Más de una semana ha pasado desde que la DANA impactó el sureste de España, dejando una estela de destrucción en la provincia de Valencia. Las lluvias torrenciales afectaron especialmente al área metropolitana de la capital, donde casi una quinta parte de la población sufrió directamente las consecuencias, según datos obtenidos de imágenes satelitales del Servicio de Gestión de Emergencias de Copernicus.
El análisis geoespacial revela que más de 500 kilómetros de carreteras fueron afectados, cerca de 20 km de líneas de ferrocarril resultaron dañados y más de 2.500 hectáreas agrícolas quedaron anegadas hasta el pasado 6 de noviembre. Sin embargo, estos números no reflejan la totalidad de los daños, ya que Copernicus solo detecta la destrucción visible desde el espacio, sin considerar garajes anegados, casas inundadas u otros daños menos evidentes.
La Torre – Beniparrell
En el sur del área metropolitana de Valencia, l’Horta Sud, una mancomunidad que agrupa a 20 grandes municipios, fue severamente afectada. Esta región, que comprende antiguos territorios de la Ribera Baja y la histórica Huerta de Valencia, alberga a unas 400.000 personas. Municipios como Benetússer, Sedaví, Alfafar, Catarroja, Albal y Beniparrell sufrieron daños significativos en viviendas, polideportivos, parques y comercios.
Cheste – Alacuás
Las imágenes satelitales muestran que la destrucción de infraestructuras fue más intensa en municipios alejados de la costa y en zonas industriales, como Ribarroja o El Oliveral. La riada siguió el trazado de la autovía A-3 desde el circuito de Cheste hasta Aldaya y Alacuás, arrastrando todo a su paso e inundando el parking del centro comercial Bonaire.
Torrent – Paiporta
Otro foco de la DANA fueron los barrancos de Torrent y el Poyo, donde el agua destruyó varios puentes, dejando incomunicados a los vecinos. Además, varios kilómetros de vías ferroviarias quedaron inutilizados, así como el polideportivo, el campo de fútbol y la piscina municipal de Paiporta.
La magnitud de los daños resalta la necesidad de mejorar las infraestructuras para enfrentar fenómenos meteorológicos extremos. La resiliencia de las comunidades afectadas será crucial para la recuperación y reconstrucción de estas áreas.