El reciente ataque aéreo lanzado por Israel sobre la ciudad siria de Palmira ha dejado un saldo trágico de al menos 36 muertos y más de 50 heridos. Este bombardeo, considerado el más mortífero desde el inicio del conflicto, tuvo lugar el miércoles por la tarde, afectando gravemente a una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Según la agencia estatal siria SANA, el ataque ocurrió alrededor de las 13:30 horas, cuando aviones israelíes lanzaron misiles desde la dirección de al-Tanf. Los proyectiles impactaron en edificios residenciales cercanos a una zona industrial, donde vivían familias de milicianos iraquíes y de otras nacionalidades no sirias. Entre las víctimas se encuentran cuatro milicianos extranjeros y siete combatientes sirios, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Este ataque se suma a una serie de bombardeos que Israel ha intensificado en Siria, especialmente en la capital, Damasco, y sus alrededores. La región de Al Quseir, cerca de la frontera con el Líbano, ha sido un objetivo frecuente debido a las acusaciones de que Hizbulá utiliza esta ruta para transferir armas.
Las fuerzas israelíes justifican sus acciones afirmando que sus ataques están dirigidos a grupos propalestinos, aunque las autoridades sirias denuncian que muchos de estos bombardeos han afectado directamente a zonas residenciales, causando numerosas víctimas civiles.
La ciudad de Palmira, conocida por sus ruinas monumentales y su rica historia cultural, ya había sufrido daños significativos en 2015 cuando fue tomada por militantes del Estado Islámico. Aunque fue recapturada por el ejército sirio, la ciudad sigue siendo un símbolo de la devastación causada por el conflicto en la región.
Desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre de 2023, Israel ha intensificado sus ataques contra objetivos vinculados a Irán en Siria. La semana pasada, medios estatales sirios informaron de varios ataques en la provincia de Homs, donde se encuentra Palmira, lo que subraya la creciente tensión en Oriente Próximo.
La comunidad internacional observa con preocupación el aumento de la violencia en la región, mientras las organizaciones de derechos humanos continúan denunciando las consecuencias devastadoras de estos ataques sobre la población civil.