Con cierto recelo, no lo niego, yo también era de los que pensaban que la actual ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, no pasaba de ser el resultado o fruto de eso que tan poco me gusta y que obedece a ese ‘apaño’ constitucional llamado cuota.
Yolanda Díaz ha superado con creces todas las expectativas; ha logrado un acuerdo histórico en un momento histórico de nuestro país. Quienes veían con recelo a una ministra impuesta con una gran carga de profundidad, con capacidad de asestar un golpe en toda la línea de flotación del Gobierno del que ella misma forma parte, se han podido tranquilizar: la ministra ha cosechado el mayor éxito de esta legislatura, eso sí, con marchamo Yolanda Díaz-PODEMOS.
La tan necesaria y, para algunos, recurrente “contrarreforma laboral” ha logrado ser aprobada con el sí de sindicatos y patronal, tutelada, hasta la extenuación, por la responsable del ministerio de Trabajo, Yolanda Díaz. La actual y necesaria reforma laboral deja en el pasado la RL negociada de José Luis Rodríguez Zapatero que introdujo, entre otras, la edad de jubilación hasta los 67 años. Después llegó la reforma impuesta por el gobierno del PP de Mariano Rajoy que destrozó un modelo consensuado, garantista y de progreso con el único objetivo de romper las reglas de juego establecidas que favorecían la equidad entre las partes; tratando de hacer desaparecer a las organizaciones sindicales, haciendo prevalecer los convenios de empresa y eliminando la cláusula de ultra actividad, entre otras.
A esta reforma no le faltan quienes intentan quitarle valor, no quieren ver que se trata de un acuerdo histórico, algunos lo hacen con el único argumento de decir que la anterior reforma laboral no fue abolida, que sólo ha sido modificada, queriendo devaluar por completo este gran acuerdo. Desgraciadamente está muy generalizada entre la clase política, en general, quitarle valor a aquello de lo que ellos no formaron parte. Ridículo ¿verdad?
Que se hayan eliminado aquellos aspectos nocivos y retrógrados para los trabajadores ha sido un éxito sin paliativos; que lo suscriban los representantes empresariales tiene doble valor. Se acaba de establecer una visión mejorada de las normas, un equilibrio que deberá facilitar una interrelación en el mundo del trabajo, un mundo que se encuentra en constante transformación, con nuevos escenarios, además, en un momento crucial para el futuro de nuestro país.
Este gran acuerdo recupera el valor del pacto en el marco de la negociación pura, devolviendo a los agentes económicos y sociales el papel que les corresponde. Otro éxito de este ministerio fue, sin duda, la apuesta por la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) hasta los 965 euros y con el objetivo de situarlo en los 1.000, mejorando así la renta de los trabajadores y acercándolos a la media de los países socios que forman la Unión Europea.
Ahora, con la aprobación por el Consejo de Ministros y la posterior publicación en el BOE del Real Decreto-ley 32/2021, de 28 de diciembre, entra en vigor de forma inmediata esta reforma laboral, comienza su andadura hacia la transformación del mercado laboral.
Sería justo, llegado el momento, calificar a la ministra como la mejor ministra/o de Trabajo de nuestra democracia; todo un honor cargado de buenas razones, pues ha elevado la práctica de la política a una categoría superior. Perseverancia y sentido del lugar donde colocarse es la clave de su éxito, gestión en grado superlativo.