¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si luego lo pierde? de nada, de nada sirve conquistar el mundo, somos finitos como los yogures de la nevera, nuestra finidad debiera hacernos humildes y reconocer que nuestro camino terminará algún día, lo que queda de nosotros es nuestro trabajo, nuestras memorias, si de veras quieres cambiar las cosas es necesario cambiar desde ti mismo, desde tu interior y aceptar tu propia finidad, desde ese momento creas en ti la humildad necesaria para emprender un camino que en lo posible perpetúe tu existencia en el recuerdo de la gente que necesita vivir y experimentar la plenitud de la vida en esa humildad que muchos niegan por orgullo o por el ego narcisista que corrompe el alma, el espíritu y amor que nos lleva ya no a la verdad, sino a felicidad, sentir la paz, el olor a vida, el sentimiento de que eres parte de esa vida y también de la ya mencionada finidad, no hay mejor gloria que ser parte del acento que dé sentido a la vida de millones de personas, la vanidad de llegar a algo o a un trono no concede la felicidad, la felicidad está en la armonía con todo lo que te rodea, sentir felicidad para mí siempre ha sido el sentir que puedes encontrar con tus actos la felicidad de otros, sentirte útil hacia los demás, sentir que puedes hacer felices a otras personas, el mundo siempre será una lucha constante, una lucha pero nunca una derrota si tus ideas, si tu amor por este mundo necesitado de amor te hace sentirte útil, no hay batallas perdidas sino un mundo por conquistar, incluso desde tu propia finidad puede que el tiempo perezca ante tus ideas, ideas nacidas y creadas desde la humildad, las personas humildes aceptan su realidad, no discuten ni emprenden el camino del odio, las personas humildes son personas que reconocen hasta sus errores, sus miserias y comprenden incluso a aquellos que les persiguen, son personas llenas de amor, es por ello que pueden llegar al corazón de muchos, porque su fuerza nace de dicha humildad.
Yo reconozco mi finidad, tengo consumido de mi tiempo finito medio siglo, he sentido por fortuna todos los frentes de los retos que rodea mi vida, he podido experimentar todos los frentes ideológicos, he sentido incluso la persecución, el odio, la maldad, pero sé que, si camino con la humildad, con ese sentimiento que me hace sentir seguro de mis palabras y mi camino, no habrá nada ni nadie que pueda vencer mi lealtad.
Siempre he pensado que, para poder contener un pequeño atisbo de sabiduría, los seres humanos debiéramos vivir más de mil años, nuestra finidad nos hace fracasar en lo que se refiere a esa etapa que lleva a la sabiduría, encontrar la sabiduría sólo es posible desde esa humildad, es la única forma de encontrarla, la arrogancia, la soberbia no permite razonar, no permite encontrar las puertas que abren la senda sapiencial.
Hay quienes piensan que la sabiduría la traen los títulos que certifican o cualifican los conocimientos del ser humano, pero lo cierto es que hay mucha gente que no les hace falta tener esos reconocimientos, la sabiduría es un don, algo que puede caer en cualquier persona, ya tenga títulos académicos o no, el principio sapiencial es la humildad, sin humildad no se consigue tal meta, la mejor universidad del mundo es la vida, sus gentes, sus pueblos, sus culturas.
Viajar, conocer culturas, sembrar humanismo por el mundo, comprometerse con el amor, con el humanismo y sus derechos, sentir la pasión por descubrir, aprender de otros, sentir esa curiosidad innata de los filósofos, de los científicos, sentir que puedes ser mejor persona con lo que te pueda enseñar otra persona o aprender de otra persona, sentir que eres parte del mundo, hermano de todos los seres humanos, sentir eso te puede traer la humildad, en ese momento es cuando puedes percibir una pequeña porción de sabiduría y sentir en parte la felicidad de ser parte de un todo.
Si de algo puedo sentir orgullo de mi ciudad de Ceuta es sentir ese sentir, esa pasarela viajera que te permite reencontrarte contigo mismo, conocer diferentes culturas, diferentes credos, aprender de los demás, de sus creencias, de sus culturas, eso no ha hecho más que sentirme dichoso por ello, sentir amor y aprecio de personas que por mucho que han querido destronar desde el odio, me he sentido querido y sentido parte de una misma familia, Ceuta siempre ha hecho en mi un ser lleno de curiosidad, ha despertado en mi esa necesidad de creer en el ser humano, mi corta vida así me lo ha hecho ver, no por lo que haya podido aprender en libros y otras filosofías, más bien mi felicidad ha venido del tratar con las personas que he tratado en mi vida, la vida es aprender hasta el último segundo de tus días, con el tiempo mi fe se basa en la conciencia social, creo en el ser humano, creo que todos podemos cambiar desde la conciencia colectiva, si de veras podemos sentirnos hermanos y si de veras creemos en que juntos podemos cambiar nuestro entorno, desde la generosidad, desde el amor, renunciando primero a nuestros orgullos y vanidades.
Las puertas se abren y se cierran, pero recuerda que somos nosotros la llave, tener siempre en nuestras mentes ideas positivas no hará más que hacernos más fuerte y sentir parte de esa felicidad que nos hace sentir tan libres como los mirlos, como las aves del cielo, tener ese sentimiento es tener libertad, sentirnos de verdad libres, lo que nos permitirá afrontar cualquier infortunio de la vida.