En pleno mes del Orgullo, colectivos queer y trans judíos antisionistas rechazan que sus luchas por la liberación sean utilizadas como herramienta propagandística por parte del Estado de Israel. Denuncian el pinkwashing y reclaman una justicia real e interseccional.
Una red internacional de personas judías queer y trans antisionistas ha lanzado un firme pronunciamiento en el que rechazan que el Estado de Israel utilice su identidad para encubrir crímenes contra los derechos humanos. La denuncia cobra especial relevancia en el contexto del mes del Orgullo LGBTQ+, cuando numerosas embajadas e instituciones israelíes participan en actos públicos con banderas arcoíris y mensajes inclusivos, mientras en paralelo continúa la ocupación y represión en Palestina.
“Los judíos antisionistas queer y trans no nos enorgullecemos del genocidio ni del apartheid israelí”, afirman en un comunicado colectivo difundido a través de redes sociales y plataformas de activismo internacional. “Así como no permitiremos que el gobierno israelí utilice la identidad, la cultura y la religión judía para justificar la opresión del pueblo palestino, tampoco toleraremos que se apropie de nuestras luchas por la liberación queer y trans para encubrir sus crímenes”.
La crítica central gira en torno al concepto de pinkwashing, entendido como la estrategia mediante la cual Israel promueve su supuesto respeto a los derechos LGBTQ+ para desviar la atención de sus políticas de ocupación, exclusión y violencia estructural. Para estos colectivos, esa estrategia no solo es cínica, sino que también desvirtúa las raíces radicales y contestatarias del movimiento queer.
Organizaciones como Jewish Voice for Peace (JVP), con sede en Estados Unidos, han apoyado públicamente esta postura. “Israel usa la visibilidad LGBTQ+ como un arma diplomática”, señaló Stefanie Fox, directora ejecutiva de JVP. “Es un intento de mostrar una cara liberal al mundo mientras continúa el robo de tierras, la violencia y el apartheid”.

En Canadá, el colectivo Queers Against Israeli Apartheid (QAIA) fue vetado en varias marchas del Orgullo por su postura crítica, lo que generó un intenso debate sobre la libertad de expresión y el carácter político del Orgullo. En uno de sus comunicados, afirmaron: “No aceptamos que nuestra visibilidad queer se use para tapar crímenes de guerra. Nuestra lucha está al lado de quienes resisten la opresión, no de los gobiernos que ondean la bandera arcoíris para ocultarla”.
Los firmantes del comunicado actual hacen un llamado a las organizaciones LGBTQ+ y a la sociedad civil internacional a no caer en la trampa del marketing político, y a mantener una postura crítica frente al uso interesado de los derechos LGBTQ+ por parte de Estados con historial de violaciones de derechos humanos.
“La lucha queer no nació para decorar gobiernos con políticas coloniales, nació en la calle, contra la violencia institucional, contra la exclusión. No marchamos por una inclusión vacía, marchamos por una transformación real del sistema”, concluye el texto.
En su declaración, también recuerdan que ser judío no es sinónimo de ser sionista, y que existen múltiples corrientes dentro del judaísmo que abrazan valores de justicia, igualdad y solidaridad con los pueblos oprimidos. Desde esta postura, los activistas insisten en que la liberación queer y trans no puede ser cooptada por proyectos nacionalistas ni utilizados como herramientas de legitimación internacional.
