La situación en Canarias respecto a la acogida de menores migrantes ha alcanzado un punto crítico. Con más de 5.000 menores bajo su cuidado, las islas enfrentan desafíos logísticos y emocionales. Recientemente, un joven estudiante fue trasladado de Tenerife a Gran Canaria, lo que provocó una reacción inmediata de sus compañeros de clase.
Los alumnos del instituto Sabino Berthelot en El Sauzal, donde el joven estudiaba, han enviado una carta a las autoridades exigiendo explicaciones. En la misiva, compartida por el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, los estudiantes expresan su descontento por la falta de consideración hacia los vínculos humanos formados en el aula.
«Queremos pedirles que nos explique las razones de esta decisión tan repentina y que reconsideren la posibilidad de que nuestro compañero vuelva a nuestro centro. Se trata de personas, no de mercancías», escribieron los estudiantes, subrayando la importancia de los lazos creados con sus compañeros migrantes.
El gesto de los estudiantes ha sido elogiado por el ministro Torres, quien destacó su humanidad y empatía. Sin embargo, la situación también ha generado preocupación entre los padres, quienes cuestionan la manera en que se realizó el traslado. Una madre comentó a TVE: «Me parece un poco injusto, en especial por los niños. El año pasado le vimos ilusionado y muy contento con sus compañeros.»
Desde la Dirección General de Protección a la Infancia del Gobierno de Canarias, se reconoce que la saturación de la red de acogida es un problema grave. La directora general, Sandra Rodríguez, ha señalado que la normativa actual limita la capacidad de respuesta adecuada a cada menor, lo que lleva a decisiones como el traslado de estudiantes ya integrados.
Rodríguez ha enfatizado la necesidad de una reforma legislativa que permita una colaboración más efectiva entre comunidades autónomas para la acogida de menores. Esto ayudaría a mantener un equilibrio en el número de niños acogidos en cada región y garantizaría una atención más personalizada.
La situación en Canarias es un reflejo de un problema más amplio que afecta a toda Europa. La llegada constante de menores migrantes requiere una respuesta coordinada y humanitaria que respete los derechos de los niños y niñas involucrados. La comunidad educativa de Tenerife ha dado un paso adelante al alzar su voz, esperando que su llamado sea escuchado y genere cambios significativos.