Palco de élite en el salón de actos de la escuela San Daniel. Respondiendo a las preguntas de los niños estaba Sandra Sánchez, considerada la mejor karateka de la historia en la categoría de kata femenino, e Israel Oliver, oro olímpico de natación paralímpica.
Paralímpico significa doble esfuerzo
«¿Cómo te hiciste ciego?», le preguntan a Israel Oliver, nadador con ceguera ganador de dos oros en los Juegos Olímpicos de Río. El profesorado se relaja cuando el deportista ríe. Y los niños se quedan fascinados escuchando al joven cuándo les explica como cayó por las escaleras y se rompió las retinas. «La discapacidad te cierra muchas puertas al principio», reconoce en el auditorio Oliver, y añade que «tienes que trabajar el doble».
La deportista que no quiso hacer baile
Sandra Sánchez sonríe ante los niños tanto como es capaz de concentrarse encima el tatami. Explica que la apuntaron a baile de pequeña, pero que se encabezó en que si su hermano hacía karate, ella también podía. Y descubrió su pasión. Ha viajado por gran parte del mundo, y bromea con que se dedica a este deporte porque «quería aprender a luchar contra niños malos». Ante los periodistas ha mostrado su disgusto con la decisión del Comité Olímpico con dejar fuera su disciplina de los Juegos Olímpicos, pero se muestra optimista en la posibilidad de revertir la situación.
Los dos deportistas han venido a Ceuta a apadrinar los Premios Anuales del Deporte, que se repartirán en una gala esta noche en el Revellín. Este año están dedicados al deporte inclusivo, aunque la meta es que «no haya etiquetas», insiste Israel Oliver. En este sentido, reconoce que «se están dando pasos de gigante», aunque todavía quedan muchas cosas difíciles de entender: después de ganar los dos oros en Río, Oliver no encontró club que se adaptara a sus necesidades en mucho tiempo.
Galería de Gabriel Barba