La periodista e investigadora especialista en Migraciones y Trata de seres humanos ofreció una conferencia en Madrid sobre ‘Mujeres en la frontera’
Helena Maleno estuvo ayer tarde en Madrid ofreciendo una charla sobre «Mujeres en la frontera». Siempre lo recuerda: la protección de derechos solo se entiende desde lo «colectivo» y de eso saben mucho las mujeres; migrar no solo no es un delito, sino que es una estrategia de resistencia frente a situaciones de violencia, como el machismo, la exclusión o el empobrecimiento; las mujeres que migran nos aportan un relato de fuerza que no nos cuentan los medios de comunicación
En su intervención Maleno aportó datos e imágenes de su experiencia –y la de miles de personas- en la frontera. «Soy una mujer de frontera, que ha sido atravesada por la frontera. No estoy en una cárcel gracias a una red de solidaridad de defensa de los derechos humanos”, aseguró la periodista e investigadora especialista en Migraciones y Trata de seres humanos, que el año pasado fue víctima de un proceso de criminalización que afortunadamente concluyó con la causa penal archivada por la justicia marroquí.
La experta empezó haciendo memoria. A partir del año 2000 las mujeres comienzan a aparecer en la frontera, aunque no se visibilizan. En el año 2010 en varios informes se habla de ellas, pero el relato las trata como víctimas, en relación a las políticas de la “compasión”, diferentes al enfoque de derechos humanos, que cuestiona una industria humanitaria desplegada en torno al control fronterizo y que no pone a las mujeres en el centro.
Frente a esta tendencia, las mujeres buscan espacios y se organizan y construyen una experiencia diferente. “Nuestra obligación es dar ese espacio para que ese relato se pueda compartir y construir juntas”, dijo la periodista, destacando historias como la del futbolista ghanés Iñaki Williams, quien recientemente explicaba que su madre saltó embarazada la valla de Melilla. También aplaudió la labor de Salvamento Marítimo, que “nunca publicó pornografía del dolor” y siempre ha difundido su labor de rescate con imágenes en positivo.
La migración es una estrategia de resistencia para las mujeres en un mundo global cambiante. Helena Maleno ha conocido a muchas de ellas, en distintos países y situaciones, y ha tenido que cuestionarse las etiquetas con las que hemos calificado distintas opciones y conductas. Mujeres de Nigeria que eran devueltas desde Libia y que fueron salvadas por las redes de trata, que las veían como mercancía. Mujeres que han desarrollado diversas estrategias de resistencia para el tránsito: maridos de camino (uno que te proteja frente a muchos que te violen), adaptación a la violencia sexual como estrategia de resistencia, entre otras. Mujeres que quieren hablar de violación de derechos, pero no como víctimas, sino como necesidad de restablecimiento.
Porque la opción no es migrar o no migrar. “No tenemos derecho a migrar, pero tampoco tenemos derecho a no migrar», dicen las mujeres. “Las mujeres son fuertes, sacan fuerza para salir adelante y superar los obstáculos de la frontera, son luchadoras y lideresas«, asegura la experta.
Políticas de muerte y trata
Maleno explicó la violencia que las fronteras generan y que impacta en el cuerpo de las mujeres. Unas fronteras que son consecuencia de las “políticas de muerte”. Por eso son “necrofronteras”. Dejar morir a grupos humanos en el agua es un negocio. Hacer sufrir también es un negocio. La violencia sexual es un negocio dentro de la necrofrontera. Y todo ello es alimentado por dos industrias que se realimentan y que nutren este entramado: la industria de la guerra y la industria criminal, lo que llamamos mafias.
Es de agradecer que existan voces valientes, como la de Helena Maleno, que cuestionen de este modo las políticas migratorias, como parte de un sistema violento e inhumano que se perpetúa con la muerte y el sufrimiento de personas. La ‘necropolítica’ de las fronteras violenta y mata de forma especial a mujeres, niños, niñas y adolescentes. Estas ’necropolíticas’ se sustentan en prácticas de violencia contra las mujeres: un discurso racista que las victimiza y criminaliza; las redes de trata y esclavitud con el cuerpo de las mujeres como mercancía; y la violencia sexual como arma de guerra. “Deberíamos encontrar otro modelo”, advertía la activista.
Hay zonas geográficas donde la trata es endémica. De hecho, la trata es la segunda industria criminal del planeta y mueve el 1,8 por ciento del PIB mundial. La pobreza y las guerras y las fronteras contribuyen a su existencia. Unas fronteras que cada vez están más externalizadas con lo cual “obligamos a terceros países a que hagan el trabajo sucio, a que tengan leyes de extranjería sin respeto a los derechos humanos, a que abandonen a las mujeres y no escolaricen a los niños” dijo Helena Maleno, refiriéndose a los acuerdos y protocolos que la UE y el gobierno español están impulsando con Turquía o Marruecos y que multiplican la vulneración de derechos en lugares como Ceuta o Melilla.
Sin embargo, ellas, mujeres, niñas, madres, son fuertes. Algunas testimonian que “el camino nos ha cambiado” y, por encima de la violencia que ha golpeado sus cuerpos, y la hipocresía e incluso el trato vejatorio que encuentran cuando logran cruzar las fronteras y llegar a Europa, se reconocen fuertes y capaces. Muchas se convierten en defensoras de derechos humanos. Las madres pelean para lograr identificar los cuerpos de los hijos que pierden en el mar. Algunas dejan hijos e hijas en su país de origen. Otras los llevan consigo y son cuestionadas y amenazadas como madres. Hay quienes quedan embarazadas en el camino, tal vez fruto de violaciones. “Ellos traen muerte, pero nosotras traemos vida. No nos van a vencer”, aseguran.