El pasado fin de semana, el FC Barcelona arrasó al Real Madrid con un contundente 5-0 en la final de la Supercopa de España femenina. Sin embargo, este importante evento deportivo, disputado en el estadio de Butarque, no logró captar la atención esperada. Ni las gradas se llenaron ni la audiencia televisiva fue destacable, evidenciando una realidad preocupante: el fútbol femenino sigue sin cuajar en España.
Un clásico sin repercusión
Aunque 9.452 espectadores asistieron al estadio —una cifra superior a la habitual en la Liga F—, Butarque, con capacidad para 12.454 personas, no logró colgar el cartel de «No hay billetes», a pesar de que los precios de las entradas eran accesibles, con un coste inferior a 20 euros. En televisión, el partido registró un discreto 8,6% de share y apenas 465.000 espectadores. Contrastando con el éxito de la Supercopa masculina, celebrada en Arabia Saudí y con una audiencia masiva, el torneo femenino pasó casi desapercibido.
El retraso en el anuncio de la sede por parte de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y la falta de figuras destacadas del Gobierno en el evento tampoco ayudaron a su promoción. La ausencia del presidente de la RFEF, Rafael Louzán, por problemas de vuelo, y la decisión de las autoridades gubernamentales de enviar representantes de segundo nivel, subrayaron la falta de apoyo institucional.
La competitividad, un problema clave
El dominio abrumador del FC Barcelona en el fútbol femenino español es otro factor que contribuye a la falta de interés. El equipo azulgrana no solo ha ganado todos sus partidos de la temporada, sino que también lidera cómodamente la Liga F, está en los cuartos de final de la Copa de la Reina y ya ha sumado la Supercopa a su palmarés. Esta superioridad deja al resto de los equipos a años luz y reduce el atractivo competitivo de las competiciones.
Pese a la inversión económica, con el Barcelona ingresando 17,9 millones de euros y el Real Madrid 10,5 millones, el desequilibrio en el campo es evidente. La falta de sorpresas o rivalidades reñidas hace que los espectadores pierdan el interés, ya que los resultados parecen predecibles incluso antes de que el balón eche a rodar.
Un futuro incierto para grandes proyectos
Ante este panorama, resulta difícil imaginar que el fútbol femenino español pueda replicar el modelo de la Supercopa masculina en Oriente Medio, como plantea la RFEF. Aunque el acuerdo podría generar más ingresos, el interés del público local y la rentabilidad del evento son inciertos, considerando el escaso impacto que tiene actualmente en España.
Avances laborales, pero con críticas
En el ámbito laboral, el reciente convenio firmado entre la Liga F y los sindicatos FUTPRO, Futbolistas ON y CCOO, que estará vigente hasta 2026, ha traído mejoras económicas. Las jugadoras tendrán un salario mínimo bruto anual que irá aumentando de 21.000 euros en la pasada temporada a 28.000 euros en la campaña 2025-2026, siempre que se cumplan objetivos. No obstante, este acuerdo ha sido criticado por AFE y UGT, que consideran las cifras insuficientes.
El reto del fútbol femenino en España
A pesar de los esfuerzos en promoción y las mejoras laborales, el fútbol femenino en España sigue enfrentándose a grandes desafíos. La falta de competitividad, el escaso seguimiento del público y la indiferencia institucional son barreras que deben superarse si se quiere que el deporte despegue.
Por ahora, el FC Barcelona sigue dominando sin oposición, pero el verdadero reto será lograr que las gradas se llenen y que el interés por el fútbol femenino crezca de forma sostenida. El tiempo dirá si este deporte logra encontrar su lugar en el panorama deportivo español.