Los grandes eventos deportivos que tendrán lugar en Estados Unidos en 2026 y 2028, como la Copa del Mundo de fútbol, coorganizada con Canadá y México, y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, jugarán un papel crucial en el segundo mandato de Donald Trump. Estos eventos, que representan valores universales como la unidad y la cooperación internacional, se desarrollarán en un contexto político y social de gran polarización, con tensiones regionales, controversias sobre el cambio climático y desafíos logísticos relacionados con la gestión de infraestructuras.
Copa del Mundo 2026: Un reto diplomático y logístico sin precedentes
La Copa del Mundo de Fútbol de 2026 será la primera en la historia en contar con 48 equipos y ser organizada conjuntamente por tres países: Estados Unidos, Canadá y México. Sin embargo, las tensiones políticas entre estos tres países, que se han intensificado desde que Trump regresó a la Casa Blanca, podrían afectar esta colaboración internacional.
Desde su reelección, Trump ha desafiado a sus vecinos, especialmente con sus declaraciones sobre una posible «anexión económica» de Canadá y con medidas proteccionistas que han afectado a las exportaciones canadienses. Además, su postura sobre la crisis migratoria, marcada por amenazas de militarización de la frontera sur y la propuesta de renombrar el Golfo de México como «Golfo de América», ha generado fuertes críticas internacionales. Estos conflictos podrían complicar la logística y coordinación de la Copa del Mundo, especialmente para los partidos que se celebrarán en México y Canadá.
La distribución de los partidos también refleja la política “America First” de Trump. De las 16 ciudades anfitrionas, 11 estarán en Estados Unidos, dejando solo 3 para México y 2 para Canadá. Esta desproporcionada asignación ha generado críticas sobre el trato desigual hacia los coorganizadores, quienes consideran que esta distribución favorece excesivamente a Estados Unidos. Además, la mayor parte de los ingresos económicos del evento probablemente recaerán en el país anfitrión, lo que agrava las desigualdades percibidas entre los tres países.
Este evento, previsto para el verano de 2026, coincidirá con los primeros meses del segundo mandato de Trump y ocurrirá a tan solo unos meses de las elecciones de medio término. La Copa del Mundo representará una oportunidad para que Trump afiance su influencia política a nivel local, especialmente en estados clave como Florida, Texas y California, que albergarán partidos. Sin embargo, deberá afrontar retos como la creciente polarización política y las tensiones sociales generadas por sus políticas migratorias.
Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028: Un desafío climático y logístico
Tras haber sido sede de los Juegos Olímpicos en 1984, Los Ángeles se prepara para recibir de nuevo este evento en 2028. Sin embargo, el contexto de este evento será muy distinto, marcado por importantes retos medioambientales y climáticos que podrían poner en peligro su desarrollo.
En diciembre de 2024, California vivió una serie de incendios forestales devastadores, considerados «históricos» por su magnitud y los daños causados. Estos incendios, exacerbados por el cambio climático, destruyeron miles de hectáreas y afectaron infraestructuras críticas. A pesar de la magnitud de estos desastres, la administración de Trump ha minimizado los efectos del cambio climático y rechazado políticas proactivas para hacer frente a la crisis. La reconstrucción de California será esencial para el éxito de los Juegos, pero este proceso podría verse retrasado por la falta de apoyo federal, dejando a las autoridades locales a cargo de los desafíos económicos y logísticos.
Además, la organización de los JJOO de 2028 requerirá la modernización o construcción de varias infraestructuras, pero estos esfuerzos se verán amenazados por problemas medioambientales como la escasez de agua y las olas de calor extremo. También existe el riesgo de que los “estadios fantasmas”, es decir, infraestructuras construidas para el evento pero que carecen de utilidad posterior, se conviertan en una realidad, como ya ocurrió en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 o Río 2016.
Los Juegos Olímpicos también serán una prueba del compromiso de Estados Unidos con la sostenibilidad. Mientras el Comité Olímpico Internacional (COI) ha instado a reducir la huella de carbono de los Juegos, las políticas climatoscépticas de Trump podrían obstaculizar estos esfuerzos. Su retiro de acuerdos internacionales como el Acuerdo de París y su apoyo a la explotación de recursos hidrocarburíferos en Alaska están en contradicción con los valores sostenibles defendidos por el COI.
Implicaciones políticas y sociales de estos grandes eventos
Los beneficios económicos de los eventos de 2026 y 2028 no se distribuirán de manera equitativa entre los países anfitriones. Si bien las ciudades de Estados Unidos disfrutarán de un gran flujo de turistas e inversiones, las contribuciones económicas de Canadá y México podrían verse limitadas por la disparidad en la distribución de los partidos. En California, las desigualdades sociales también podrían intensificarse si los beneficios de los Juegos no se distribuyen de manera justa.
Además, los eventos podrían agravar las divisiones internas en Estados Unidos. La polarización política, el auge del movimiento «trumpista» y los debates sobre políticas climáticas y migratorias podrían desviar la atención de los aspectos unificadores de estos eventos deportivos.
Las ediciones de 2026 y 2028 representan momentos cruciales para Estados Unidos, tanto como país anfitrión de dos de los mayores eventos deportivos del mundo como en su rol en la escena internacional. Mientras Trump buscará usar estos eventos para fortalecer su poder político y promover su agenda «America First», los retos medioambientales, diplomáticos y sociales podrían limitar los beneficios de estos eventos.
Estos eventos también pondrán a prueba la capacidad de Estados Unidos para respetar los valores universales del deporte, como la cooperación, la inclusión y la sostenibilidad, en un contexto marcado por tensiones políticas y ambientales. El éxito o el fracaso de estos eventos dependerá en gran medida de cómo la administración Trump enfrente estos desafíos y navegue por un panorama político y social cada vez más complejo.