Señores de la guerra a domicilio. Conflictos tribales en el corazón de Rotterdam. Los ocultos tras sus corbatas son sustancialmente cobardes. Balbucean consignas fritas en aceite quemado que atufa a cáncer de estómago. Prefiero seguir montado en mi corcel u(dis)tópico. ¡Esa muec(l)a denota la mentira! Otro problema que no se quiere (de)mostrar. ¿Quién será el próximo presidente? Ponemos como protagonista, cual película de H(B)ollywood, al que interesa más: ¡acción!
Factores patógenos impregnan la chatarra china que viene a sustituir el metal del chatarrero de toda la vida. El que, además, es un buen criminal. Don Juan. El bien conocido en la villa… cada uno se expone a voluntad: ¡bebed granizos!
Subyacente al pacto social siempre se ha encontrado el miedo, el terror, el pago revolucionario. ¿Mientras tanto? Seguimos cantando a la equidad social. Esa que viene envuelta en celofán de pacto mundial. Orden subordinado: ¡a callar!
El despilfarro de unos v(b)otados… y la corrupción de estos y casi todos los demás. Si no eres capaz de barrer frente a tu casa… ¿Vas a limpiar toda la ciudad? Los trabajos en claro/oscuro son el único futuro inmediato para las generaciones nacidas tras el punto dos. Escalofriante. Tanto como encontrarse desnudo gritando ¡viva la OTAN! en medio del Donbass. Tranquilos, ya llegan los hijos putativos del “bigotes”: Batallón Azov. Ni buenos ni malos, desde el que fir(l)ma hasta el que envía una bala es un criminal: ¡háztelo tratar!
El periodismo de todoterrenos es, en definitiva, un cáncer en “estado criminal”. Democracia del armamento = Democracia moribunda. Concurrencia culpable de periodistas, esos que se a(r)man con un periodismo servil. Con el sesgo ideológico de una bandera u otra: ¡prostitución terminológica!
La tortilla condimentada con falsas percepciones de(l) Estado [de las cosas y personas] visibiliza de forma gastronómica a los votantes. Macroscópica del saber ramplón. ¡Qué más da! Estamos felices de ser inyectados con litros de vacunas en nuestra ajetreada sangre. Solo hay semiton(t)os en el correr diario de la gente. La melodía diaria del ciudadano está compuesta por contratiempos que dificultan el libre fluir de la mús(ic)a: ¡gana el que vocifera más! *
* [como yo en cada final de párrafo y el párroco en su sermón. Gracias a la diosa Estupidez por acompañarnos a todos: ¡Gran(de) Org(Er)asmo!].
El humano es omnívoro, como el oso. Así aprendí en la lección. Don Mateo. Los hornos crematorios funcionan a todo rendimiento para que la cena esté en su punto exacto. De esto depende el valor de la carne que en ellos se cocina. Bon appetit!
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