Unos 2.500 manifestantes, según el Ayuntamiento de Barcelona, y hasta 10.000 según los organizadores, protestaron este martes en el Raval contra el desalojo de la antigua escuela Massana, un edificio ocupado que fue vaciado el jueves pasado a instancias del consistorio. La manifestación culminó en graves enfrentamientos con los Mossos d’Esquadra, dejando un saldo de dos detenidos, nueve agentes heridos leves y decenas de contenedores incendiados.
La marcha, encabezada por una pancarta que rezaba «Contra la dictadura de empresarios y políticos», comenzó sobre las 20:00 horas y tuvo su primer punto de conflicto en la calle del Carme, donde la policía bloqueó el avance de los manifestantes. En respuesta, algunos protestantes lanzaron pintura, petardos y otros objetos, lo que desató las primeras cargas policiales. Los Mossos, respaldados por un fuerte dispositivo de la Guardia Urbana, evitaron que el grupo se acercara a la antigua Massana, fuertemente custodiada tras el desalojo.
A lo largo de la noche, los manifestantes incendiaron contenedores en diferentes puntos del barrio, incluidos la Ronda Sant Antoni, La Rambla y la calle Pintor Fortuny, donde se registraron nuevos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. En este lugar, algunos periodistas resultaron heridos mientras cubrían los disturbios.
Un barrio blindado por las autoridades
El dispositivo policial impidió que los manifestantes alcanzaran el edificio desalojado, lo que provocó que estos optaran por dispersarse en diferentes direcciones, complicando la labor de contención de los agentes. Las llamas de los contenedores incendiados llegaron a afectar un árbol y señales de tráfico, incrementando la tensión en el barrio.
Durante la marcha, colectivos pro-vivienda como el Sindicat d’Habitatge Socialista de Catalunya se unieron para denunciar la especulación inmobiliaria, el incremento de los alquileres y la expulsión de vecinos, problemas que, según ellos, afectan gravemente al tejido social de Barcelona.
Reacciones de los organizadores
Tras la manifestación, los organizadores emitieron un mensaje contundente: «El desalojo se hizo de forma ilegal, sustentado en mentiras y difamaciones». También señalaron que esto marca el inicio de una lucha para construir «una alternativa revolucionaria que haga libres a las personas». Asimismo, acusaron a las administraciones de actuar en favor de especuladores y empresarios a costa de la clase trabajadora.
Un problema de fondo: la vivienda digna
Las protestas también pusieron de manifiesto el creciente malestar social en Barcelona por la falta de acceso a una vivienda digna. Los manifestantes criticaron la «política de orden y represión» liderada por el PSC en el consistorio y la Generalitat, mientras que el Ayuntamiento aseguró que está estudiando qué servicios públicos podrían instalarse en el edificio de la antigua Massana.
Este nuevo episodio de tensión en el Raval subraya los desafíos que enfrenta Barcelona para abordar la crisis habitacional y las demandas sociales en una ciudad cada vez más marcada por el turismo y la gentrificación.