La ONG exige que el Gobierno corrija y ponga al día las etiquetas de la DGT tal y como se comprometió en 2020 y no ceda a las presiones de la industria automovilística, que logró parar esa iniciativa
Esta mañana activistas de Greenpeace han accedido a las instalaciones de un gran grupo de automoción en Villaverde (Madrid) para desplegar una enorme pancarta con forma de etiqueta de la DGT sobre decenas de automóviles. Bajo el texto “ECO tongo. DGT cambia las etiquetas ¡ya!” la organización ecologista ha reclamado a la Dirección General de Tráfico que reforme los distintivos ambientales de los vehículos, pues aseguran que no son fieles a la realidad en cuanto a lo que estos «contaminan y condicionan aspectos como las rebajas fiscales o el libre acceso a las nuevas Zonas de Bajas Emisiones, obligatorias en 150 ciudades a partir de enero de 2023″.
Greenpeace denuncia que el etiquetado actual es un “coladero” para tecnologías contaminantes, como el gas fósil (mal llamado “natural”), que a su juicio disfrazan de verde la industria y confunden al consumidor. «Así, cualquier vehículo (coche, furgoneta o camión) que funcione con gas licuado o comprimido disfruta del distintivo ECO de la DGT, lo que les otorga importantes beneficios fiscales y normativos. Sin embargo, los vehículos de gas liberan grandes cantidades de partículas contaminantes y peligrosas asociadas con el cáncer, el alzheimer y enfermedades cardíacas y respiratorias, además de contribuir de manera similar que los vehículos diésel o gasolina a la crisis climática».
La propuesta ecologista para reformas las etiquetas
Una vez que el Gobierno anunció, a mediados de 2020, su intención de reformar las etiquetas de la DGT, las entidades ecologistas Greenpeace, Fundación Renovables, Ecodes, Ecologistas en Acción y Transport & Environment lanzaron una propuesta de mejora que corregía los fallos del sistema actual e incorporaba las emisiones de CO2 como criterio de clasificación ambiental. No obstante la DGT decidió hacer «caso omiso» a las recomendaciones ecologistas y ceder a las presiones de la industria del automóvil y bloqueó la reforma de las etiquetas bajo el pretexto de “acordar los criterios de etiquetado con los fabricantes”. Una posición que la ONG considera inaceptable y «que demuestra cómo la DGT diseña sus etiquetas anteponiendo los intereses de la industria del motor frente a la salud de las personas y la protección del medio ambiente».
Etiquetas diseñadas para el lavado verde de la industria
Los fallos del actual sistema de etiquetado ambiental también afectan a otros vehículos, como los microhíbridos, calificados como ECO a pesar de que la aportación eléctrica es mínima, o los híbridos enchufables etiquetados como “CERO emisiones” pese a que cuentan con motor de combustión y tubo de escape. «El Gobierno de España se comprometió a corregir los fallos de las etiquetas en 2020. Sin embargo, la DGT se ha plegado a los intereses de la industria para bloquear esta revisión, permitiendo que haya miles de vehículos contaminantes etiquetados como CERO y ECO cuando no lo son», ha declarado Adrián Fernández, responsable de la campaña de movilidad de Greenpeace.
«La DGT se ha convertido en una agencia publicitaria de lavado verde de la industria del motor. Pero las etiquetas son solo uno de los engranajes de la inmensa lavadora con que el sector está hace pasar vehículos contaminantes como limpios», ha apuntado Francisco del Pozo, coordinador de la campaña de combustibles fósiles de Greenpeace.
Una nueva investigación de la Universidad de Harvard encargada por Greenpeace Países Bajos, Three shades of green(washing), ha revelado el uso descarado del lavado verde y el simbolismo para sacar provecho de la crisis climática en las redes sociales de las marcas de automóviles junto con compañías aéreas y empresas energéticas de Europa. El estudio muestra que solo uno de cada cinco anuncios de coches «verdes» vendía un producto, el resto funcionaba principalmente para presentar la marca como verde. Por ello Greenpeace y otras 40 organizaciones están impulsando una Iniciativa Ciudadana Europea (ECI, en sus siglas en inglés), que pide una nueva ley similar a la del tabaco que prohíba la publicidad y el patrocinio de los combustibles fósiles en la Unión Europea.