El miércoles, un grupo de estudiantes del Internado Nacional Barros Arana, ubicado en el centro de Santiago, se encontraba fabricando una bomba molotov en uno de los baños del establecimiento. El artefacto explotó accidentalmente, dejando a 35 jóvenes heridos, cuatro de ellos en estado crítico con quemaduras severas en las vías respiratorias.
El coronel Fernando Albornoz, del cuerpo policial de Carabineros, informó que los cuatro estudiantes en riesgo vital presentan quemaduras en un 20% a 30% de sus vías respiratorias. Además, otros 17 estudiantes se encuentran en estado grave, distribuidos en varios hospitales de la capital chilena.
Investigación en curso
La ministra del Interior, Carolina Tohá, calificó el incidente como una tragedia y subrayó el peligro inherente de las bombas molotov. ‘Es un episodio que confirma el poder destructivo de estas armas’, afirmó Tohá. El Ministerio Público ha iniciado una investigación para determinar las circunstancias exactas del accidente y si hubo participación de personas externas al instituto.
Las investigaciones preliminares han revelado la presencia de ‘líquido acelerante’ en el baño y otras áreas del recinto, lo que sugiere una preparación activa del artefacto explosivo. Las autoridades esperan que este trágico evento sirva como advertencia para evitar el uso de tales herramientas en futuras protestas.
Reflexiones sobre la seguridad estudiantil
Este incidente ha reavivado el debate sobre la seguridad en las instituciones educativas y el papel de los estudiantes en las manifestaciones sociales. La comunidad educativa y las autoridades locales están trabajando en conjunto para implementar medidas que prevengan futuros incidentes similares y promuevan formas seguras de expresión y protesta.
Mientras tanto, la sociedad chilena observa con atención el desarrollo de la investigación, esperando que se esclarezcan los hechos y se tomen medidas adecuadas para garantizar la seguridad de los estudiantes y el personal educativo.