranacional. Las autoridades prudenciales adaptaron los marcos regulatorios y liberaron recursos operativos para las entidades bancarias, promoviendo una supervisión flexible para garantizar la continuidad del negocio.
Situación de las principales economías de la UE
España ha sido uno de los países más golpeados por la crisis económica derivada de la pandemia. Aunque lo peor de la pandemia ha quedado atrás y España camina rápidamente hacia la normalización de la actividad, la crisis ha golpeado de forma muy distinta a diferentes regiones y colectivos sociales. Con una tasa de desempleo del 13,3% en 2023, según el Instituto Nacional de Estadística, el país aún lucha por recuperarse. A pesar de los esfuerzos del gobierno para impulsar la economía a través de programas de estímulo y reformas laborales, la percepción general es que la recuperación es lenta. Las elecciones europeas son vistas como una oportunidad para reafirmar el compromiso de España con el proyecto europeo y buscar soluciones
conjuntas a los desafíos comunes.
Desde que Pedro Sánchez llegó al poder en 2018, la oposición del Partido Popular (PP) ha estado haciendo movimientos para deslegitimar la acción de su gobierno. En España, el arco parlamentario cuenta con un espacio muy reducido ante la confección
de mayorías que permita al PSOE llevar a cabo el programa electoral con el que se presentó. El PP ganó las elecciones del 23 de julio del año pasado, pero no obtuvo la mayoría necesaria para hacer a Núñez Feijóo presidente del gobierno con una
coalición con VOX, un partido ultraderechista, racista y xenófobo que tiene como principal objetivo destruir el actual sistema del bienestar y con un discurso radical en contra de las personas migrantes, los musulmanes y contra el feminismo.
Italia también ha enfrentado una grave crisis económica y política. La pandemia dejó al país con una deuda pública del 155% del PIB en 2023, según el Banco de Italia. La inestabilidad política, con cambios frecuentes de gobierno, ha complicado la implementación de políticas a largo plazo. Giorgia Meloni, primera ministra de Italia desde octubre de 2022 ha generado reacciones mixtas en el contexto europeo debido a sus orígenes y su retórica política. Sus opositores y muchos liberales en Europa la han
etiquetado como neofascista, en parte debido a que su partido, los Hermanos de Italia, tiene vínculos históricos con un grupo neofascista de la posguerra adoradores de Mussolini. Meloni es madrina policía de Santiago Abascal en España.
Antes de ganar las elecciones, el diferencial entre la deuda pública italiana y alemana se amplió, lo que reflejaba el temor de los mercados de que Meloni pudiera provocar
tensiones con Bruselas y desestabilizar el euro. Se temía que podría alinearse con líderes ultranacionalistas como Viktor Orbán en Hungría, la derecha nacionalista en Polonia y Marine Le Pen en Francia para desafiar a la Unión Europea.
Meloni ha mostrado un enfoque más pragmático y menos confrontativo hacia la UE de lo que se anticipaba. Aunque su retórica sigue siendo dura, especialmente en temas de inmigración, sus acciones han sido más moderadas. Ha evitado conflictos abiertos con Bruselas y ha mantenido un enfoque diplomático en las relaciones europeas. La líder italiana es conocida por su postura antiinmigración. Ha firmado acuerdos con Albania para gestionar la llegada de migrantes, con la implantación de centros de detención en suelo albanés gestionado por el gobierno italiano, lo que implica que muchos de ellos no lleguen a pisar suelo italiano. También está dotando de recursos a países del norte de África para controlar las salidas de personas que se dirigen a Italia en el Mediterráneo Central y ha legislado mediante decretos que los barcos de rescate humanitario que operan en la zona tengan más restringida la capacidad de salvar vidas humanas en el mar.
Esta política ha sido calificada por la oposición interna, algunos países socios europeos y las organizaciones humanitarias como inhumana y restrictiva. Además, su alianza con el húngaro, Viktor Orbán y la invitación de Marine Le Pen para formar un «supergrupo» de extrema derecha en la Eurocámara después de los comicios de mañana, han generado preocupación en los círculos progresistas. Orbán, que ha desafiado constantemente a la UE con sus políticas nacionalistas ultraconservadoras, apoya esta alianza, lo que podría fortalecer a las fuerzas de extrema derecha en Europa. Además es amigo de Putin lo que hace que muchos miembros de la UE desconfíen de las pretensiones del primer ministro de Hungría.
También Mateo Salvini, de la liga norte, y en el gobierno de Meloni, con su discurso y actuaciones genera preocupación sobre el futuro de Italia en la UE y su compromiso con los valores europeos. Salvini es otro conocido admirador de la Rusia de Putin.
Francia ha vivido un aumento de la polarización política, con el ascenso de movimientos populistas tanto de derecha como de izquierda. Según una encuesta de Ifop (nstitut français d’opinion publique) en 2023, un 35% de los franceses se declara escéptico sobre la pertenencia de Francia a la UE. La gestión de la crisis de COVID-19 y las protestas sociales han sido temas centrales en el debate político, y las elecciones europeas se presentan como una plataforma para que los ciudadanos expresen su visión sobre el papel de Francia en Europa.
Alemania, la mayor economía de la UE, ha mostrado resiliencia frente a las crisis recientes, pero no ha sido inmune a las dificultades. La inflación alcanzó el 4,9% en 2023, la tasa más alta en décadas, según el Destatis (Germany’s Federal Statistical
Office similar al INE español). A pesar de un crecimiento económico sostenido, las preocupaciones sobre la política migratoria y el medio ambiente han dominado el discurso público. Las elecciones europeas serán un momento clave para que los alemanes decidan sobre la dirección futura de la UE y el liderazgo que desean ver.
Polonia y Hungría han estado en el centro de la controversia dentro de la UE debido a sus políticas que desafían el estado de derecho y los valores democráticos. La Comisión Europea ha iniciado procedimientos de infracción contra ambos países por violaciones de los principios fundamentales de la UE. Sin embargo, ambos gobiernos han mantenido un fuerte apoyo interno, lo que complica las relaciones con Bruselas. Las elecciones europeas serán una prueba de la influencia de estos países y sus visiones alternativas dentro de la UE.
La UE ante retos históricos
La Unión Europea se enfrenta a retos sin precedentes: una guerra en Europa, una crisis climática que se exacerba, la posición de Europa en la estructura de poder global. Hay mucho en juego. Los comicios dirán mucho sobre el apoyo futuro a Ucrania, las dos
tareas interconectadas de la reforma y la ampliación de la UE, la implementación del Pacto Verde Europeo, el inicio de una nueva dinámica económica y la promoción de la cohesión social. Lo que salga de las urnas moldeará, y no menos importante, la imagen
que proyecta la ciudanía europea al mundo y el papel que desempeña en él. Lo más importante es que determinará el futuro de la democracia. Las encuestas actuales indican un aumento de partidos populistas de derecha, que están avivando temores y
agitando el sentimiento anti-Bruselas, pero que no ofrecen ninguna solución a los problemas en un momento en el que Europa necesita urgentemente ideas positivas y soluciones a largo plazo.
Además de los desafíos internos, la UE se enfrenta con graves crisis internacionales, como los problemas en Oriente Medio. No hay consensos en torno al reconocimiento del Estado Palestino entre sus miembros, y España ha liderado el bloque de países que creen que la estabilidad de la región está en el reconocimiento mutuo de los dos Estados. Los países con más presencia en las instituciones de Europa están en contraposición a aquellos que han apostado por el fin de la guerra y de las matanzas
de civiles por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Muchas voces claman por medidas contundentes contra el gobierno israelí, y la fiscalia de la Corte Penal Internacional ya se ha pronunciado para ordenar la detención de Netanyahu.
El peligro del discurso de la extrema derecha europea Para muchos analistas europeos, la extrema derecha pone en peligro la estabilidad del continente europeo por varias razones. El auge del nacionalismo amenaza con desintegrar la cohesión europea, promoviendo la separación y la desconfianza entre los Estados miembros. Esto va en contra del espíritu de unidad y cooperación que ha caracterizado a la Unión Europea desde su creación. Los partidos de extrema derecha promueven políticas de discriminación y odio hacia minorías étnicas y migrantes. Esto no solo socava los valores fundamentales de la UE, sino que también puede llevar a un aumento de la violencia y la inestabilidad social.
Muchas formaciones ultraderechistas abogan por la desregulación y la eliminación de protecciones sociales y laborales, lo que podría revertir décadas de progreso en estos ámbitos. El euroescepticismo promovido por la extrema derecha puede llevar a la
salida de más países de la UE, similar al Brexit, lo que desestabilizaría aún más la unión política y económica del continente.
En respuesta a la creciente presión migratoria, la UE ha adoptado el nuevo Pacto Europeo de Migración y Asilo, una medida que endurece significativamente las políticas migratorias europeas y que pone en duda el sistema de acogida de los países.
Este pacto busca mejorar la gestión de las fronteras exteriores, acelerar los procedimientos de asilo y fomentar el retorno de personas migrantes en situación irregular. Sin embargo, su enfoque restrictivo y la externalización del control migratorio a terceros países roza incumplimientos de los derechos básicos recogidos en la carta de fundación de la Unión. La Europa fortaleza entra en conflicto con la Europa de los derechos humanos. Grandes sumas de dinero van a parar a terceros países que no se reconocen por la transparencia en la gestión de fondos.
Algunos Estados miembros, como Italia y Alemania, han firmado pactos bilaterales con países del norte de África para controlar la migración en las zonas de tránsito. Estos acuerdos buscan que los países de origen y tránsito gestionen mejor los flujos migratorios y contengan a los migrantes antes de que lleguen a las fronteras europeas.
Este enfoque es controvertido, ya que muchas organizaciones de derechos humanos argumentan que se están externalizando las responsabilidades y que las condiciones en estos países no siempre garantizan la protección de los derechos de los migrantes.
Entornos de desigualdad
En España, la desigualdad ha aumentado, pero las transferencias públicas llegadas
desde la Comisión Europea han logrado compensar el 80% de ese aumento. Durante
los primeros meses de la pandemia, la desigualdad de renta antes de la llegada de las
ayudas aumentó significativamente, pero las medidas públicas adoptadas han logrado
estabilizar la situación.
Los jóvenes y los trabajadores temporales han sido los principales perdedores de esta crisis. Durante lo peores momentos de la crisis, se perdió casi el 25% de todo el empleo temporal en España, mientras que el empleo indefinido apenas sufrió cambios.
Las mujeres también han sido más perjudicadas, con una mayor incidencia en el desempleo y en los ERTEs. Los sectores más afectados por la pandemia fueron aquellos con una mayor proporción de trabajadoras, y las mujeres dedicaron más tiempo al
cuidado de los hijos durante los confinamientos, lo que ha afectado su participación en el mercado laboral.
La politización de la UE
La UE se ha convertido en objeto de debate público. Y cada crisis desencadenó nuevas oleadas de politización, oleadas que también fueron instrumentalizadas por partidos euroescépticos y nacionalista-populistas para movilizar a la gente contra la UE. Sin embargo, a menudo se pasa por alto, o no se menciona deliberadamente, que, si bien se han delegado cada vez más funciones a la UE y aunque ahora tiene mucha autoridad para tomar decisiones, a menudo carece de los recursos materiales y
financieros para aplicar políticas eficaces de respuesta a las crisis. Sin los gobiernos de los Estados miembros, no habría mecanismo de estabilidad del euro, ni fondos de ayuda para paliar los daños por el coronavirus, ni apoyo financiero para el envío de armas a Ucrania, ni mecanismo de solidaridad para la distribución de refugiados dentro de la UE.
Aunque la UE es una potencia económica importante, tiene poco peso como actor de política de seguridad en el escenario internacional. La guerra en Oriente Medio está poniendo de relieve lo difícil que está pasando la UE para hablar con una sola voz.
Pocos gobiernos de los 27 han respondido para rechazar las matanzas indiscriminadas de civiles en Gaza. Por el contrario, cuando la Comisión de la UE aborda cuestiones económicas y de comercio exterior, habla en nombre de los 27 estados miembros.
Grandes retos por delante
Hay grandes retos por delante. Internamente, existe la propia capacidad de la UE para resolver problemas. Los Estados miembros deben dotar a la UE de las capacidades para responder mejor y más activamente a las crisis. Esto implica aumentar sus recursos materiales y financieros. La segunda cuestión es la política exterior.
Especialmente en el nuevo entorno geopolítico en el que Estados Unidos mira más hacia adentro, la UE tendrá que cerrar filas mucho más estrechamente si quiere ejercer alguna influencia en política exterior en el mundo que la rodea.
Ucrania es un excelente ejemplo: por sí sola, la UE parece incapaz de hacer lo necesario para que Ucrania pueda hacer frente a la invasión rusa. Si la UE aspira a desempeñar un papel influyente en la política de seguridad, debe poder pensar en su propia política de seguridad y defensa al margen de Estados Unidos. Y necesita encontrar respuestas rápidamente. Si no lo hace, la UE tendrá dificultades para afrontar los desafíos de las grandes potencias emergentes, como China, y de las potencias revisionistas, como Rusia.
Amenazas externas
Por un lado, debemos discutir hasta qué punto el principio de unanimidad, que impide a la UE responder rápida y resueltamente a las amenazas externas, puede flexibilizarse en el contexto de la política exterior y de seguridad. Al mismo tiempo, los Estados
miembros de la UE deben aprovechar mejor la posibilidad existente de integración diferenciada. En otras palabras, para hacer avanzar la integración en determinadas cuestiones, no siempre es necesario que todos los Estados avancen al mismo ritmo o
bloqueen a aquellos que quieran avanzar.
La integración europea comenzó con seis países. Hoy, la UE tiene 27. Muchos países de la región de los Balcanes occidentales quieren unirse, al igual que Ucrania y Moldavia.
La UE debe tener claro cómo puede seguir siendo lo suficientemente ágil para actuar dentro de sus estructuras existentes si tiene 30 o más miembros. Incluso cuando es posible adoptar decisiones por mayoría cualificada, a menudo resulta difícil lograrlas. Y
cuando se requiere unanimidad, como en la política exterior y de seguridad, se vuelve aún más difícil. Europa no quiere más “Brexit”.El conflicto de Kosovo donde la politica europea participa de interlocutor entre los gobiernos de Belgrado y Pristina.
Recordemos que la región balcánica está en continua tensión entre la mayoría albanesa y los serbios étnicos. La declaración unilateral de independencia de Kosovo en 2008 sigue siendo una herida abierta para el pueblo serbio, aunque la reciente
creación de la Republica de Kosovo no sea reconocida por el cien por cien de los Estados miembros de la UE, goza de una sobreprotección a favor de los albaneses que Belgrado tacha de agravio en contra de su soberanía. Aunque Serbia ahora se abra más a la integración en la UE.
Garantía y protección de las elecciones al Parlamento Europeo
Garantizar las elecciones parlamentarias y llevarlas a cabo de forma segura es sumamente importante para nuestra democracia. La neutralidad jurídicamente vinculante de los órganos electorales y el principio de elecciones abiertas, garantizado constitucionalmente, son condiciones fundamentales para garantizar la confianza pública en la organización de las elecciones y la aceptación de los resultados electorales. Todos los pasos clave del proceso electoral están sujetos a escrutinio público.
Las elecciones son el corazón mismo de la democracia, lo que significa que merecen una protección especial. Por encima de todo, las elecciones deben estar protegidas de la interferencia extranjera. Las elecciones suelen ser un catalizador para mayores
niveles de actividad ilegítima por parte de gobiernos extranjeros, porque avivar el miedo y difundir el odio puede contribuir a la polarización de la sociedad, influyendo en los hábitos de voto. Algunos estados, a menudo con gobiernos autocráticos, hacen
intentos específicos de cuestionar la legitimidad de nuestras elecciones para debilitar la confianza de los ciudadanos en los procesos e instituciones democráticos. Debemos hacer un esfuerzo decidido para contrarrestar estas amenazas.
Amenazas híbridas y desinformación
El término «amenaza híbrida» cubre una variedad de tácticas desplegadas por gobiernos extranjeros para ejercer influencia ilegítima sobre otros estados. Mediante el despliegue coordinado de una serie de instrumentos como la desinformación y los
ciberataques, a veces ejecutados por actores no estatales, estos gobiernos extranjer
intentan impulsar sus propios objetivos, ya sea abierta o encubiertamente, en contra de nuestros intereses y valores. Su objetivo es debilitar y desestabilizar nuestra democracia. Los instrumentos utilizados incluyen desinformación, ataques cibernéticos
a agencias gubernamentales y empresas, espionaje, interferencia económica, por ejemplo mediante inversiones selectivas en industrias clave, y sabotaje de infraestructura crítica.
Las amenazas híbridas afectan a todos los niveles de la esfera política y a la sociedad en general. Pueden combinar una variedad de medios, como diplomáticos, militares, económicos o tecnológicos, para lograr una campaña coordinada. En algunos casos,
resulta difícil identificar incidentes individuales como parte de una campaña más amplia y, por tanto, actuar en consecuencia.
La desinformación es información falsa o engañosa que se distribuye intencionalmente. Esto la distingue de la información falsa o engañosa que surge y se
comparte por error o sin intención de engañar. Los distribuidores de desinformación pretenden deliberadamente engañar a los destinatarios e inducirlos a seguir difundiendo información falsa y engañosa. Los actores no estatales en Alemania y en el extranjero, así como los actores estatales extranjeros, utilizan la desinformación por diversas razones.
Si un gobierno extranjero difunde desinformación con la intención de ejercer influencia ilegítima en otro país (o alianza de países), esto constituye una amenaza híbrida. La intención de tales acciones es influir en la opinión pública, ocultar y distraer la atención de las propias actividades del Estado, intensificar la naturaleza emocional de debates controvertidos, aumentar las tensiones en la sociedad y/o socavar la confianza en las instituciones y acciones del gobierno, con el objetivo de reforzar la propia posición del Estado extranjero y perseguir sus propios intereses.
Las redes digitales globales facilitan que los gobiernos extranjeros difundan rápidamente desinformación dirigida a objetivos precisos. Por ejemplo, la información puede manipularse o sacarse de contexto por motivos políticos, con el fin de influir en el debate público. La forma en que operan los servicios de redes sociales para permitir que la información se comparta y distribuya fácilmente también permite que información falsa y engañosa se propague muy rápidamente y llegue a una gran audiencia.
La manipulación y la interferencia de la información extranjera representan un problema particular. En las campañas orquestadas por el gobierno y basadas en Internet, numerosos agentes trabajan de manera coordinada para plantar y difundir la misma información falsa a través de una variedad de canales. En dichas campañas se utilizan medios técnicos para inducir artificialmente una cobertura adicional y simular credibilidad. Por ejemplo, se pueden copiar ilegalmente sitios web de periódicos, crear cuentas falsas en plataformas de redes sociales y utilizar robots para la difusión automatizada de contenidos y la manipulación de algoritmos de recomendación.
Además, la inteligencia artificial hace que sea razonablemente sencillo crear grabaciones de sonido, imágenes y vídeos falsos (conocidos como “deepfakes”) que hacen que los políticos parezcan decir cosas que nunca han dicho, por ejemplo. Esta es otra forma en que los gobiernos extranjeros influyen en nuestro discurso político utilizando información manipulada.
La importancia del voto de mañana
Las elecciones europeas de mañana son cruciales para definir el rumbo político y económico de la Unión Europea en los próximos cinco años. En un contexto de desafíos pasados pero en recuperación, como la pandemia de COVID-19, las tensiones
migratorias y la creciente influencia de la extrema derecha, el voto de los ciudadanos es fundamental para asegurar una representación que refleje sus intereses y valores en el Parlamento Europeo. La participación de los ceutíes es especialmente
significativa, dado su papel en la frontera sur de Europa y su implicación directa en cómo quieren afrontar nuestra condición de ciudadanos europeos de primera clase, y que se garanticen políticas migratorias acordes a los derechos humanos y una seguridad reforzada frente a amenazas externas.