Fernando Garrido Robres, pintor madrileño afincado en Ceuta, expone en el Museo del Revellín «Huellas de Robres». Un recorrido por sus casi dos décadas de trabajos en el mundo del arte que se podrá disfrutar hasta el 11 de enero del próximo año
Cuando una entra en la sala de exposiciones, el primer choque sensitivo es en la nariz. Aunque algunos cuadros estuvieron realizados hace más de 15 años, el disolvente, las tierras, los pigmentos, las tintas…, todo huele y te resume parte del proceso creativo de Robres pese a tener los ojos cerrados. Antes de utilizarlos, el artista ha investigado «el proceso que llevan todos estos compuestos químicos«, nos cuenta.
Marruecos, Ceuta o el caballo ocupan paredes donde es fácil percatarse de que Robres ha mantenido a lo largo de los años una fascinación por determinados elementos simbólicos. Nos interesamos por unas líneas que se repiten dentro de varios marcos. Es un Vegvísir vikingo, «una brújula, un símbolo mágico para no perderte», nos explica Robres.
Entre Ceuta, Sevilla, Linares y, por supuesto, Toledo, Garrido Robres ha ido buscando sin rumbo fijo entre materiales y técnicas, dejando un legado que nos permite seguir sus pasos, plasmados con tinta china, de esta que no se borra, como sus «Huellas«.
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