Vicente del Hoyo observa con desánimo las cajas húmedas y maltrechas que se apilan en el almacén de su nave en Catarroja, Valencia. «Ahí hay perdidos miles de euros», comenta, señalando los componentes electrónicos dañados que su empresa familiar, fundada hace 30 años junto a sus hermanos Juan y Ester, ya no podrá utilizar.
El golpe más duro se encuentra en la sala contigua, donde tres máquinas de impresión de tarjetas electrónicas están cubiertas de barro. «Esta la compramos en enero, costó 140.000 euros», explica Vicente sobre una de las máquinas, crucial para fabricar componentes electrónicos precisos.
Los polígonos industriales de Catarroja y Riba-roja de Túria han sido devastados por las inundaciones, afectando a diversas industrias como la electrónica, alimentación y libros. Además, pequeños negocios locales, desde panaderías hasta talleres, han desaparecido.
«Porque tenemos 50 años y ganas, pero yo tengo 60 y no vuelvo abrir», reflexiona Juan, compartiendo un sentimiento común entre los empresarios afectados.
Sensación de «Abandono» en los Polígonos Industriales
Los hermanos del Hoyo han dedicado días a limpiar su nave, enfrentándose a la devastación causada por el agua que se filtró durante horas. La fuerza de la corriente rompió puertas y dañó estructuras, dejando un caos en el interior.
No supieron de la catástrofe hasta el día siguiente, lo que intensificó el impacto emocional al ver su negocio de 30 años destruido. Ahora enfrentan la incertidumbre sobre el seguro y la reposición de maquinaria.
Vicente expresa una sensación de «abandono»: «Lo primero eran las vidas y las casas, pero también somos personas las que hemos perdido todo esto».
La Pérdida Emocional de los Negocios: «Tu Vida Cotidiana se ha Roto»
En pueblos como Paiporta y Benetússer, la gente limpia sus locales después de haber atendido sus hogares. La pérdida económica se acompaña de una ruptura emocional e identitaria, afectando la vida cotidiana de las comunidades.
La ilustradora Cristina Durán describe cómo las inundaciones han alterado su rutina diaria, desde el bar local hasta la farmacia. «Toda tu vida cotidiana se ha roto», afirma.
La Generalitat Valenciana estima pérdidas económicas de 12.000 millones de euros, mientras que el Banco de España reporta 23.000 empresas afectadas. Estos números reflejan solo una parte del impacto total, que incluye la pérdida del sentido de comunidad y pertenencia.