El estadio de Anoeta vivió el pasado sábado 18 de mayo una tarde cargada de emoción, gratitud y reconocimiento. Imanol Alguacil, el técnico que ha marcado una era dorada en la Real Sociedad, recibió un sentido homenaje en su despedida, culminado con una vuelta al ruedo entre ovaciones y el simbólico manteo por parte de sus jugadores. Más de 30.000 aficionados se dieron cita para agradecerle su legado y decirle adiós al hijo de Orio que lo dio todo por su club.
La jornada tuvo uno de sus momentos más emotivos cuando el presidente del club, Jokin Aperribay, impuso a Imanol la insignia de oro y brillantes de la Real Sociedad. Un reconocimiento que el propio entrenador recibió con humildad: “Creo que no me la merezco porque eso es para la gente que hace cosas grandes de verdad”, confesó.
Sin embargo, los méritos de Imanol son indiscutibles. Bajo su dirección, la Real ha conquistado una Copa del Rey y ha logrado cinco clasificaciones europeas consecutivas, apostando firmemente por la cantera y dotando al equipo de una identidad propia que ha brillado en los escenarios más exigentes del continente.
Pese a las voces críticas que han aparecido en ciertos momentos de su trayectoria, Imanol ha sabido mantenerse firme, sereno y fiel a sus principios. Ha elegido marcharse con la misma honestidad que ha caracterizado su carrera, consciente de que ha llegado el momento adecuado. “Voy a dormir muy tranquilo porque el futuro de la Real está garantizado”, declaró, con la mirada puesta en el porvenir del club al que ama.
En su despedida no hubo rencores ni polémicas. Solo gratitud. Y como le decía su madre, cuyas palabras hoy resuenan con fuerza: “No dejes de luchar y no dejes de sonreír.”
Laster arte, Imanol.
