El día internacional de la juventud busca promover el papel de la juventud como esencial en los procesos de cambio y generar un espacio para concienciar sobre los desafíos y problemas a los que se enfrentan. El lema de este año es “El compromiso de la juventud para una acción mundial” y tiene por objeto destacar las maneras en las que el compromiso de los jóvenes a nivel local, nacional y mundial puede enriquecer los procesos y las instituciones, así como identificar cómo mejorar significativamente su representación y participación en las instituciones políticas oficiales.
La juventud es sin duda una etapa ansiada para muchos, de buenos recuerdos para otros y que causa muchas dudas e incertidumbres a padres y madres. La enorme influencia que ejercen el grupo de iguales, la publicidad y las redes sociales preocupan mucho. Verla como un problema en vez de como una oportunidad nos aleja de obtener todo el potencial del que disponen y nos impulsa a desperdiciarlo.
Cambiar la palabra prohibición por concienciación, motivarles con retos y fomentar el buen uso de las nuevas tecnologías son claves para prevenir conductas inadecuadas y ayudarles a desarrollar de manera creativa las habilidades necesarias para la vida. Es importante hacerles partícipes de los cambios del mundo y de la importancia de su implicación en cuestiones clave como el cambio climático o la prevención de la Covid19 mediante foros de participación activa que promuevan los cambios políticos que son tan necesarios.
Podemos ver el próximo curso como algo complicado o como una oportunidad para aprender a adaptarnos a la “nueva normalidad” impuesta por la Covid19. Motivarlos se convierte en fundamental para conseguir jóvenes capaces de buscar soluciones a los problemas que se presenten y aprender a realizar los cambios necesarios para conseguir un mundo mejor, con jóvenes preparados y con pensamiento propio.
Las mejores universidades buscan alumnos y alumnas con pensamiento crítico, personas apasionadas por lo que hacen, sin embargo, en la educación actual, se descuidan estos aspectos tan importantes. Estas universidades no solo buscan a estudiantes sobresalientes, sino a los que tienen un talento especial y debemos ayudarles a descubrirlo.
Respecto al ámbito laboral cabe destacar que estamos en un momento en el que la orientación es importantísima en la búsqueda de una vocación que los guie teniendo en cuenta que muchas profesiones del futuro se desconocen actualmente. Estamos viviendo una revolución tecnológica y tenemos que prepararlos para ello. De acuerdo con un informe de la UNESCO, entre las habilidades más requeridas para el siglo XXI están: la capacidad de relacionarse bien con los demás y la creatividad. La formación de padres, madres y profesionales de la educación es crucial.
No podemos mirar hacia otro lado mientras nuestros y nuestras jóvenes tienen que emigrar para labrarse un futuro. Tenemos la obligación de articular políticas que acaben con la precariedad laboral y el desempleo que tanto les afecta, sin olvidar que necesitamos contar con sus propuestas y no tomar las decisiones desde despachos ajenos a la realidad en la que viven actualmente. Darles voz y tener en cuenta sus iniciativas debería ser lo más normal, pero desafortunadamente no sucede así.
Construir juntos una ciudad llena de oportunidades formativas y laborales debe ser una prioridad. Canalizar esa energía de la que disponen en pro de conseguir que sean buenas personas y que tengan una estabilidad laboral solo será una realidad cuando empecemos a trabajar cambiando la forma de hacerlo. Tal vez creando un servicio público de orientación común entre el MEC y el SEPE con recursos suficientes para informar y ayudar a los alumnos y a las alumnas, así como prestar asesoramiento a padres y madres. Cuando algo no funciona, ¿por qué no cambiarlo?
Queremos finalizar transmitiendo positividad, aunque no es fácil, podemos cambiar las cosas entre todos y todas. “Se el cambio que quieres ver en el mundo”, Gandhi.