La integración produce víctimas y derramamiento de sangre por la propia absurdidad del concepto. La constitución de un todo parte de la “coexistencia pacífica” de todas las variables sobre el tapiz. Jugar a las prendas con los pedazos de los “otros”, de los “sinnombre”, en la tierra de los juguetes rotos no parece lo más adecuado. No hay recetas baratas en el terreno ficticio de la compra/venta de almas, razón y sentimiento. ¡Bien claro quedó con el reparto equitativo de las vacunas dirigidas a combatir la COVID-19!
El único juicio ético que puedo ofrecer a los habituales chacales/buitres siniestros es el que yo mismo me aflijo mientras mi polla blande como una espada de fuego contra los portavoces más “acalorados” de la Santa Iglesia Romana -algo que no exculpa al resto de credos-. Tras milenios de sometimiento a la lógica, el lucro y la monetización de la fe y el silencio al más clásico estilo masónico y mafioso dejan en mantillas la culpa de los “criminales” que cruzan los bordes geopolíticos de forma desautorizada. Una acción que se repite una y otra vez, ofreciendo una visión amplificada del paupérrimo rol del origen a la hora de definir a un ser humano cualquiera.
La vellosidad de una verdad sin depilar dentro del Reino de los Sellos (rae: Sortija que tiene grabada en su parte superior las iniciales de una persona) ofrece la posibilidad de sacar de sus vidas de “animal” a personas desprotegidas y refugiados colapsados por la necesidad. Unos “nosotros” que renuncian a parte de sus beneficios y privilegios a través de acciones de enajenada generosidad particularmente laudable. Ja, ja. (significa “sí” en idioma alemán).
¡Calumnias! ¡Más calumnias! Esto es tan solo lo que nos queda en un mundo conformado por idiotas, conformistas y cínicos. Ese citadino medio que se siente extremadamente listo y se revuelca en la orgía de la retórica, la demagogia y el absolutismo ideológico. Los bienhechores que miran la movilidad humana como la situación propicia para el beneficio propio.
Los “no integrados” son salvajes explotados(res) capaces de engatusar al “sexo débil” y generar violencia. Unos destructores, al estilo de los bandidos en el viejo Oeste, de la paz y la armonía. ¡Qué bien quedaría esta frase en boca de esos afiliados a ideologías extremas! Los campeones de las políticas de quiebra y generadores de visiones “minimalistas” basadas en menos impuestos, menos Estado -tan solo el suyo propio y el de sus cojones- y menos inmigración -obviando los millones de españolitos emigrados que salimos en los últimos quince años y que, por “lógica común”, somos inmigrantes en otros países.
La preposición, en el caso de la migración, queda determinada por el emisor. Ser un “e” o un “in” sigue siendo motivo de rechazo. Eso me queda claro. ¿Menos es más? ¡A ver cómo paramos estas políticas diarreicas! Querido lector, no olvides que “cuando haces pop, ya no hay stop”.