En las últimas semanas, España ha sido testigo de dos Depresiones Aisladas en Niveles Altos (DANAS) que han generado preocupación y preguntas sobre su frecuencia. Según Samuel Benito, investigador del Instituto de Geociencias del CSIC, estos eventos no son extraordinarios para la época del año. El otoño es una estación propensa a este tipo de fenómenos, especialmente en la península ibérica y la región mediterránea.
La catedrática Natalia Calvo de la UCM también señala que septiembre, octubre y noviembre son meses donde las DANAS son más comunes. «No es sorprendente que hayan ocurrido dos en tan poco tiempo», afirma. Sin embargo, lo que preocupa a los científicos es la creciente intensidad de las precipitaciones asociadas a estas tormentas.
Los expertos están investigando si el cambio climático está aumentando la virulencia de las lluvias. Benito explica que uno de los factores clave es la temperatura del agua del mar Mediterráneo. Las temperaturas más cálidas de lo normal proporcionan más energía y vapor de agua, lo que puede intensificar las tormentas.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los últimos diez años han sido los más cálidos registrados, con el mar Mediterráneo experimentando anomalías térmicas de 1 o 2 grados por encima de lo normal. Este verano se registraron temperaturas récord, alcanzando hasta 28,3 grados frente al litoral valenciano.
Natalia Calvo añade que un mar más caliente se convierte en una fuente significativa de energía, facilitando una evaporación acelerada. Cuando las corrientes de viento arrastran esta humedad hacia áreas montañosas, se enfría rápidamente, provocando precipitaciones extremas, anteriormente conocidas como gota fría.
Los científicos advierten que si no se controla el aumento de la temperatura global, las lluvias podrían volverse más intensas y las consecuencias más graves. Aunque predecir con exactitud estos eventos sigue siendo un desafío, es crucial entender los patrones actuales para mitigar futuros riesgos.