Más de 300 muertos en cinco días de enfrentamientos sectarios entre drusos y beduinos, en medio de una creciente intervención israelí
El sur de Siria vive sus días más sangrientos desde la caída del régimen de Bashar al Asad, con más de 300 muertos en apenas cinco días de enfrentamientos entre la minoría drusa y tribus beduinas leales al Gobierno. Entre las víctimas se cuentan al menos 40 civiles —27 de ellos ejecutados extrajudicialmente—, además de combatientes y miembros de las fuerzas de seguridad. Las dos treguas anunciadas desde el inicio de los combates no han logrado frenar la violencia.
Mientras tanto, Israel ha aprovechado la creciente inestabilidad para lanzar una nueva serie de ataques aéreos sobre posiciones militares sirias en el sur del país y la capital, Damasco. El Ministerio de Defensa y varias bases del ejército han sido blanco de bombardeos, intensificando aún más la crisis en la región.
Un conflicto con raíces sectarias y desconfianza histórica
Los enfrentamientos comenzaron el pasado sábado en la provincia de Sweida, después de que una tribu beduina secuestrara a un empresario druso y estableciera un puesto de control, provocando una fuerte reacción de la comunidad drusa. Esta minoría —una escisión del ismailismo chií con presencia significativa en Siria, Líbano, Israel y los Altos del Golán— ha mantenido históricamente una tensa relación con los gobiernos centrales, primero con Asad y ahora con Ahmed al Sharaa, el nuevo presidente del país y ex combatiente islamista.
Aunque algunos líderes drusos han aceptado cargos en el Gobierno, como el nuevo ministro de Agricultura, gran parte de la comunidad desconfía del nuevo régimen y rechaza su visión islamista del país. El sur de Siria, de mayoría drusa, había disfrutado de cierta autonomía durante el conflicto, situación que muchos quieren preservar.
¿Por qué interviene Israel?
La participación de Israel en el conflicto interno sirio no es nueva, pero se ha intensificado desde la caída de Asad. A pesar de que Tel Aviv lo consideraba parte del “Eje de Resistencia” alineado con Irán, la nueva administración no ha calmado la política de ataques semanales contra instalaciones militares sirias.
Israel justifica sus acciones como medidas preventivas para evitar que el nuevo régimen represente una amenaza para su seguridad. Sin embargo, expertos señalan que estos ataques buscan mantener a Siria débil y fragmentada, mientras Tel Aviv refuerza sus vínculos con la comunidad drusa, que también tiene presencia significativa en los Altos del Golán y dentro del propio Israel.
El impacto en la transición siria
Los brotes de violencia sectaria son un duro golpe para el proceso de reconstrucción en Siria, que intenta salir de 14 años de guerra civil. Hace solo tres meses, una emboscada de milicias islamistas vinculadas al Gobierno mató a 1.500 personas en la costa siria, en ataques contra la minoría alauí, afín al régimen derrocado.
Esta nueva ola de enfrentamientos amenaza con paralizar cualquier intento de estabilización en el país y demuestra la fragilidad del actual Gobierno ante los desafíos internos y las presiones externas.
¿Camino hacia la paz?
A pesar de los bombardeos, el presidente Al Sharaa ha declarado estar dispuesto a entablar conversaciones con Israel. Estados Unidos, principal aliado de Tel Aviv, presiona para incluir a Siria en los Acuerdos de Abraham, buscando integrar a Damasco en una nueva arquitectura diplomática regional.
Desde el lado israelí, el primer ministro Benjamin Netanyahu aseguró que las recientes operaciones militares “allanarán el camino hacia una expansión dramática de los acuerdos de paz”.
