Edith Rivas, Laura Buades y Cristina (nombre ficticio) son algunos de los nombres de las mujeres empresarias de ayer y hoy en nuestra ciudad. Emprender no ha sido fácil para ellas, ya que han tenido que desprenderse de numerosos tópicos y estereotipos, así como de otros roles de género que les han sido asignados solo por el hecho de ser mujer
Emprender en clave femenina sigue siendo todo un desafío en nuestra sociedad. No basta solo con tener una idea de negocio, sino que es necesario disponer de un entorno favorable para poder hacerlo realidad. ¿La meta? la independencia económica. Sin embargo, son numerosos los obstáculos que las mujeres se encuentran a lo largo del camino. El precio a su libertad ha sido, en ocasiones, muy alto, y les ha costado desprenderse de infinidad de tópicos y estereotipos, así como de otros roles de género que les han sido asignados solo por el hecho de ser mujer.
Ya de por sí, es complicado para una mujer salir de la esfera privada, como es el hogar, a la esfera pública, en calidad de asalariada. «¿Podrás con la casa y el trabajo»?, es una de las preguntas con las que se han cuestionado a aquellas mujeres que buscaban esa independencia económica, y que han hecho que tuvieran que pensárselo en inifinitas ocasiones, llegando incluso a desistir en su idea al asumir que tendrían doble jornada laboral. A lo que hay que sumar la brecha salarial entre lo que cobran los hombres y lo que cobran las mujeres por un mismo trabajo desempeñado. Asimismo, emprender un negocio se convertiría en toda una odisea en la que habría que gestionar, prácticamente, dos empresas.
¿El tratamiento frente a esta enfermedad? Favorecer la conciliación laboral y familiar de forma estructural con políticas de igualdad, desde las administraciones y a través de las empresas públicas y privadas, para que las mujeres no tengan que elegir entre su desarrollo profesional y su vida privada, así como ejercitar la corresponsabilidad, asumiendo las cargas familiares por igual. Y esto es algo que conocen muy de cerca las protagonistas de este reportaje.
El testimonio de tres mujeres empoderadas al frente de empresas ceutíes
Edith Rivas es navarra de nacimiento, pero ceutí de adopción desde hace 27 años. Es la directora de Global Centro 2, una escuela de bienestar, como así lo llama ella. A su perfil como gerente, se suma el de coach profesional y monitora de yoga. A sus espaldas cuenta ya con más de 20 años de experiencia. Junto a ella trabajan Seema Shahdadpuri, terapeuta corporal y quiromasajista, y Nisha Chabaldas, experta en coaching e inteligencia emocional. Todo un tridente que ofrece numerosos servicios: formación a empresas, manejo del estrés, inteligencia emocional, risoterapia, habilidades sociales, yoga, meditación, coaching profesional y personal, así como masajes, entre otros. Una empresa tan global por la cartera que ofrece, como por los clientes que tiene en todo el mundo a través de sus servicios vía streaming. El crecimiento emocional llegó a su vida en un momento vital para darle respuesta, por ello, decidió formarse en ello para poder dotar a la ciudadanía de estas herramientas. «No sé si es porque estamos más conectadas con nuestras emociones, pero la mayoría de mis clientes son mujeres», explica Edith, que argumenta que por su escuela de bienestar pasan todo tipo de perfiles, mujeres y hombres, de todas las edades, aunque teniendo claro su target.
Rivas cuenta desde siempre con el apoyo de su familia, y como consecuencia, ha podido conciliar laboral y familiarmente, sin tener que renunciar ni a su proyecto de vida, ni a la maternidad. ¿Qué necesita una mujer para emprender?, aunque reconoce que le da rabia decirlo, conoce las diferencias que existen a la hora de emprender un hombre o una mujer. «Te ves en la tesitura de tener que conciliar vida familia y laboral, con todo lo que eso implica, cuando eres empresaria las horas de trabajo se multiplican por muchas«, explica la experta, que confiesa que se ha sentido muy respaldada por su marido y que, gracias a ello, ha podido salir a la península a formarse cuando su hijo era pequeño.
Shahdadpuri lleva trabajando junto a Rivas casi 20 años, ella, encargada de la parte más física. Desde que Seema entra en por las puertas de la escuela del bienestar, desconecta. «Es una profesión que me ayuda a crecer, porque con este trabajo ayudo a las personas», reconoce la quiromasajista. Por su parte, Chabaldas viene de otro mundo, el empresarial, en el que era administrativa, pero conectó con su perfil de coaching siendo usuaria del mismo, y con el tiempo decidió formarse para dedicarse a ello. En este mundo lleva desde el inicio de la pandemia, ya que le sirvió «como una válvula de escape«. «Me gusta acompañar a las personas a sentirse mejor«, reivindica la joven.
Edith Rivas es tesorera de la asociación de mujeres empresarias BPW Ceuta. Para ella, esta asociación «cumple una función de apoyo de mujeres a mujeres muy importante». La empresaria reconoce el respaldo de esta asociación a nivel internacional, que supone una red de colaboración necesaria y una guía de aprendizaje para aquellas mujeres que desean emprender.
Laura Buades lleva casi la mitad de su vida siendo peluquera, aunque reconoce que se le ha pasado en un abrir y cerrar de ojos. Desde hace 17 años trabaja en Salón de Estética y Peluquería Bely, un negocio comenzó como esteticista su madre y que ahora también es su proyecto de vida. Fue madre muy joven, y por eso la suya la animó a formarse para ser económicamente independiente. «Mi madre ya tenía una clientela, y gracias a eso no tuve que empezar de cero», explica Buades. Luchadora nata y trabajadora incansable, atribuye sus virtudes a la herencia genética de la mujer que la ha criado. «Esto lo he tenido que aprender de mi madre, porque nos ha sacado adelante a mí y a mi hermano», presume la peluquera. ¿Lo peor de todo para ella?, ver pasar a su familia de largo. «Mi niño se me ha hecho grande sin darme cuenta, esa es la pena que me da», cuenta Laura, que confiesa que tiene un hijo de 20 años.
Para Buades, ser autónoma es sinónimo de «echar muchas horas», sin embargo, el estar a gusto en su trabajo es para ella toda una satisfacción porque «trabajo donde yo quiero y en lo que quiero». Tal ha sido su entrega, que una vez convertida en empresaria, lo de volver a ser madre era una utopía «porque no tenía tiempo para empezar de cero», tanto fue así que le costó 13 años tener a su segunda hija, que es el tiempo que se lleva con su hermano mayor la pequeña de 7 años. «Me daba pánico empezar de cero con un bebé, pero falleció mi padre y no quería dejar solo a mi hijo en un futuro, no pude tenerlos seguidos y hay mucha diferencia de edad». Esta ceutí reconoce que sin la corresponsabilidad por parte del padre de sus hijos, no habría sido igual.
Desde que entró en la profesión, nunca ha dejado de formarse para actualizarse en el sector. Desde un ciclo de Infantil, hasta oposiciones para ser profesora de peluquería e, incluso, un grado superior de Asesoramiento e Imagen Personal y Corporal a distancia que la mantiene estudiando por la noche, a veces, hasta las 3:00 horas de la madrugada. «Tengo muchas ganas de seguir, quiero dar más y mejorar, y hay que seguir progresando, eso para mí es lo más importante», apunta la empresaria ceutí, que tiene muy claras sus metas y la ilusión que le lleva a conseguirlas: «yo ahora analizo mi vida, y tengo ganas de hacer mil cosas».
«Emprender sigue siendo difícil para las mujeres», afirma Laura, que cuenta que dos semanas después de dar a luz a su hija mediante cesárea y aún con los puntos, ya estaba trabajando de nuevo «porque no puedes esperar más». «Salir a trabajar es beneficioso aunque estemos agotadas», presume la peluquera, que reconoce que su vida habría sido muy diferente si no hubiera sido por su trabajo «porque la casa ahoga». Para ella, cada clienta es un vínculo, y es que desde su salón de peluquería llega a convertirse en psicóloga para muchas de las mujeres que acuden a peinarse. «A lo largo de los años he aprendido de muchas personas que han pasado por aquí, y eso enriquece«, añade.
Confiesa que echa de menos a su hijo, que se encuentra en Cáceres ejerciendo de militar mientras se prepara las oposiciones a Guardia Civil. Presume de él como un niño que ha valorado el esfuerzo que ha hecho su madre en su trabajo, y ahora él demuestra lo aprendido enfocándose en su futuro.
Laura se considera muy cabezota y tiene muchas ganas de seguir aprendiendo, por ello, anima a todas las mujeres que estén pensando en emprender a que lo hagan: «que luchen, siempre hay que tener ilusión por algo». Hace poco, participó en una charla de integración de las mujeres migrantes en el mundo laboral, donde su salón de peluquería sirvió de escenario. «Nos ofrecimos a ayudarlas por si tienen la iniciativa de empezar con su propio negocio, explicarle pros y contras para que no tengan que depender de trabajar para alguien«, cuenta Laura.
Cristina (nombre ficticio), es otra mujer empresaria que llegó a nuestra ciudad hace casi veinte años. Aunque no quiere que su nombre, ni el de su empresa, trasciendan, sí ha querido ofrecer su testimonio. Fundó su empresa junto a su marido y otro socio en el año 2004, aunque ella es quien ha liderado siempre el proyecto. Ha luchado mucho por su empresa, a la que el cierre de la frontera ha afectado mucho. Cristina deja constancia que, aunque contó con el apoyo de varias personas, no lo fue en la parte económica. Ni préstamos bancarios, ni créditos de amigos y familiares. Fundó su negocio gracias a sus propios ahorros que consiguió en diez años de trabajo y de esfuerzo totalmente individual, y es algo que sí que ha querido dejar claro. «En su día, me dije a mí misma que si me salía bien, genial, pero si me salía mal, no debo nada a nadie, porque si fracaso, es mi fracaso, pero si triunfo, es mi triunfo«, explica la empresaria, que cuenta que si no hubiera así, habría tenido en la conciencia el peso de deberle algo a alguien y tener que responder en caso de que hubiera salido mal. Ha trabajado muy duro, pero es consciente de la «suerte» que ha tenido gracias al apoyo que marido y su familia política le han brindado. Habla de suerte, pero también de conciliación laboral y familiar, así como corresponsabilidad.
«Para que una mujer pueda triunfar necesita muchos conocimientos informáticos y estar actualizada», mantiene esta empresaria ceutí. «Los autónomos no recibimos las ayudas que deberíamos», denuncia esta emprendedora, que critica que el empresariado paga muchos impuestos. A las mujeres que les gustaría tener su propio negocio pero que no se atreven a dar el primer paso, Cristina las anima a darlo «porque no hay nada que se pueda comparar con tu independencia económica, que es muy importante, y con tu orgullo como mujer».
«Si no arriesgas, no sabes lo que hay al otro lado», explica la empresaria ceutí. Para ella, un buen empresario trabaja las 24 horas del día, ni fines de semana, ni desconexión a las 20:00 horas de la tarde. Ella lo tiene muy claro, porque ha trabajado con empresas estadounidenses, con horarios totalmente opuestos a los españoles, lo que le ha tenido trabajando a altas horas de la madrugada. «Hay que tener ganas de trabajar porque es muy sacrificado para una mujer, porque no es igual que para un hombre«, cuenta esta ceutí que es consciente de que el peso de los cuidados familiares y del hogar sigue recayendo en las mujeres, desgraciadamente, a pesar de su integración en el mercado laboral.
La conciliación laboral y familiar, y la corresponsabilidad; una cuestión de derechos, no de suerte
Nuestras tres empresarias entrevistadas hablan de suerte cuando se refieren la conciliación laboral y familiar, así como a la corresponsabilidad, que han recibido por parte de sus maridos y parejas, y demás familia. Para ellas, haber podido compatibilizar su profesión con la maternidad, es un extra con el que no todas las mujeres cuentan. Alcanzar la igualdad real debería de ser un derecho accesible para todas las mujeres, que debe ir acompañado de políticas feministas a golpe de decretos para las empresas públicas y privadas. Junto a esto, la educación, para que las mujeres crezcan con los mismos objetivos y oportunidades que los hombres.