La organización demanda una perspectiva interseccional en los servicios públicos, reivindicaciones recogidas en su último estudio sobre el impacto de la COVID-19 en la salud mental de las familias
FAMS (Federación de Asociaciones de Madres Solteras) ha publicado su estudio “Cuando lo urgente no deja espacio para lo importante”, sobre las consecuencias de la pandemia y el confinamiento en la salud mental de las familias monoparentales. Una de las principales conclusiones extraídas ha supuesto el reconocimiento de estados de estrés y episodios de ansiedad en mujeres que temían caer enfermas. Algunas de las mujeres entrevistadas señalaron la imposibilidad de atender a sus hijos en caso de enfermedad. Además, denuncian la incomprensión por parte de las administraciones públicas, del ámbito laboral, del espacio educativo… El estudio también ha señalado las discriminaciones por género que sufren las madres solteras y por ser consideradas como “familias incompletas”.
El estudio desvela la vulnerabilidad a la que se ven sometidas estas familias, ya que no se atienden las especificidades que estas albergan. Más de la décima parte de las madres que encabezan familias monomarentales conviven con personas dependientes de sus cuidados, personas distintas a sus hijos e hijas. Por lo tanto, se ha observado que estas mujeres sufrieron muchas dificultades a la hora de atenden esta tarea durante y después del confinamiento, como consecuencia de las posteriores medidas que derivaron de la alarma pandémica. Muchas tuvieron que “ingeniárselas para poder desplazarse para cuidar a personas dependientes durante el confinamiento”, señala el estudio. Eso supuso una sobrecarga en las tareas, lo que derivó en la merma de su estado afectivo, psicológico, laboral y económico.
Además, se produjo un empobrecimiento de las familias monoparentales durante el confinamiento y “el riesgo económico vivido con relación a la vivienda familiar conlleva una serie de problemas que impactan directamente en la salud de las mujeres que soportan la responsabilidad económica y familiar”, añade el estudio. Este empeoramiento en la salud mental de las encuestadas se ve reflejado en las cifras, ya que el 82% declaró tener estrés durante estos meses, el 68% ansiedad, el 57% se sintieron solas y el 45% se sintieron más cansadas de lo habitual. Estas consecuencias se ven atravesadas por el sesgo de género que sufren estas mujeres en su día a día. El estudio recoge un testimonio que habla de ello:
«Yo creo que la diferencia fundamental es que nosotras somos invisibles para la sociedad, mientras que ellos si son visibles, ellos sí se consideran que están en una situación en la que necesitan un apoyo y una ayuda legítima, mientras que la nuestra es como que no acaba de legitimarse. Es decir, lo necesitamos, pero es como que no podemos no poder. Esa es la sensación que me da. Las mujeres no podemos no poder. Ellos sí pueden no poder. O ellos sí pueden despertar compasión y les queremos ayudar. Pero nosotras despertamos otra cosa. Despertamos un cierto rechazo o como un estigma y cierta desconfianza: «Bueno, si está sola, por algo será. Igual no lo aguanta nadie»
El informe declara que las familias monomarentales “no están exentan de los fenómenos y acontecimientos que les rodean, más bien al contrario, experimentan con mayor sensibilidad las condiciones estructurales, así como las sobrevenidas, del contexto en el que viven”. Por ello, la organización ha incluido un apartado de recomendaciones, partiendo de la creación de un marco legislativo que reconozca a las familias monoparentales de una manera inclusiva. De esta forma, añade el estudio, “dicha regulación proporcionaría un marco de protección jurídica integral, eliminando la diferencia de trato existente en la actualidad con el resto de modelos familiares y, con ello, gran parte de las discriminaciones que sufre a diario dicho colectivo”.