La princesa Yuriko, conocida por ser la tía abuela del actual emperador Naruhito, falleció a los 101 años en Tokio. Su muerte fue confirmada por la Agencia de la Casa Imperial japonesa, días después de que se informara sobre el deterioro de sus funciones cardíacas y renales.
Yuriko había sido ingresada en el Hospital Internacional de St. Luke en marzo debido a un infarto cerebral y neumonía. Desde entonces, no había realizado apariciones públicas, siendo su última presencia notable en la ceremonia de Año Nuevo en el Palacio Imperial de Tokio.
Viuda del príncipe Mikasa, con quien se casó en 1941, Yuriko formó parte de una generación que vivió momentos cruciales en la historia de Japón, incluyendo la Segunda Guerra Mundial y la modernización del país. Mikasa, hermano del emperador Hirohito, falleció en 2016 a los 100 años.
El papel de las mujeres en la familia imperial ha sido fundamental, aunque limitado por la ley sálica que impide la sucesión femenina. Actualmente, de los 16 miembros de la familia imperial, 11 son mujeres, quienes desempeñan funciones oficiales pero deben abandonar la familia al casarse con plebeyos.
Este sistema ha generado un problema sucesorio, ya que solo tres miembros tienen derechos al trono: el príncipe heredero Akishino, su hijo Hisahito, y el príncipe Hitachi. La situación ha llevado a debates sobre posibles reformas para permitir la sucesión femenina y asegurar la continuidad de la dinastía.
La vida de Yuriko es un testimonio de la resiliencia y adaptación de la familia imperial a lo largo de un siglo lleno de cambios. Su legado perdura no solo en la memoria de sus familiares, sino también en la historia moderna de Japón.