Por José Antonio Sánchez Gómez
La modificación de la ley sobre salud sexual y reproductiva establece un apartado exclusivo para prevenir y erradicar este tipo de violencia al igual que para reparar el daño en las mujeres. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia obstétrica es aquella que reciben las mujeres en el momento del parto. Puede ser física, verbal o derivada de procedimientos médicos no consensuados con la mujer
La relatora de Naciones Unidas para la violencia contra la mujer, Dubravka Simonovic, emitió un informe el pasado 19 de julio donde corrobora el término ‘’violencia obstétrica’’ con el significado correspondiente al explicado. El informe de 26 páginas de extensión insta a los Estados miembros de la Unión Europea a trabajar en la erradicación de este tipo de violencia que se ejerce contra las mujeres ‘’hay que seguir visibilizando la violencia obstétrica y enfrentando las injusticias con todos los mecanismos a nuestro alcance. La incorporación del concepto por parte de la ONU supone un reconocimiento a todas aquellas mujeres que compartiendo el testimonio de su historia personal y litigando han hecho visible lo que hasta hace poco era considerado como meras anécdotas por la mayoría de la sociedad’’ dijo la relatora Dubravka Simonovic.
En el año 2018 de los 250.000 partos atendidos en el Estado Español en 68.000 se utilizó una episiotomía
Técnicas como la episiotomía, que consiste en realizar un corte del perineo materno, únicamente son necesarias en el veinte por ciento de las veces que se realizan, según datos de Mardsen Wagner, ex director del Departamento de Salud Materno-Infantil de la OMS. La practica de la episiotomía, en algunas ocasiones, puede derivar en infecciones, dado que se encuentra en una zona próxima a la vejiga y al ano, dificultades para realizar movimientos y con ello la crianza de los recién nacidos, molestias durante las relaciones sexuales e incontinencia urinaria y/o fecal.
Según cifras oficiales del Ministerio de Sanidad, la práctica de la episiotomía descendió considerablemente entre los años 2010 y 2018. En el año 2010 de los más de 330mil partos atendidos casi la mitad precisaron esta intervención. La cifra fue en descenso hasta el año 2018 donde de los más de 250mil partos atendidos, 68mil recibieron la episiotomía. Descendió casi un catorce por cierto, cifra que aún sigue siendo demasiado elevada, según la jurista Francisca Fernández Guillen, experta en negligencias médicas y Premio a la defensa de los Derechos Humanos en el Nacimiento por la organización internacional Human Rights in Childbirth.
El Parto es Nuestro es una asociación feminista formada por usuarias del sistema sanitario que pretende mejorar la atención de las madres y sus hijos e hijas. Desde esta asociación manifiestan que el uso de ciertas técnicas desaconsejadas se sigue manteniendo por varias razones: ’’En el informe de la relatora de Naciones Unidas esta muy claro: falta de recursos y de formación. Esos factores llevan a que haya mucha prisa por terminar partos y a que no se le dedique el tiempo que se necesita a las mujeres. Las condiciones de trabajo, que no son las adecuadas para muchos profesionales, y el hecho de la escasa formación en la atención al parto normal. Por ejemplo, que un ginecólogo tenga que estar en un parto cuando las profesionales que tienen una formación suficiente como para atender un parto sin complicaciones son las matronas. Hay una deficiencia de formación, primero con perspectiva de género en medicina, pero también la falta de recursos, tiempo y espacio para que las mujeres puedan tener una buena atención. En general, la atención medica suele abusar de esa prepotencia del médico como el único que sabe y se limita mucho la autonomía del paciente. A las mujeres en particular no se las trata en muchas ocasiones como seres humanos autónomos con capacidad de decisión y no se da la atención basada en evidencias y se utilizan prácticas médicas que están desaconsejadas y se siguen poniendo en marcha en los paritorios a día de hoy como la maniobra de Kristeller o las episiotomías por rutina.’’ asegura Susana Fernández, presidenta de esta asociación.
Aceptar la utilización de eufemismos para realizar ciertas practicas a las madres sin su consentimiento
El problema de la violencia obstétrica no radica únicamente en las malas prácticas y técnicas que pueden ocurrir durante el parto. El cómo se comunica el equipo médico con la madre durante y después del embarazo también puede dar lugar a violencia obstétrica. Laurenth Montero, dependienta y estudiante sociosanitaria, manifiesta que tuvo una nefasta comunicación con el equipo sanitario: ’’Si tienes fuerzas para gritar será que no te duele tanto’’ fue una de tantas frases que escuchó durante el parto de su hijo.
La periodista y escritora Esther Vivas, que participó en el Conversatorio para erradicar la violencia obstétrica organizado por el Instituto de las Mujeres, critica la utilización de eufemismos para justificar ciertas prácticas que se realizan a las madres. En muchas ocasiones se habla de ‘’dar una ayudita a que el bebe salga’’ para utilizar técnicas como la maniobra de Hamilton o la técnica de Kristeller. Esto da lugar a una de las infantilizaciones más recurrentes con las mujeres embarazadas, el no explicar a la mujer la técnica que se le va a realizar y que haya por parte de ella un consentimiento informado sobre esto.
En ese Conversatorio, María Naredo, junto con otras profesionales expertas en la materia, ya alertaban de la necesidad de legislar en favor de las mujeres que son las que tienen los derechos frente a las malas praxis que dan lugar a la violencia obstétrica. La búsqueda de que el personal sanitario sea aliado en esa conquista fue una de las peticiones que se hacían en este conversatorio.
En algunos países de Latinoamérica, como Venezuela, la violencia obstétrica se incluye dentro del marco de la violencia de género como una de las violencias que pueden sufrir las mujeres. En Argentina existe desde el año 2004 la ley de parto humanizado que intenta favorecer a las madres. En España se busca la reforma de la ley orgánica 2/2010 que asegure la prevención, eliminación y erradicación de la violencia obstétrica al igual que reparar las consecuencias tanto físicas o psicológicas que haya podido generar este tipo de violencia.
Que haya legislación en torno a la violencia obstétrica en diferentes países indica que existe ese riesgo para las gestantes y por lo tanto se debe legislar en torno a esta problemática. Ahora bien, la aplicación de estas leyes en muchas ocasiones esta condicionada al desconocimiento por parte de las mujeres de cuáles son las herramientas que poseen para poder reclamar otro tipo de atención en caso de sufrir violencia obstétrica.
A pesar de que la OMS cataloga la violencia obstétrica como parte del conjunto de violencias que puede sufrir una mujer durante su vida, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) se niega a reconocerla como tal. En un comunicado oficial SEGO asegura que la utilización de ciertos métodos aplicados durante el parto se utiliza en pro de la madre y el bebé. Sin embargo, algunos métodos siguen siendo utilizados, como la maniobra Kristeller, sin estar refutados científicamente como prácticas que ayuden a las mujeres durante el parto. La maniobra Kristeller consiste en ejercer presión sobre la parte baja del vientre de la mujer para, en teoría, ayudar a la expulsión del bebe del útero materno.
Medicina y falta de perspectiva de género
En la asignatura de ginecología y obstétrica de la universidad de Granada aparece un pequeño apartado donde habla de los objetivos propios de la asignatura que la Universidad Complutense de Madrid parece no registrar: «Al estudiantado se le adiestrará en las competencias generales III 06 y III o7 Incluyendo la perspectiva de género equidad, derechos humanos…’’ Si la universidad registra este apartado en sus objetivos principales de la asignatura quiere decir que el o la docente está obligado a enseñar la asignatura con perspectiva de género. Dado que la ginecología es un ámbito sanitario exclusivo de las mujeres debería ser uno de los principales pilares de la asignatura. La mayoría de profesionales que se dedican a visibilizar la violencia obstétrica señalan a la formación universitaria como deficiente en lo que corresponde a la perspectiva de género.
Nancy N. es una madre soltera de procedencia latinoamericana que dio a luz en el hospital Clínico de Barcelona. Durante este proceso únicamente estuvo acompañada por su compañera de habitación. El equipo médico que atendió a Nancy creyó oportuno llevar a cabo la práctica de los fórceps y que sirviera para la docencia. Varios estudiantes de medicina intentaron extraer a la niña. Nancy relata las palabras de la tutora de esa prácticas en el juicio: «Así no, que le podéis romper la cabeza”, lo que finalmente ocurrió.
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), por su parte, en un comunicado que realizó en respuesta a la modificación de la ley 2/2010 sobre la salud reproductiva de las mujeres, se remitió al hecho de denominar a las malas praxis realizadas durante los partos como violencia obstétrica: ’’La buena praxis debe basarse en la formación de los profesionales en competencias técnicas y de comunicación, en la información a las pacientes y en la documentación de la historia clínica,’’ manifestando que la utilización del termino violencia puede criminalizar al personal médico y sanitario. Sin embargo, Miriam Ad Adib Mendiri, ginecóloga y escritora, sostiene que el problema es la normalización que hay en la actualidad en torno a estas prácticas.
Uno de los problemas principales a los que se enfrenta la medicina con carácter general es a la falta de formación en perspectiva de género. Carme Valls Llobet escribió el libro «Mujeres invisibles para la medicina’’, donde a través de estudios insiste en que el tratamiento que reciben hombres y mujeres en las consultas médicas no es igual. Las investigaciones se centran en los cuerpos masculinos e ignoran las patologías femeninas.
Al hablar con El parto es nuestro, declaran que ’’estamos en contacto con facultades de medicina y sabemos que los conocimientos que se dan no son los adecuados. De hecho, solo hay que ver el funcionamiento de los paritorios y como están estructurados los partos. Los protocolos de los hospitales establecen formas de atender los partos que no están refutados por la evidencia científica y eso hay que renovarlo. ’’
Soluciones
La modificación que se quiere realizar en la ley orgánica 2/2010 sobre la salud reproductiva de las mujeres ya incluye un apartado exclusivamente a formar a los y las profesionales. Emilio Bastida es Matrona del sistema sanitario murciano. En sus redes sociales denuncia la violencia obstétrica y ejerce su profesión desde la perspectiva de género.
milio, en una entrevista reciente para AmecoPress fue bastante claro: ’’Tengo muchos compañeros que resaltan el hecho de que muchas mujeres vienen alteradas por el auge del tema de la violencia obstétrica en la actualidad. Yo lo entiendo porque a mí también me llegan personas alteradas por este tema, pero mi trabajo es que se relajen y que estén tranquilas. En el momento que le dedicas 5 minutos y eres activo para escuchar eso genera confianza.’’
El espacio donde las madres dan a luz también carece, en muchas ocasiones, de ciertas pautas que deben ser consideradas para la mujer y el bebé. En la actualidad, los paritorios están creados en exclusividad para la comodidad del personal sanitario. El potro del paritorio otorga una postura poco natural a la mujer. El parto, aunque ha incorporado multitud de avances, sigue arrastrando una carga patriarcal muy considerable. Los espacios de los paritorios además de ser totalmente fríos e incómodos para las mujeres, conducen en ciertas ocasiones a un trato despersonalizado.
La arquitectura de maternidades propone sin embargo un modelo mucho más natural sin perder la seguridad de los avances sanitarios que pueden ayudar durante el parto. Las arquitectas Parra y Müller llevan 15 años creando y reacondicionando espacios, centralizando estos en las mujeres que van a parir en lugar de acomodarlos a los profesionales médicos. La perspectiva que se tienen de estos espacios en muchas ocasiones viene derivada de los estereotipos que hay en torno a las alternativas sanitarias para los partos. Cuando se habla de dar a luz en el domicilio o en una piscina, se suele suponer, que son procesos alternativos destinados a un perfil de persona determinado pero no, la arquitectura de maternidades no intenta otra cosa que convertir el espacio medico en una zona acogedora donde la mujer sienta intimidad y respeto.
Haber sufrido violencia obstétrica era, hasta hace poco, un relato que quedaba en algo anecdótico para el resto de las personas. Las experiencias vividas durante el parto eran situaciones de las que no se hablaba, un relato que las mujeres cargaban en silencio a sus espaldas considerando que simplemente eran malas experiencias individuales y situaciones que únicamente ellas habían vivido. Es por ello importante señalar estas ’’malas experiencias’’ como un tipo de violencia, que tiene un carácter estructural y forma parte del conjunto de violencias que puede sufrir una mujer a lo largo de su vida: la violencia obstétrica.