Por favor, con tantos botafumeiros cobrando, no del amo, para regalar oídos,
? no hay nadie capaz de hacer comprender, de hacer entrar en razón?
Es lo que pasa. Es el pánico a perder el sitio, cuando, precisamente, el horno no está para bollos de porrazos de coches de buen ver.
Ceuta es el único pueblo fantasma, me encanta la descripción, al que la gente se la ha pegado, literalmente, teniendo que ser atendida en la Cruz Roja, de toda la vida, tan cercana a los bocadillos de pata, por gritar, en una determinada manifestación:
!!! Ceuta es España!!! !!!Viva España!!!
Pero, mientras hemos sido más españoles que los Reyes Católicos, el entreguismo, la venta, de Ceuta, es un hecho contrastado.
Cualquier comerciante, podía entregar un pase, y la Delegación del Gobierno, a los efectos únicamente de realizar un censo, creó la popular, famosa, tarjeta de estadística.
Se hizo para tal fin, y la misma no tenía ningún valor normativo más allá de ese mero censo. Con ese documento no era posible viajar a la Península.
Se dieron tarjetas como el que reparte caramelos, y fue la base para acceder a la nacionalidad. El derecho civil no contemplaba ese recorrido.
Nadie fue para poner miramientos a los nacimientos, como otra entrada. El derecho civil también exigía de otros requisitos.
Asimismo, nadie fue para observar que el perímetro fronterizo carecía de toda señal de freno persuasorio de pase, de entrada, y asentamiento.
¿Acaso tal cosa ocurría por la sencilla razón de que éramos las ceutíes almas cándidas?
¿No sería más bien por la presión, de los cuatro de siempre que, no sólo hacían su agosto, sino todos los meses del año?
Con reinversión 0.
Antes, mucho antes, del cierre de frontera, antes mucho antes, de que el vecino fuera poniendo tope a la sangría del cáncer hacia su propio desarrollo económico, ya estaba ese contrabando salvaje por García Aldave, y Benzú.
Se daba aviso desde el símbolo del Hacho, y se organizaron prestos para acabar con esa luz que alertaba, no como la desde 1982, que es inyectada con tanto dinero público, causando un efecto cegador, imposible de ver la realidad, que se esconde tras los intereses interesados.
Año 1995. En la Delegación del Gobierno de Ceuta, se recibe una llamada. Es Europa quejosa de que Ceuta sea un auténtico y verdadero coladero.
Se termina la conferencia, que no era a cobro revertido, y, con carácter de urgencia, se envían 3 millones de euros, para esos 8 kilómetros.
Era la primera piedra inaugural. Era el inicio de la valla. Era el reconocimiento de un pueblo, a una superpoblación, sin cumplir con las reglas de juego, por mor a los españoles de pro y proa enfilada, que se lo estaban llevando crudo.
De no haber sido por el color.
Ceuta debe a los negros, un monumento, merecido.
Ya están tardando en poner calle, o monumento, al infiltrado en la banda criminal de ETA.
Si Mercedes, la mujer de Paco, encargado del Delfín Verde, no me traía mi ejemplar del Capitán Trueno, el enfado era grande. Mujer cariñosa y amable. Una hija, profesora, la otra, trabaja en el juzgado. Estupenda familia. Es éste un recuerdo entrañable a quien me hizo vivir con las aventuras. Así de guerrera me salió mi vieja pluma.