Es malagueño, tiene 43 años y viaja con un bastón blanco y rojo que significa la sordoceguera parcial que un tumor -neurinoma del acústico- le dejó hace diez años. Ella es de León y es ciega parcialmente de nacimiento debido a una enfermedad en la retina que heredó de su padre. Se conocieron hace tres años aunque no se han desvirtualizado hasta ahora y Ceuta es uno de los primeros destinos que conocen juntos. No conocen los límites y, además de documentar sus viajes, reivindican un mundo más accesible para que viajar esté al alcance de todas las personas
Felipe Gutiérrez tiene 43 años y tiene sordoceguera parcial desde hace diez años, cuando sufrió un tumor -neurinoma del acústico- que le obligó a jubilarse. Perdió el 100% de la audición del oído derecho, el 100% de la visión del ojo derecho y el 50% del ojo izquiero. «En vez de quedarme en mi casa, agarré una mochila y me fui por ahí», explica el viajero. Es malagueño y lleva viajando toda la vida, aunque ahora lo hace por su cuenta y acompañado de un bastón blanco y rojo que indica su diversidad funcional. Conoce muy bien Marruecos porque tiene familia allí y lleva cruzando la frontera desde que tiene uso de razón.
Bea García tiene 32 años y tiene ceguera parcial con un campo de visión de menos de 10 grados desde que nació, debido a una enfermedad en la retina que heredó de su padre. Es de León y empezó a viajar con 19 años, cuando salió al extranjero por primera vez a bordo de un avióny junto a su bastón completamente blanco. A través de las redes sociales no solo cuenta las sensaciones que le transmiten los destinos que conoce, sino que evalúa el grado de accesibilidad de los mismos para servir de ayuda a otras personas.
No conocen los límites y cuentan sus viajes por el mundo a través de sus perfiles de Instagram, condoscojonesyunbaston y theblindcanegirl, donde también han narrado su paso por la ciudad autónoma. Se conocen desde hace tres años pero no fue hasta hace diez días cuando han conseguido desvirtualizarse, y Ceuta ha sido uno de los primeros destinos que hacen juntos tras haber rodado sus bastones por medio mundo. «Hemos estado por todo el centro, luego nos hemos salido un poco de lo típico y hemos estado callejeando. Los centros de las ciudades son muy diferentes a cómo se respira en las zonas menos turísticas. Hemos estado en la zona del puerto y en la Ribera y el Chorrillo. Esta mañana estuvimos en la frontera del Tarajal y vimos El Príncipe», relata Bea. En cuanto a accesibilidad, ambos coinciden en que Ceuta tiene muchas cuestas, aunque añaden que también se han encontrado muchas rampas, lo que valoran positivamente. «El centro está más cuidado y bastante rebajado, a penas tiene escaleras y hay muchas rampas, eso facilita la accesibilidad de las personas con movilidad reducida», subraya la leonesa. Han aprovechado la ocasión para visitar juntos Marruecos, concretamente en Chefchaouen, donde destacan la hospitalidad de nuestros y nuestras vecinas, aunque en cuanto a accesibilidad no le dan el aprobado. Mañana partirán a la Península y continuarán su viaje conociendo algunos lugares de Andalucía.
Pero no se quedan en la mera divulgación y sensibilización, quieren ir más allá y hacer el mundo más accesible. Para ello, han apostado por una nueva ruta: visitar todos los centros educativos posibles para concienciar la discapacidad visual desde la perspectiva de dos viajeros solitarios con sordoceguera y ceguera parciales. «La discapacidad visual no es solo el típico ciego que va con el bastón del perro, hay muchos tipos de discapacidad y somos personas nomales», señala Gutiérrez. Para ellos es muy difícil encontrar información sobre la accesibilidad por eso ayuda a quienes no saben qué dificultades se pueden encontrar en diferentes sitios: «estuve viajando por Egipto y un chico me preguntó cómo afectaba la luz del sol en ese país y si era más fuerte que en España».
Bea no conoce el miedo: ni a la falta de visión, ni a viajar sola siendo mujer, ni a la barrera del idioma. «Yo me encuentro en una situación de peligro y yo sé que no puedo salir corriendo», aclara García, que asegura que tiene un protocolo para sentirse más segura como puede ser no llegar de noche a las ciudades que no conoce porque tiene una ceguera nocturna muy profunda que hace que se reduzca su campo de visión. «La gente es amable, empatiza y es acogedora. Cuando se dan cuenta que lo tienes más complicado, te ayudan», explica la joven, que justo esta mañana en la frontera, un grupo de mujeres le han ayudado a recoger del suelo el pasaporte. «Lo que me encuentro en los viajes cuando voy sola es protección por parte de mujeres que me ven vulnerable y me quieren ayudar», puntualiza con perspectiva de género la joven viajera.
Cuando viajas por el mundo y no puedes disfrutar de la vista, no queda más remedio que forzar el resto de los sentidos. Y así es como hacen de sus viajes una experiencia tan especial. «Aprovecho mi resto visual, pero sobre todo el resto de sonidos, olores y sensaciones. También me gusta conversar con la gente porque soy de viajar muy lento y así aprendo de las diferentes culturas que me encuentro», detalla el malagueño, que defiende que «viajar es mucho más que ver». A Bea le gusta oler los lugares que visita y, unos de sus sitios favoritos son los jardines botánicos. «La experiencia puede ser muy grata a través de los olores», remarca.
Son totalmente independientes, pero no solo en su discapacidad, sino en cuanto a apoyo institucional. Hasta el momento, no reciben ningún tipo de ayuda y ahora están impulsando un proyecto para buscar patrocinio y sentar precedente con sus estilos de vida. «Buscamos colaboración a nivel material y audiovisual para sufragar los gastos», remarca Gutiérrez, que pretende que su historia sirva de ejemplo para que más personas con algún tipo de diversidad funcional descubran ese veneno de conocer el mundo que tanto engancha. «Nosotros tenemos una oportunidad de acercar la información que hemos ido recabando a las personas que puedan estar interesadas», precisa la viajera.
«Queremos dar luz en este mundo tan desigual e intentar que viajar sea algo para todos», sentencia Felipe. Tras su primera experiencia juntos, ya están empezando a perfilar la próxima parada: Argelia. Pero no solo viajan desde la perspectiva del turismo, sino también en clave humanitaria. Ambos están en contacto con ‘Handicap International’, una oenegé que interviene en lugares de contienda, con el objetivo de crear un protocolo para ayudar a las personas con cualquier tipo de diversidad funcional, ya que en los conflictos armados, gran parte de la ciudadanía acaba sufriendo alguna discapacidad.
Una comunidad muy grande y con muchas ganas, donde lo único que falta es unir los distintos universos para hacer de ello un viaje imparable.
Enhorabuena….Personas así demuestran lo que se puede hacer cuando uno no se rinde y decide superar su discapacidad…. Espero que su ejemplo se extienda y se divulgue.