Dos días después de recibir abucheos a su llegada al Comité Federal del PSOE, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, continúa intensificando sus críticas internas al partido. Lejos de suavizar su postura tras el tenso episodio, Page ha seguido pronunciándose de forma crítica, alimentando el malestar dentro de las filas socialistas.
Su actitud ha sido interpretada por algunos sectores como una muestra de disidencia frente a la dirección del PSOE, mientras que desde la oposición —especialmente en el Partido Popular— se aplauden sus declaraciones, considerándolo casi un “aliado involuntario”. La actitud del líder manchego ha generado un debate sobre la cohesión interna del partido en un momento especialmente delicado para el socialismo español.
García-Page, que ha mantenido en varias ocasiones posiciones alejadas del núcleo duro de Ferraz, se ha convertido así en una figura polémica dentro del PSOE, mientras gana simpatías fuera de él, especialmente entre los votantes más críticos con la estrategia actual del Gobierno central.
