Más de 60.000 personas se congregaron para ver el partido de La Liga Iberdrola, nombre del campeonato de primera división del fútbol femenino, entre Atlético de Madrid y Fútbol Club Barcelona en el estadio Wanda Metropolitano. Perdieron las locales y se aprieta la competición, pero no vamos a hablar de eso.
La magnitud del récord
Durante la presente temporada solo hay dos campos de fútbol masculino que puedan presumir de mantener una media de asistencia de más de 60.000 espectadores por partido. Como alguien ya puede haber intuido, hablamos del Camp Nou y el Santiago Bernabéu. El tercero en la lista,se queda a casi 2.000 espectadores de la cifra anterior. Es el propio Wanda Metropolitano.
Únicamente 3 estadios de fútbol en España, además del Wanda, tienen capacidad para acoger este encuentro. Camp Nou, Santiago Bernabéu y Benito Villamarín. Aunque este último lo haría dejando fuera a 19 personas. Tiene capacidad para 60.720 espectadores y el total de asistencia al partido de fútbol femenino fue de 60.739. Al siguiente estadio en la lista, le faltarían más de 5.000 localidades para dar cabida a esa cifra de público. Hablamos nada más y nada menos que de un templo futbolístico como Mestalla. Esto significa que 16 equipos de la Liga Santander, salvo que amplíen sus estadios, nunca sabrán lo que es meter a más de 60.000 gargantas en sus campos.
Este récord de asistencia no es el primero en lo que va de año. En enero, un encuentro de cuartos de final de la Copa de la Reina, que enfrentó a Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid reunió en San Mamés a casi 50.000 personas.
El fútbol femenino se encuentra en una situación de clara tendencia al alza. Ahora que ha conseguido “romper techos” lo importante es que logre mantenerse. Para ello, no solo es necesario que se diseñen estrategias adecuadas para impulsar la afición al fútbol femenino en nuestro país, sino que también es igual de importante que el estatus que tiene una futbolista profesional se iguale al de un futbolista.
El caso de Estados Unidos
En países con una tradición «futbolera» menos reciente que la nuestra, el fútbol femenino está incluso por encima, al menos en cuanto a afición al deporte y éxitos cosechados, que su versión masculina. Sin embargo, la cuestión salarial ya es otra historia, por desgracia.
Un ejemplo claro de la situación anterior es la que vive el fútbol en Estados Unidos. Es el deporte más practicado por niñas menores de 18 años. La selección femenina es la que más mundiales ha ganado en la historia, además de cosechar también 3 oros olímpicos. Los estadounidenses pueden presumir de tener entre sus nacionales a varias de las futbolistas más famosas del planeta. No en vano, en 2015 la final del mundial de fútbol femenino, fue el segundo evento deportivo más seguido en el país del Tío Sam, solo superado por la todopoderosa Super Bowl.
En 2016, un grupo 5 jugadoras de la selección de fútbol femenino, entre ellas Hope Solo y Alex Morgan, presentaron una queja ante la Comisión de Igualdad de Oportunidades en la que reclamaban igualdad salarial entre los combinados nacionales de ambos sexos. Los jugadores de la selección absoluta estadounidense cobraban un 40% más que ellas por jugar el Mundial de Fútbol. Sin embargo, la selección masculina costaba dinero a la Federación norteamericana y la selección femenina aportó beneficios de 4 millones de dólares. El Senado aprobó una propuesta no vinculante para acabar con esta discriminación salarial. Pero solo fue un bonito gesto. Tras años de conflicto sin solución, el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, 28 jugadoras de la Selección pusieron una demanda federal a la Federación de fútbol por discriminación salarial institucionalizada.
Situación en España
En España la situación del fútbol femenino es todavía más precaria. Hasta el verano del año pasado no se aprobó que las futbolistas de la Liga Iberdrola, la máxima categoría del fútbol femenino, ingresasen al menos el Salario Mínimo Interprofesional. Una cantidad que esta muy lejos del sueldo mínimo que recibe un futbolista varón, que es de 155.000/año euros para los de primera división y casi 80.000/año euros para los de segunda. Esto es debido a la diferencia abismal de presupuestos entre las secciones masculinas y femeninas de cada club. El F.C. Barcelona, por ejemplo, tiene un presupuesto de unos 4 millones de euros para su equipo femenino. El del equipo masculino asciende a 960 millones. Actualmente se esta negociando un salario mínimo para las futbolistas de 14.000 euros al año, pero la gestión de los ingresos por derechos audiovisuales enquista la negociación.
Otro ejemplo sangrante: El premio por ganar la Copa del Rey en categoría juvenil masculina, 15 a 18 años, es de 3.000 euros. La última edición de la Copa de la Reina (categoría absoluta) no tuvo premio económico. Es más, no estuvo presente ni la Reina. Peor aún, no fue televisada porque coincidía con la emisión de dos partidos de Segunda División, masculina por supuesto. El Atlético de Madrid, por ganar la Liga Iberdrola, máxima categoría del fútbol femenino, en 2017 recibió 1.352 euros. Más o menos 50 euros por cada jugadora. La prima para el equipo campeón de la Liga Santander, máxima competición nacional masculina, es de 20 millones de euros. Sí, 20 millones para el equipo de hombres campeón y 1.300 euros para el equipo de mujeres campeonas.
Las futbolistas mejores pagadas
El salario de la futbolista mejor pagada del mundo, Marta Rivieira da Silva, es de unos 500.000 dólares al año. Cifra similar a la que cobra el jugador peor pagado del Real Madrid, Borja Mayoral (cedido al Levante). La segunda mejor pagada, Alex Morgan, recibe aproximadamente 450.000. A partir de aquí, no hay ninguna jugadora en el mundo que cobre más de 120.000 euros anuales. Es decir, solo dos jugadoras en todo el mundo sobrepasan el salario mínimo de un hombre en LaLiga. El jugador mejor pagado del mundo, cobra en una semana unos 200.000 euros más que Marta Riviera en un año.