Desde que comenzó, lo que los medios corporativos denominan la guerra entre Israel y Hamas, la retórica que está presente en casi todos, es que esta nueva situación se debe a que un grupo terrorista ha lanzado un ataque feroz contra pacíficos e inocentes civiles, los han asesinado y a muchos los han secuestrado, queriendo hacer creer a la opinión pública que es otro caso de ataque terrorista, perpetrado con el único motivo, del siniestro odio que los árabes tienen por los judíos.
Pero la realidad es otra muy distinta, ahora expuesta de forma inmediata por las redes sociales e internet, que retransmiten en tiempo real los acontecimientos que se desarrollan en Palestina, por lo que cada vez la manipulación obscena de esos medios de comunicación corporativos en manos del lobby israelí en occidente, ya no pueden ocultar una realidad aplastante:
Se está cometiendo un genocidio, un exterminio físico de lo que para Israel no son más que animales. Por lo que ahora, les llega una oportunidad estupenda, para perpetrar lo que llevan décadas planeando. La erradicación final del problema indígena palestino.
Desde 2007, Gaza se ha convertido en el mayor campo de concentración de la historia y esto es algo que no se ha tratado convenientemente.
Desde el año 2007 y de la mano de los diferentes gobiernos derechistas y finalmente la gran coalición de derechas en la que ha terminado el laberinto político israelí, (con su líder Netanyahu, acusado y condenado por corrupción, que además necesita permanecer en el poder para no ser encarcelado) y que viene gobernando Israel de forma autoritaria junto con lo más radical y extremista de los ultras sionistas.
Las políticas centrales de estos gobiernos han consistido en incrementar y financiar la creación de miles de asentamientos ilegales, colonizando más y más tierras palestinas. Esta política colonialista, ha traído en consecuencia, una diáspora lenta pero sin pausa de miles de palestinos, expulsados de sus tierras y convertidos en refugiados en su propia patria.
Todo ese flujo migratorio de refugiados, sin otra opción, tuvieron que instalarse en la reserva indígena palestina de Gaza, que en una superficie de 45 km2, conviven casi 2.500.000 de personas, la mayoría musulmanes pero también, palestinos cristianos, que en Gaza tienen sus principales santuarios sagrados.
Aproximadamente la mitad de toda esta población hacinada, son refugiados forzados por el robo y colonización de sus tierras, sus aldeas y sus ciudades.
Los métodos usados por los colonos extranjeros, todos armados con lo mejor de la industria armamentística, para el robo, saqueo y expulsión de sus habitantes podrían catalogarse de los peores que fueron usados para la colonización de África. Humillaciones, violaciones. Les cegaron los pozos, les arrancaron sus olivos y frutales, les volaron la infraestructura eléctrica y finalmente las excavadoras les demolían sus casas. Siempre bajo la vigilancia del ejército sionista y todos con el dedo en el gatillo, con carta blanca para usarlo cuando quisieran.
A través de enormes presupuestos, todas estas tierras desocupadas a la fuerza de sus habitantes, en las que residían más de un millón de palestinos, familias y linajes de siglos de historia en estas tierras. Son urbanizadas rápidamente y convertidas en barrios enormes. Estos cientos de colonias, (ilegales según todos los mandatos de la ONU, pero que Israel, con ese don especial que tiene, hace lo que quiere y no pasa nada), han sido habitadas por miles de colonos extranjeros, la mayoría de Europa central y EEUU.
Estos miles de colonos, reclutados de los barrios judíos marginales, sobre todo de países como EEUU, Ucrania, Hungría y también de Sudamérica como Argentina y Chile, etc., deciden marchar a la tierra prometida de Israel, seducidos por los magníficos planes económicos que el gobierno tenía preparado para ellos.
Ubicados cómodamente en barrios residenciales y protegidos por los muros de la vergüenza, la sofisticada muralla de cemento y tecnología punta, diseñada para mantenerlos aislados y protegidos de las vecinas reservas palestinas.
Pero además y por precaución, van a tener a su disposición todo un arsenal de armas personales y la protección del ejército de ocupación, garantizando de esta manera la seguridad de los colonos frente a los salvajes palestinos que viven al otro lado del muro. Y por si fuera poco, manos libres para acosarlos, dispararles, o cualquier cosa que quieran hacerles, así se convencerán que es mejor para ellos irse, buscar refugio en otro lado. Nada puede salir mal, (imagino que pensarían, por la cantidad de colonos que respondieron a la llamada de Israel, lo cierto es que todas esas enormes barriadas fueron ocupadas por miles de colonos extranjeros con sus familias).
En este gigantesco sistema de seguridad, la millonaria industria de protección y vigilancia israelí, expuso todo su catálogo tecnológico, vendiendo una imagen comercial a nivel internacional como la mejor del mundo, demostrado de forma práctica por su invulnerabilidad. Hoy es una de las principales industrias del país, que exporta al mundo entero su tecnología y métodos.
Pero de repente, todo va a salir mal. Y esto es algo que no se puede permitir. Ahora de repente tienen la excusa perfecta. Es tiempo de poner en práctica la solución final del problema Palestino. SU ANIQUILACION.