Federico Mayor Zaragoza, exministro de Educación y exdirector general de la UNESCO, ha fallecido a los 90 años. La Universidad de Granada, donde fue rector, confirmó su muerte. Nacido en Barcelona en 1934, Mayor Zaragoza fue doctor en Farmacia y catedrático de Bioquímica, desempeñando un papel crucial en la educación y la ciencia en España.
Durante su carrera política, Mayor Zaragoza fue una figura clave en la Transición española. Sirvió como subsecretario de Educación y Ciencia bajo el gobierno de Carlos Arias Navarro, el último de la dictadura franquista. También fue diputado por UCD y eurodiputado por CDS, destacándose por su compromiso con la educación y la cooperación internacional.
Como ministro de Educación y Ciencia entre 1981 y 1982, impulsó la creación de universidades y fomentó la cooperación científica con Iberoamérica. Su legado en este ámbito es reconocido por la Fundación Cultura de Paz, que él mismo fundó.
Impulsor del Cribado Neonatal
Mayor Zaragoza fue pionero en el impulso del cribado neonatal en España. El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, destacó su trabajo incansable para reconocer el cribado neonatal como un derecho humano. En los años 70, lanzó el Plan Nacional de Prevención de la Subnormalidad, promoviendo el diagnóstico precoz de enfermedades mentales graves.
Director de la UNESCO
En 1978, Mayor Zaragoza fue nombrado director general adjunto de la UNESCO, y en 1987 asumió como director general, cargo que ocupó hasta 1999. Durante su mandato, promovió la educación, la cultura y la paz a nivel mundial. Tras su regreso a España, fundó la Fundación para una Cultura de Paz, continuando su labor en pro de la convivencia pacífica.
Además de su rol en la UNESCO, presidió el Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces y fue copresidente del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones. También lideró iniciativas como la Initiative for Science in Europe y la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte.
Un Hombre Polifacético
Mayor Zaragoza no solo se destacó en la política y la ciencia, sino también en la literatura. Escribió varias obras de poesía y ensayo, reflejando su profundo compromiso con la palabra y el pensamiento crítico. Entre sus obras se encuentran A contraviento y La palabra y la espada.
Su legado perdura a través de sus contribuciones a la educación, la ciencia y la cultura, inspirando a futuras generaciones a seguir su ejemplo de dedicación y servicio a la humanidad.