Llegaron a España tras superar obstáculos inimaginables, desde cruzar la valla de Melilla hasta arriesgar sus vidas en pateras. Ahora, en un tranquilo rincón de Cáceres, estos migrantes encuentran una nueva oportunidad en la Escuela de la Tierra, un proyecto que combina la agricultura ecológica con la integración social.
**Alberto Cañedo**, impulsor de la iniciativa, explica que el objetivo es doble: cuidar de la tierra y de las personas. ‘En el campo cabe muchísima gente’, afirma, destacando cómo este proyecto ha transformado la vida de más de 60 migrantes, principalmente de Marruecos, Senegal y Argelia.
Durante tres meses, los participantes aprenden técnicas de agroecología, manejo de maquinaria agrícola y elaboración de conservas. Al finalizar, obtienen un certificado de profesionalidad que les abre las puertas al mercado laboral español, permitiéndoles regularizar su situación.
Mohamed, de 23 años, es uno de los beneficiarios. Tras una dura travesía desde Marruecos, encontró en la agricultura su verdadera pasión. ‘Lo que más me gusta es el campo, la agricultura, los animales’, comenta, soñando con un futuro en las zonas rurales de España.
Otro participante, Taufik, dejó Marruecos debido a la sequía que devastó sus tierras familiares. En España, ha encontrado estabilidad y espera poder traer a su familia. ‘Quiero tener papeles y traer mi familia a España’, dice con esperanza.
El proyecto no solo ofrece formación, sino también una comunidad acogedora. Los migrantes destacan la buena convivencia con los vecinos de Carcaboso, quienes les brindan apoyo y amistad.
Sin embargo, el camino hacia la regularización no está exento de desafíos. Los migrantes deben conseguir un precontrato laboral en tres meses tras completar su formación, enfrentándose a trabas burocráticas que dificultan el proceso.
**Lorena**, trabajadora de la cooperativa, denuncia la existencia de ‘mafias’ que explotan a los migrantes en trabajos en negro. ‘Todo sería más fácil con una regularización a gran escala’, sostiene, abogando por cambios legislativos que faciliten la integración de los migrantes.
Para Cañedo, el proyecto es una forma de revitalizar el campo español, donde la falta de mano de obra joven es un problema creciente. ‘Esta gente que viene de fuera sí que quiere y sabe trabajar’, afirma, viendo en ellos una solución para preservar las tradiciones agrícolas.
En última instancia, la Escuela de la Tierra es un ejemplo de cómo la agroecología puede ser un puente entre culturas, ofreciendo a los migrantes una nueva vida mientras se cuida del medio ambiente. ‘No hay fronteras para los animales, pero sí para las personas’, reflexiona Cañedo, recordando la importancia de la solidaridad y la coexistencia.