Hay musulmanes españoles, los ha habido y los habrá. De hecho, no hace tanto la gran mayoría de los “peninsulares” eran musulmanes.
Causa rubor formativo la alusión a la historia hecha hoy por el líder de VOX en Ceuta para intentar encubrir su islamofobia.
Y causa vergüenza desde el punto de vista moral su intervención completa por su enorme carga de islamofobia.
¿Hasta qué época histórica quiere el “personaje” de VOX que nos retrotraigamos? ¿Fenicios, cartagineses, romanos, vándalos, visigodos, musulmanes? ¿Homo sapiens, neandertales? ¿Portugueses? ¿…? ¿O es que está pensando en la época franquista?
Intencionadamente, pero no por ideología sino por falta de capacidad, el “liderezo” de VOX (con z ¡por ser una letra muy española!) confunde términos como identidad, cultura o tradición, y hace un batiburrillo de ínfimo nivel para lanzar proclamas racistas, xenófobas, islamófobas.
Edward Burnett Tylor nos proporcionó la definición clásica y, muy probablemente, más recurrente de la Cultura. “La cultura o civilización, tomada en su sentido etnográfico amplio, es ese todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, costumbres, y todas las demás capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad”. ¡Ésta cómo cualquier otra definición de Cultura que encontremos va a hacer referencia a “sociedades” y elementos cambiantes de la vida en comunidad (conocimientos, creencias, arte, moral, costumbres, etc)! Cultura es sinónimo de convivencia, dinamismo y transformación.
Vemos como el término Cultura se aleja notablemente de la concepción que VOX sostiene.
La tradición a la que alude el “voxero” no es ni más ni menos que la subyugación de una parte de la sociedad ceutí, transportándonos a unos tiempos en los que las ideas se imponían mediante las armas y la fuerza. Algunas pensarán que me refiero a la época en la que los templarios cabalgaban de dos en dos en sus monturas dado el carácter del protagonista de la rueda de prensa. Otras, sin embargo, creerán que estoy aludiendo al franquismo. Unas y otras, tal vez acierten.
Pero es que la tradición es una construcción social que evoluciona temporal y espacialmente. Diferenciándose entre generaciones y lugares. Vendría a ser el efecto de una mutación perenne con dos polos dialécticamente vinculados: la continuidad diseñada y el cambio. La idea de tradición nos acerca al pasado, pero nos impulsa a un presente activo con la proyección de un futuro vivo.
De nuevo frente a la restringida y monolítica noción de tradición, convenientemente configurada como inmóvil, inalterable e inflexible, de VOX observamos como la tradición debiera ser sinónimo de movilidad y evolución. Cosa que no debería asombrarnos pues es una de las teselas que conforman el mosaico que llamamos Cultura.
La tradición no se transfiere genéticamente, sino socialmente, implicando de algún modo una cierta selección de la realidad sociocultural.
El presente es la herencia cultural de un pasado reflejado en un líquido futuro enmarcado en un contexto social, que confiere a la tradición su sentido.
La tradición, en su intento por perpetuarse, es modificación, remodelación. Asume nuevas funciones, reconstruye sus significados y se adapta a las contingencias dentro de un escenario social.
La tradición, para seguir existiendo, necesita asumir unos cánones de transformación. Manifestándose éstos bajo parámetros de adaptación sociocultural. Tradición e innovación están imbricadas. La primera sin la segunda dejaría de tener sentido y se ceñiría a la esfera de la repetición. No siendo más que el calco prístino del pretendido patrón primitivo.
Podemos fácilmente comprobar como VOX abandera la tradición como algo en vías de extinción que le sirva de ariete para atacar la diversidad. Resultando justamente lo opuesto si se entiende como una entidad dotada de significado y significante que carece de sentido sin la Cultura. Estando ambas entidades en eterna evolución.
Y llegamos a lo que realmente se está refiriendo el “liderezo” de VOX Ceuta. No es la Cultura, no es la tradición, es la identidad lo que expone en su maniqueo y xenófobo discurso.
El enorme peligro de la identidad es que ésta se sustenta en la interiorización de patrones conductuales que definen las características propias de un grupo concreto que defiende formas de vida específicas y excluyentes. Construyendo inexorable y doctrinalmente su identificación a partir de la alteridad.
Lo mío contra lo tuyo.
La imposición frente a la armonía.
La legitimación de una asimetría social y cultural sustentada en un sistema de estratificación y segregación donde solo cabe la sumisión de los unos bajo el yugo (y las flechas) de los otros.
Para finalizar dos matizaciones:
– La Z, que para algunos puede resultar casi tan española como la Ñ, es fenicia, griega, etrusca y latina. Con lo que es una evidente metáfora de lo que debería ser una sociedad moderna: como mínimo multicultural. Lo ideal, intercultural.
– La rueda de prensa dada ayer por VOX Ceuta ¡Es más de lo mismo En busca De más de lo mismo! No caigamos en su trampa y que sigan sembrando odio en su parroquia pero que cada día menos personas lo recojan.