Hace unos días, la Delegada del Gobierno respaldó públicamente la vacunación del Director Territorial del INGESA, Jesús Lopera, llegando a afirmar, no sin cierto “descaro”, que el directivo incluso debió haberse vacunado antes. Debemos manifestar que este hecho nos ha desconcertado, no sólo por lo inusual del mismo, sino por lo que entendemos que supone una absoluta falta de fiscalización por parte de la señora Mateos hacia su subordinado. La máxima representante del Gobierno Central en la Ciudad Autónoma, la autoridad pública a la que habíamos pedido amparo ante una evidente irregularidad, ha optado por una huida hacia adelante. Profundo error. Profunda decepción.
Nuestra democracia afronta hoy en día diversos problemas. Uno de ellos, y no el menor, es la desafección que hacia la política siente una gran parte de la población. Es frecuente oír que todo político busca, ante todo, el beneficio personal, ya sea en forma de lucro económico o de cualquier otro tipo de ventaja social relacionada con su posición. Las causas de esta percepción ciudadana son varias, pero una de ellas, sin lugar a dudas, reside en la hipocresía que la sociedad identifica con el debate público, en la sensación de que para la llamada “clase política” existen dos varas de medir en función de si una conducta reprochable corresponde a un color político u otro. Con su decisión de secundar la actuación del señor Lopera, la Delegada del Gobierno contribuye a que esto continúe siendo así. ¿Acaso la señora Mateos está en contra de las dimisiones del exconsejero Javier Guerrero y su homólogo de la Comunidad de Murcia? En ambos casos hablamos de médicos que han debido de tener multitud de reuniones afrontando la pandemia.
Señora Mateos, por mucho que haya quien se empeñe en mantener lo contrario, el orden de vacunación de personal sanitario, establecido por un grupo de profesionales creado por su Gobierno en base a criterios sanitarios y éticos, no incluye a los directivos. Recordamos que, en su toma de posesión, usted habló de trabajo, ilusión y rigor. Esto último debemos decirle que ha brillado por su ausencia en esta ocasión. Lamentamos decirle que no encontramos ningún rigor en su conducta, similar, por otra parte, a la del señor Lopera, quien tomó una decisión anteponiendo sus intereses personales a los del colectivo. Señora Delegada, su subordinado se vacunó sin que le tocase y aunque ello supusiera poner en la picota la ejecución del plan de vacunación y sacrificar la transparencia del proceso. Por desgracia, usted considera que lo apropiado es mantenerlo en su posición y no censurar su flagrante falta de honestidad pública. Desconocemos los motivos que le llevan a ello, pero queda en evidencia ante toda la población. Nosotros, por nuestra parte, continuaremos denunciando lo que, entendemos, es un abuso de autoridad que ha perjudicado a los trabajadores del INGESA. Como sindicalistas, creemos en el servicio público, en la política como método de resolución de conflictos en las sociedades complejas y democráticas. Estamos convencidos de que, tarde o temprano, alguien de su partido pensará en el bien común.