Ciudad de desagradecidos. No es merecedora de los sacrificios del sacrificado. A poco que un ciudadano toma conciencia, donde la misma brilla por su ausencia, leña al mono que ya no está en San Amaro.
Se preocupa con excesivo celo el quejoso. Tan es así, que su pasión le hace perder la necesaria objetividad, cuando de ponerse a realizar el ejercicio de la crítica, se trata.
Sabido es que los gatos tienen 7 vidas.
Es decir, ¿cómo se puede esperar atender todas sus necesidades con tal número de clonaciones? Trabajo de Sísifo.
Sin embargo, gastar unos euros, para que contemplemos su palmito, un día sí y otro también, en alta definición, no es una inversión tonta en la caja (que será tonta, pero todo el mundo la persigue).
Esas farolas de precio de oro, de la Gran Vía, no es que alumbre como la del símbolo del Hacho, es que te rejuvenece con su luz, que ya la quisieran los tibetanos.
Las estatuas, esculturas, y demás gaitas, sólo demuestran el grado de inteligencia suprema del amo, sabedor del paso, seguramente de copas y tapas, de los romanos, por Ceuta.
La Plaza de África, convertida en mazmorras, con angostos pasos entre cadenas (hotel La Muralla), es una forma subliminal de hacer comprender que el hierro y el caro cemento, forma parte de nuestras vidas humanas, encerradas si somos malos a la sociedad. Alguien escribió:” la tierra en una cárcel, en la que los más peligrosos, están confinados”.
El Paseo de las Palmeras, no es que sea una indecencia más, es que, si levanta sus propias vergüenzas, es para obligar a volver y volver a derrochar dineros tirados (tente en pie mientras cobro).
Si el decano alumbra con pólvora ajena, es porque su sopa de letras, es única, después de tantos años, del cocinero, que más estrellas Michelin, puede presumir en el mundo literario de las generaciones, posteriores a la del 27.
Con todo éstos, y mucho más, con los impuestos, colados de contrabando, en el recibo del agua, con 100 millones de euros, para una empresa de limpieza, que, desde luego, sí que saca brillo, a los alrededores de la posada, cómo para exigirle más.
Con tantas complicaciones de una ciudad con facilidad de órgano muscular alojado en la boca.
¿El amo de la posada va a tener que estar también pendiente de un pequeño ser, además, para más inri, con 7 vidas?
Demasiado pedir. Por exigir, que no sea, pues.
Una cosa es tener nómina propia de gigante.
Otra, bien distinta, que llegue para atender hasta animales que se clonan 7 veces.
El crítico ese es por donde debió de haber comenzado.
Su principio de comentarios, debería de haber sido mi final: una subida de euros, por favor, de petición razonable.
¡Qué se congelaron los sueldazos, antes de la visita de doña Filomena a Ceuta¡
Previsores ellos y ellas, dando ejemplos, para variar. Previsores y visionarios.
En Ceuta, un lugar africano, en el cual, hasta sus aceras, desde hace ya muchos años, atentan de forma criminal, contra quienes caminan, con relativa tranquilidad, sin necesidad de los hielos de doña señora.