Llamar «esenciales» a las personas que han estado al pie del cañón para cuidarnos desde el inicio de la pandemia, justamente hace un año, no sería justo. El dicho de «nadie es imprescindible» se nos cae en el caso de todas las personas que han estado dándolo todo durante el estado de alarma para que las cosas siguieran funcionando dentro de la «anormalidad» de la situación que nos tocó vivir durante uno de los momentos más duros de nuestras vidas
A decir verdad todavía podemos contar con personas que han vivido otros momentos difíciles en el pasado, situaciones trágicas provocadas por nosotros mismos (los efectos de una guerra fratricida el siglo pasado) pero seguro que no han vivido una pandemia con los efectos tan devastadores como la que estamos sufriendo en estos momentos.
Queremos hacer un pequeño homenaje a esas personas que lo han dado todo para que las demás consiguiéramos pasar el momento lo mejor posible, las que nos ayudaron a superar nuestro miedo al maldito «bicho» que se instaló en nuestras vidas y que se ha llevado a muchas de nuestras personas más queridas. No están todas las que estuvieron trabajando sin descanso durante los meses más duros del confinamiento, pero nos acordamos de ellas igualmente porque reconocemos lo importante que fueron para nuestras vidas.
El Foro de Ceuta ha recopilado algunos testimonios de personas que fueron «imprescindibles» y así nos transmitieron lo que sintieron cuando se dieron cuenta que eran «nuestras personas esenciales», porque todas ellas eran LAS MEJORES.
El estado de alarma lo vivimos con mucho estrés pero con esperanza. Teníamos la responsabilidad de atender las urgencias guardando todos los protocolos de seguridad para no contagiarnos con el virus y a la vez poder asistir a los pacientes con todas las garantías. Hemos perdido muchos compañeros, amigos y familiares por eso pedimos a las personas ser más responsables que nunca. Daremos todo lo mejor de nosotros aunque estemos expuestos a la muerte.
Los tripulantes del buque Pasión Por Formentera de la compañía Baleària estuvimos realizando la línea Algeciras- Ceuta-Algeciras donde hemos sentido momentos difíciles pero al mismo tiempo aportando nuestro valor para poder llevar a la Ceuta productos esenciales y ayudar a los pasajeros para que llegaran a sus hogares viajando seguro, cumpliendo con todas las medidas y protocolos de seguridad sanitarios. Recordad que después de la tormenta llega la calma.
Trabajar en pandemia fue trabajar distinto a lo que estábamos acostumbrados. Tuvimos que ampliar un turno de reserva por si algún grupo se contagiaba. Lo que más nos llamó la atención fue las medidas de protección que tuvimos que tomar, siempre desinfectando los vehículos, los guantes de nitrilo, las mascarillas etc. No podíamos cruzarnos en los relevos con el turno que entraba para no tener contacto unos con otros. Un ambiente muy frío. Había muchas menos salidas. Creo que somos el único colectivo dependiente de la ciudad que todavía mantiene las medidas de protección extremas. No podemos venir al parque si no estamos de guardia. En los servicios no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, un ejemplo es cuando teníamos que ir a mover a alguna persona mayor teníamos que ponernos los equipos EPI´s. Era muy incómodo al mismo tiempo que necesario para nuestra seguridad.
El ser trabajador esencial durante la pandemia ha sido duro pero bonito por haber ayudado a la gente. No dábamos abasto de tantos pedidos que había porque nadie podía salir a la calle. Ha sido muy bonito poder estar ayudando a la comunidad en estos momentos.
En mi caso, yo he trabajado durante el estado de alarma en el CETI y la verdad que fueron momentos muy duros, tanto en el trabajo como en casa. Teníamos que salir a la calle y teníamos ese miedo de que al volver pudiéramos contagiar a alguien de la familia. También fueron momentos bonitos por el trabajo que realizamos. Todo estaba coordinado para que saliera bien. Todo el mundo colaboró, desde la empresa, la dirección del centro y los residentes. Estábamos muy cansados por tantas horas pero el resultado final fue lo mejor: NO tuvimos ningún positivo en el centro. Sin duda lo mejor y gracias al trabajo de todas las personas del CETI.
Durante el estado de alarma estuve destinada en la unidad de seguridad ciudadana, en la Unidad de Prevención y Reacción. Mis compañeros y yo patrullamos cada día las calles que estaban desiertas informamos a los ciudadanos y les prestamos ayuda en todo lo que nos solicitaban. Cuando terminaba mi jornada laboral volvía a casa con mis hijos, ellos sabían que algo grave estaba pasando en el mundo para que yo, su madre, no les abrazara y besara como todos los días. Ellos no lo entendían. Las noticias, los fallecidos, las patrullas por calles desiertas no ayudaban. En mi caso me vi afectada en lo personal ya que hubo un fallecido en mi familia. Era muy duro volver cada día al trabajo teniendo una carga emocional tan dura.
Me siento muy orgulloso y creo que puedo hablar por parte de todos mis compañeros de la Empresa de Autobuses Hadú Almadraba de haber sido imprescindible para ayudar a la ciudadanía en los tiempos tan difíciles después de declararse el estado de alarma por la pandemia. Estar en primera línea ha sido un honor. El estado de alarma lo viví como casi todo el mundo, con incertidumbre e inquietud por no saber a qué nos estábamos enfrentando. Conclusión: Nos queríamos comer el mundo y al final el mundo nos consume a nosotros.
Lo que sentimos al principio fue mucho miedo a una cosa que era desconocida. Teníamos que salir a la calle con ese bicho y sentíamos mucho miedo y respeto, porque todo el mundo tenemos en casa a familiares que no salían, personas mayores y niños. Fuimos importantes para las personas usuarias de Correos, eso está claro pero a mi parecer no deberíamos haber sido esenciales para repartir cartas, impresos o paquetes. El Estado decidió que teníamos que salir y así lo hicimos. Había un ambiente muy crispado entre los compañeros, porque había mucha tensión, todo debido al miedo. Pienso que esto acabará y volveremos a la normalidad.
Llevo 35 años en el taxi y el estado de alarma ha sido un caos para nosotros. Desde que empezó no hemos recuperado nada de lo que llevamos perdido. Estamos a base de ayudas que no llegan. Teníamos mucha precaución al principio y nos fuimos adaptando a las medidas, las mascarillas, los geles. El problema es que no había gente en la calle, no teníamos viajeros excepto las personas que necesitaban ir al médico o hacer alguna gestión. Pero nos pasábamos horas muertas en las paradas. La solución es la vacuna, es la única esperanza para poder movernos tranquilos de nuevo.
Guerra. Ha sido una guerra contra el virus.
Entiendo que hay mucha gente que habla de manera ingenua, optimista o benévola del coronavirus y lo que la pandemia significa. La libertad de expresión está ahí y cada uno puede decir lo que le parezca, pero claro, si yo hoy dijera que la tierra es plana, la ciencia viene y me da un «zasca» en toda la cara. Lo mismo está pasando con el coronavirus. Basándonos en la evidencia y en la ciencia sabemos que estamos en una guerra epidemiológica.
El lado positivo de esta pandemia ha sido que se crearon fuertes vínculos entre la comunidad educativa, el alumnado y las familias. También ha servido para que se nos reconozca el trabajo por la labor de enseñar a través de plataformas on-line y a su vez por animar a los alumnos a que era muy necesario no perder el hilo del aprendizaje.
Lo vivimos con bastante miedo porque la gente se quedaba en casa mientras nosotros estábamos aquí atendiendo al publico. Las gasolineras fueron consideradas como una actividad esencial para que las personas pudieran moverse con sus vehículos en los momentos que se estaban viviendo. Éramos trabajadores esenciales para estar aquí durante el estrado de alarma pero sin embargo no lo somos para el tema de vacunaciones.
La Comandancia General de Ceuta con su disponibilidad, versatilidad y siendo siempre resolutiva, cumplió su misión durante la Operación Balmis; pero no puede olvidar el gran apoyo recibido por la sociedad ceutí a la que sirve y de la que está enormemente orgullosa. «Con el esfuerzo de todos saldremos adelante».
Me quedo con la capacidad de adaptación de la gente y que, como trabajadores esenciales, hemos estado al pie del cañón dándolo todo para poder atender las necesidades de las personas. El trabajo en la farmacia ha cambiado respecto a la normalidad, hemos tenido que adaptar las medidas de seguridad frente al virus instalando mamparas y las demás medidas higiénicas, por lo demás, hemos seguido dispensando los medicamentos normalmente.
Hemos trabajado con miedo y con mucho respeto. Vernos en la situación de que todo el mundo estaba limitado de movimientos y que teníamos que estar presencialmente atendiendo al público en la tienda era de gran responsabilidad. Pensábamos en los clientes que no podían salir de sus casas, las personas mayores sobre todo al ser de riesgo y decidimos llamarlos uno a uno y ofrecernos para llevarles la compra a sus casas y aprovechamos para preguntarles cómo se encontraban, eso nos hizo comprender de lo importante que éramos en esos duros momentos. El primer día que se estableció el confinamiento no se me olvidará nunca, sentimos el miedo de la gente a sentirse desabastecidos porque empezaron a venir clientes y quedarnos sin nada en pocas horas.
Pues al principio de la pandemia supongo que me sentí como todo el mundo, te quedas catatónica, no sabes por dónde te viene todo esto. Tu vida cambia de repente sobre todo si tienes hijos porque es difícil combinarse en el plano familiar. Llevo mucho tiempo como voluntaria del Banco de Alimentos y es cierto que días antes me había dado un descanso pero me llamó el presidente diciéndome que toda la ayuda era poca. Cuando te metes en la dinámica de ayudar a la gente, sinceramente a mi se me olvidó que estábamos en pandemia porque no parábamos de trabajar, día y noche. Teníamos que recoger mercancía, arreglar el almacén y estar en la oficina preparando todo para atender a las personas que más lo necesitaban en esos momentos.
Desde el minuto cero del inicio de la Pandemia dimos un paso adelante en la gestión de la misma, a disposición de las personas y haciendo realidad nuestro lema: Cruz Roja cada vez más cerca de las personas.
El principio del estado de alarma fue un caos y sentía mucho miedo. Salir a la calle sin saber si podrías infectarte y contagiar a los usuarios nos hacía estar inseguras. Muchos usuarios a los que teníamos que atender renunciaron al servicio por miedo. Eran personas mayores o dependientes y no querían que nadie entrara en sus casas. Poco a poco fue mejorando.
Creo que la pandemia ha dejado claro que el periodismo es un servicio esencial. Los trabajadores de los medios de comunicación hemos estado día a día informando a la ciudadanía de lo que estaba ocurriendo en cada momento, resolviendo las dudas que les planteaba cada normativa que se ha venido publicando y entreteniendo con diferentes formatos en momentos duros como el confinamiento.
Otro aspecto para destacar es la irrupción de las nuevas tecnologías como nuevo canal de comunicación entre los medios, los protagonistas y la audiencia. Conexiones por plataformas como Skype, Zoom o simplemente el teléfono que antes descartamos por falta de calidad han venido para quedarse.
El orgullo y la fortuna de formar parte de un equipo (RTVCE) que ha diseñado y se ha adaptado de un día para otro a formatos y formas de trabajo diferentes con el objetivo de ofrecer al ciudadano el servicio público esencial de informar, formar, entretener. La pandemia ha revolucionado nuestra manera de trabajar y nuestras rutinas de producción. Me gustaría poner en valor el trabajo de muchas personas que no son visibles en pantalla pero que son imprescindibles para que salga el producto que deseamos y que también han estado al pie del cañón en todo este tiempo.
Poca desconexión o ninguna. A los periodistas nos gusta vivir y contar momentos importantes. Este es histórico. Tanto que hemos tenido muy poco tiempo (o ninguno) para desconectar, seguir recabando información, analizando datos, resumiendo normativas… para continuar con nuestra labor al día siguiente. Creo que ese ‘estrés’ laboral me ha ayudado a no pensar mucho en los riesgos a los que todos estamos expuestos en la pandemia.
Gracias a todos los que colaboraron para que el bicho no fuese tan agresivo gracias también a los que se fueron intentado salvarnos y gracias a los que no hicieron nada nos a endurecido por no facilitarnos cosas y bienestar
Quiero dar las gracias a los conductores de autobuses que se han dejado la piel desde el principio y sin ninguna protección (como pantalla protectora) y con medios mediocres pagados por ellos mismos. Muchas gracias.
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