Nuevas formas de sindicalizarse que parten de un feminismo transformador
Por Cecilia Barba
En este 1 de mayo 2022 se deben nombrar y revindicar las nuevas luchas emergentes, los nuevos sindicalismos que brotan para combatir el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo. Nuevas reivindicaciones que trascienden lo laboral y que ponen en el centro la vida y los cuidados. Como muestra el espacio de investigación feminista, La Laboratoria, estos nuevos sindicalismos enuncian formas “cada vez más opresivas otras formas de extracción del valor, más allá de la explotación del trabajo: desde la deuda a la violencia sexual; de las leyes de extranjería al desmantelamiento de los servicios públicos”. Quienes están abriendo el camino de las luchas laborales feministas y antirracistas son, en parte, las trabajadoras del campo y del trabajo doméstico.
El pasado mes de febrero se llevaron a cabo las “II Jornadas por un feminismo sindicalista”. Las jornadas reflexionaban sobre estas formas sindicales que se encuentran en movimiento. Estas nuevas formas de sindicalizarse parten de un feminismo transformador capaz de colocar en el centro las condiciones materiales, priorizando en las necesidades de las más oprimidas y violentadas por el sistema. Cuentan en la presentación del evento las componentes de La Laboratoria, que “no sólo se trata de visibilizar las dificultades a las que se enfrentan y reclamar cambios a las instituciones, sino también de acuerpar rebeldías y pensar juntas estrategias y formas de acción a la altura de los desafíos de un presente cargado de incertidumbre, pero también, por eso mismo, preñado de esperanza”.
Pastora Filigrana: “los trabajos más precarizados, con menor reconocimiento social y salarial, están altamente feminizados y racializados”
Como demuestra la abogada feminista Pastora Filigrana en su texto, junto con La Laboratoria,“Del campo a los cuidados”, los sectores del campo y de los cuidados cuentan con los salarios “más bajos fijados por ley”. En el caso de las trabajadoras de hogar, cuenta Filigrana, “el salario es el mínimo interprofesional: para este ano 2021, está fijado en 950 euros mensuales y 7,43 euros por hora”. Para las trabajadoras del campo, “el convenio colectivo del campo de Huelva marca los salarios más bajos del Estado español para esta actividad: 42,62 euros diarios, 60 céntimos por debajo del salario mínimo interprofesional”. Partiendo de que lo establecido por ley ya es visiblemente bajo, es frecuente que este mínimo no se cumpla: contratos por menos horas que las que se trabajan o directamente sin contrato o nómina en el caso de trabajadoras migrantes que no tienen regularizada su situación.
Las nuevas formas de articulación sindical que estas mujeres, trabajadoras del campo y del hogar, comienzan a poner en marcha responden no solo a cuestiones como el salario, si no del trabajo no reconocido. Dice Filigrana: “Tanto en el caso de las cuidadoras internas como en el de las jornaleras que pernoctan en la finca, el tiempo de no trabajo es tiempo de disposición, donde la vida entera —y no solo la fuerza de trabajo— está sometida al control de la dirección o de la familia empleadora: si salen, si tienen parejas, si son católicas o musulmanas, todo cuenta”.
El biosindicalismo y las trabajadoras del hogar
Territorio Doméstico es un espacio colectivo de lucha y empoderamiento de mujeres, la mayoría migrantes y trabajadoras del hogar y los cuidados. Pelean “por el reconocimiento de nuestros derechos como trabajadoras del hogar y los cuidados, pero también por la visibilización del trabajo de cuidados que sostiene la vida y por la necesidad imperiosa de reorganizar estos cuidados socialmente”.
A partir de una propuesta por el espacio de La Laboratoria, Territorio Doméstico ha reflexionado sobre otros tipos de sindicalismo que pongan la vida en el centro y que los cuidados formen parte de los discursos y la acción sindical. Fruto de un primer espacio para sostenerse, escucharse y apoyarse; y de un segundo para exigir reconocimiento y derechos, como nos cuenta Rafaela Pimental de Territorio Doméstico, nace el libro “Biosindicalismo desde los territorios domésticos”. Como explican en su libro, el biosindicalismo» se basa en el desborde de los reclamos tradicionales sobre las condiciones del empleo y que, cruzado con los feminismos, se centra en las experiencias organizativas de colectivos de mujeres que abordan sus luchas desde los cuerpos y las alianzas”.
Para entender esta nueva forma de sindicalización, hay que partir de la base de que el trabajo domestico se desarrolla en un marco diferente a aquel en el que los sindicatos están acostumbrados a moverse. Esto se debe a que no hay una gran empresa o una patronal, sino hogares dispersos entre sí y un montón de familias; también porque el tiempo del que disponen para organizarse es muy pequeño o incluso nulo, lo que las hace “quitarle horas al sueño”, como nos cuenta Rafaela. De estas horas de sueño o de trabajo, invertidas en organizarse y en el activismo, e incluso en teorizar, Territorio Doméstico también creo junto con otras compañeras y colectivos el Sindicato de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados (SINTRAHOCU) en 2020.
Rafaela Pimental: «para organizarnos hemos tenido que sostenernos, encontrarnos, apoyarnos, también divertirnos y cantar»
Sus reivindicaciones para este 1 de mayo son: el reconocimiento del trabajo doméstico, la incorporación del trabajo del hogar y de los cuidados en el régimen general con la ratificación y la aplicación inmediata del convenio 189 de la OIT y la reorganización de los cuidados a partir de políticas públicas para disponer de unos cuidados dignos y públicos.
Jornaleras de Huelva en Lucha
La situación de las temporeras de Huelva se convirtió en noticia en el 2018, cuando alrededor de 100 trabajadoras declararon haber sufrido abusos sexuales por parte de jefes y trabajadores, además de unas condiciones de trabajo denunciables. Estos hechos llegaron a la prensa masiva a partir del reportaje realizado por el diario alemán Correctiv, llamado “Rape in the fields”. Se realizó una investigación sobre los abusos sexuales a las trabajadoras en granjas de fresas en España, en la región de Huelva. A los pocos meses, explotaba la denuncia de las nueve temporeras marroquíes que denunciaron por abusos, maltrato e impago a la empresa Doñana 98 en Huelva. Tanto estas trabajadoras como aquellas que declararon para el diario alemán Correctiv, se encontraban en España con contratos de origen para la temporada de frutos rojos.
Las denuncias de abuso sexual y explotación laboral de las temporeras de Huelva en 2018 fueron el pistoletazo de salida de la organización de las trabajadoras del campo. Como escribe Filigrana en el texto ya nombrado, “a finales de 2019, las jornaleras que habían empezado a repartir octavillas e informar a otras de sus derechos decidieron seguir su camino sin un sindicato y empezar a construir la lucha a su imagen y semejanza”.
Jornaleras de Huelva en Lucha es otro ejemplo de autoorganización de mujeres que luchan no solo por unas condiciones de trabajo dignas sino también de vida. Como dicen: “trabajamos desde los feminismos, el ecologismo y el antirracismo, decididas a terminar con décadas de precariedad y opresión”.
El próximo domingo y por segundo año consecutivo, decenas de sindicatos y movimientos sociales desde la diversidad convocan la manifestación 1 de Mayo Interseccional a las 11.30 en la Plaza Mayor bajo el lema: “Consumir menos, Repartir todo, Vivir con dignidad”.