La franja de Gaza, un triángulo de tierra y arena entre el desierto del Neguev y el mar Mediterráneo, tendría ahora no más de medio millón de habitantes si no fuera por las guerras con Israel desde 1948 hasta nuestros días.
En mayo de hace 76 años, un flujo interminable de refugiados palestinos huía de los pueblos y ciudades ocupadas por las fuerzas israelíes que declaraban la independencia del nuevo estado en Tierra Santa. Desde entonces, su Naqba, o catástrofe, ha dejado una marca indeleble en la región.
Gaza vio triplicar su población. Hoy en día, un millón setecientos mil de los casi dos millones y medio de habitantes son descendientes de aquellos refugiados, que vivían el 7 de octubre de 2023 en los ocho campos de Gaza, desde Al-Shati al norte hasta Jan Yunis al sur.
El campamento de Jan Yunis es el más bíblico de todos. Allí nacieron figuras como Yahya Sinwar y Muhamed Deif, quienes jugaron un papel crucial en la historia reciente de Gaza. Ambos líderes de Hamas murieron en bombardeos israelíes tras reivindicar la masacre del 7 de octubre de 2023, conocida como Operación Riada de Al Aqsa.
Muhamed Dahlan, otro hijo de Jan Yunis, vive ahora en los Emiratos Árabes Unidos. Considerado un colaborador de Israel, su nombre surge como posible líder en un futuro acuerdo de paz.
La desaparición de Sinwar y Deif ha cambiado el panorama político en Gaza. Según expertos, podría ser el momento propicio para negociar un fin a la guerra, a cambio de la liberación de rehenes israelíes y la desmilitarización de Hamas.
Ehud Yaari, periodista veterano de Israel, sostiene que Hamas se encuentra ahora dividido en varios comandos, lo que podría facilitar un proceso de negociación. Sin embargo, la situación sigue siendo tensa y compleja.
La prensa árabe cuestiona las acciones de Sinwar y el legado que deja tras su muerte. Algunos ven en él un héroe de la resistencia palestina, mientras que otros critican su estrategia.
El riesgo de un conflicto regional más amplio sigue siendo alto, según advierten líderes internacionales. La comunidad internacional observa con atención, buscando una solución que traiga estabilidad a la región.
En resumen, la historia de Jan Yunis es un reflejo de las luchas y esperanzas de un pueblo que ha enfrentado décadas de conflicto. Su futuro sigue siendo incierto, pero la resiliencia de sus habitantes es innegable.