Hace un par de semanas me referí a la importancia que debería tener en un programa político el desarrollo de iniciativas medioambientales. Opiné que con la proyección y el tratamiento adecuado, estas políticas tendrían el potencial de implementar nuestro modelo productivo, creando riqueza y generando empleo en Ceuta.
Ahora me referiré a la importancia que debe tener para estos mismos partidos, objetivos que tengan que ver con todo lo que se relacione con el área de Fomento, con lo que, urbanismo, construcción, espacios, vivienda, etcétera, supone para la convivencia en la ciudad. Una ardua tarea, no cabe duda, pero… ineludible.
Para quienes afronten el nuevo reto pasadas las elecciones les espera un espinoso trabajo donde convendría señalar un antes y un después. Si se produce un cambio de titular en el Ayuntamiento, no les quedaría otra cosa que ponerse manos a la obra y analizar en profundidad todo lo acontecido hasta el momento a través de las auditorias que correspondan hacer para tomar las medidas que sean necesarias y justas. Y si hay continuidad no le quedará más remedio que auditar y rectificar para no repetir viejos ‘errores’.
En cualquier caso sabemos que en la situación en que se encuentra a día de hoy este área en nuestra ciudad, serán urgentes dos cosas: ¡auditar y actuar! Parece ser que una excesiva burocracia, un bajo rendimiento y la falta de celo de algunos de los responsables de la administración son la causa de la caótica situación en la que se encuentra este trascendental departamento. Al menos esta es la opinión más extendida entre empresarios de la construcción y del gremio de la hostelería principalmente.
¿Por qué esta aseveración? Porque está prohibido mirar para otro lado. In vigilando pues, supone que alguien intencionadamente no cumplió con su deber. En el caso de los empleados públicos, el EBEP (Estatuto Básico del Empleado Público) lo deja claro, “denunciar ante sus superiores jerárquicos cualquier supuesta irregularidad”. Sentencias del Tribunal Supremo enaltecen la importancia que tiene en nuestra sociedad el deber de vigilar y denunciar.
No sería justo pensar que sólo los políticos tendrían toda la responsabilidad aunque, eso sí, han sido imprescindibles en la ecuación ya que se puede demostrar fácilmente que ha habido inacción y que esta actitud se ha mantenido en el tiempo. Este comportamiento permisivo está más claro que el agua y ha dado como resultado una caótica gestión medioambiental, urbanística, económica y laboral.
Es sorprendente que este elemento esté tan asombrosamente arraigado en nuestra ciudad y que sea uno de los ilícitos más comunes. La ineficacia administrativa produce todo un cúmulo de desórdenes, de falta de rigor, de impunidad y transgresiones y lo peor es que lleva décadas produciéndose.
Me cuentan que una gran parcela que un día fue un conocido patio en el centro de la ciudad dará mucho que hablar. A ver…