La Clase Izumo comparte espacio marítimo con la, cada vez más, potente naviera china. Epítome de una historia de nunca acabar. ¡Más frentes abiertos en ultramar! El resto de las armadas, por el momento, buscan bajo tierra la energía que les proyecte a la cabeza de este monstruo llamado planeta Tierra. Las naciones siguen con los mismos problemas que tras la segunda guerra mundial. Las principales [desarrolladas], en busca de materias primas de las que dependen para subyugar a las dueñas [subdesarrolladas] de dichos “tesoros”. Rutas que se abren a fuerza de fracturación hidráulica –fracking– de la tierra y rompehielos en el recién bautizado océano Ártico. Aun hoy, a los mandatarios no les pasa por sus rebolondas y pulidas cabezas -ambas, la superior e inferior- la posibilidad de plantear una política exterior común que no sea el pillaje y el vasallaje.
¿Dónde están los márgenes del trabajo a desempeñar? ¿Cuál es el precio justo que pagar por la esclavitud consentida -y buscada- de las personas? ¡Los méritos y la capacidad de los trabajadores no importan una mierda! Menos aún sus derechos. Lo importante es alimentar el mercado y la maquinaria de detritos con mano de obra ilimitada. Los márgenes del beneficio económico son terriblemente diferentes de acuerdo con el lugar donde se realizan las transacciones y los negocios.
¡Un anillo de oro por un euro! Lo compro.
Las leyes antimonopolio, en realidad, hace mucho que fueron “canceladas” -como miles de personas a diario- a través de aranceles y tráfico de influencias. Un tráfico similar al que se acumula a lo largo de kilómetros de embotellamiento durante las horas punta -pico- en ciudades de todo el mundo. Has de saber, estimado lector, que si ocupas el tiempo libre de los trabajadores los mantendrás bajo control. ¡Nada mejor que tenerlos encerrados en sus propias cárceles de cuatro ruedas o en “fosas comunes públicas” donde hay que “ticar”!
Los alineamientos políticos se comportan como las manadas que salen de caza durante la noche en busca de esa presa fácil -preferiblemente beoda- a la que mancillar. Unos abusos liberticidas que quedan impunes gracias a la ley de la equidistancia: Con la barriga llena el aire tiene un olor diferente. Esta es la forma de avanzar en verdaderas reformas liberales. Un oxímoron en toda regla.
La ansiada transparencia se hace cada vez más opaca en un proceso de digitalización caprichoso empeñado en seguir castigando y protegiendo a los de siempre. ¡Qué más da! Lo importante es profundizar en esta guerra cognitiva capaz de cambiar la forma de entender todos los procesos y conflictos -sean del color que sean-. A posteriori, una “pequeña” redistribución trivial de la carga tributaria termina de “hacer comprender” a la ciudadanía que este esfuerzo se hace por y para ella. Coles de deudas y esterilización de la evasión de papeles verdes como lechugas. ¿Cuánto tiempo le queda al corriente? ¡Los pagos con tarjeta son más limpios -controlables-! Además, impiden la difusión de virus y bacterias impregnados en el papel moneda y la aleación de metal.
Temas tan recurrentes como la migración o los paraísos fiscales son narrados a partir del juego de las cajas chinas. Una serialización de la realidad que permite que los astutos “oficiales financieros”, que se divierten a través de sus negocios sucios, salgan indemnes de sus obligaciones fiscales. ¿Mientras tanto? “Nosotros” -y los “otros”- pagamos impuestos, sueldos de asalariados públicos y rescates financieros. Pobres billonarios y multinacionales globalistas obligados/as a desahogar sus frustraciones entre ríos de Champagne y degustaciones de coños y ostras.
¡Podría ser peor! Alega mi vecina mientras la desahucian.