Gisèle Pelicot, víctima de múltiples violaciones perpetradas por su propio esposo mientras estaba bajo los efectos de somníferos, ha declarado sentirse «completamente destruida». A sus 72 años, Gisèle enfrenta un proceso judicial que busca justicia por los abusos sufridos durante casi una década.
Durante una sesión en el Tribunal de Aviñón, Gisèle se dirigió a las mujeres que apoyaban a los acusados, recordándoles que ella también pensaba que tenía «un hombre excepcional». Sin embargo, advirtió que el perfil de un violador puede estar presente en cualquier entorno cercano, ya sea familia o amigos.
Convertida en un símbolo feminista en Francia, Gisèle asiste al juicio diariamente, no solo por ella misma, sino por todas las víctimas de violación. Su presencia es un acto de resistencia y un llamado a la acción para quienes la apoyan tanto en los tribunales como en las redes sociales.
«Para mí son violadores y lo seguirán siendo,» afirmó Gisèle, quien ha tomado conciencia de que no debe sentir vergüenza por lo que sufrió. Ha sido clara en su deseo de que su caso inspire a otras víctimas a hablar y buscar justicia.
Gisèle ha permitido que se muestren vídeos de las violaciones en el juicio, con la esperanza de que esto anime a otras víctimas a no tener miedo ni vergüenza. Insiste en que la vergüenza debe cambiar de bando, y que las víctimas no deben ser cuestionadas.
En respuesta a las disculpas de algunos acusados, Gisèle ha sido contundente: «Se excusan ellos mismos,» dijo, rechazando cualquier intento de minimizar la gravedad de los crímenes cometidos contra ella.
El apoyo a Gisèle ha sido significativo. En las inmediaciones del Tribunal de Aviñón, pancartas y manifestaciones han mostrado solidaridad con ella y con todas las víctimas de abusos sexuales. Una pancarta rezaba: «Una violación es una violación,» mientras que otra daba la bienvenida a un grupo de feministas españolas que se unieron a la causa.
Con cada día de juicio, Gisèle Pelicot reafirma su compromiso de luchar por la justicia y de cambiar la narrativa que rodea a las víctimas de violación. Su historia es un poderoso recordatorio de que la resiliencia y el coraje pueden desafiar incluso las circunstancias más devastadoras.