El sevillano Javier Prado es el autor de este libro con el que, a través de creativas ilustraciones, pone rostro a aquellas criaturas imaginarias que atemorizaban a nuestros antepasados y lo siguen haciendo hoy en día con los más pequeños. También conocida como Aicha Kandicha, es una figura mitológica femenina del folclore del norte de Marruecos conocida entre la sociedad ceutí
La Aisha Kandisha es una figura mitológica femenina del folclore del norte de Marruecos arraigada a la sociedad ceutí. Conocida también como Aicha Kandicha o Bicha Kandicha, ha logrado colarse en un «bestiario» que recopila a todos los ogros y asustaniños de la geografía española. Javier Prado, autor de ‘Monstruos Ibéricos’, ha sido el encargado de ponerle rostro a esta criatura imaginaria, así como a muchas otras que llevan paseándose a lo largo del tiempo por cada rincón de España. El ilustrador sevillano nos cuenta cómo surgió la idea que le llevó a hacer esta recopilación, así como los pasos que le trajeron hasta Ceuta para conocer a nuestra Aisha Kandisha que ya forma parte de su pequeña, pero gran familia de seres terroríficos que se han mantenido de generación en generación a través de mitos y leyendas.
Todo comenzó a raíz del InkTober, una iniciativa conocida entre el mundo del arte donde dibujantes del mundo se unen para realizar ilustraciones con una temática distinta para cada día del mes de octubre. A Prado, que reconoce le apasionaba la mitología y la historia de España, se le ocurrió hacerlo sobre los monstruos con los que antiguamente se asustaban a los niños y niñas. «Era un campo que parecía bastante abarcable pero empecé a investigar y vi que había una variedad enorme», asegura el artista, que con esta excusa aglutinaba ya una treintena de seres terroríficos entre sus hojas. «Luego surgió la oportunidad de editarlo con la editorial Maldragon de Málaga, lo sacamos por un crowdfunding y fue muy bien», explica Javier Prado, que quedó muy satisfecho con la edición del libro. La treintena de seres terroríficos se multiplicaron dando lugar a una gran variedad de personajes e historias folclóricas de nuestro país que conquistaron no solo a quienes apostaron por el proyecto a través del crowdfunding, sino también a niños pequeños y niños adultos que aún sonríen cuando recuerdan aquellas historias que les hicieron temblar. «El libro va dirigido, en general, a un público adulto que tiene curiosidad por el acerbo popular de España, así como sus leyendas y mitos», apunta el ilustrador.
‘Monstruos ibéricos’ viene cargado de historias. Se hablan de asesinatos, de seres muy terroríficos. Sin embargo, a la firma del libro han llegado niños y niñas muy pequeñas encantadísimos con las historias, asegura Prado. «Son monstruos grotescos y sanguinarios y, al final, es un libro que le gusta a casi todo el mundo. Sí que es verdad que algún chiquillo se puede asustar, pero yo creo que, en general, ya sea porque te gusta la historia, la mitología o los monstruos, está dirigido a todos los públicos«, remarca el sevillano. El autor es consciente de que de cada historia existen miles de versiones y es algo que ha podido comprobar en todo este tiempo. «Aunque se piense que los ogros y asustaniños son invenciones de los padres, muchas veces proceden de mitos antiquísimos e, incluso, personajes reales como los ‘sacamantecas’ o ‘el hombre del saco’, que seguramente sean los ogros más populares de España, que probablemente provienen de crímenes reales porque en el siglo XX existía el pensamiento de que la tuberculosis podría curarse con sangre de niños, vísceras y grasa de personas jóvenes, y eso era un motivo para que muchas personas pudientes contrataran asesinos para mataran a niños para preparar ungüentos medicinales«, argumenta el ilustrador, que remarca que estos «sacamanteca» actuaron por toda España y que en cada zona tiene su denominación. En Andalucía, por ejemplo, se les llama los «mantequeros«; en Navarra, los «mantequilleros«; y en Extremadura, los «cortasebos«.
La primera parte del libro era recopilar todas las historias posibles. La segunda, ponerles rostro. «Sí que es verdad que estas criaturas son seres que normalmente no habían sido representados, porque cuando tú a un niño lo asustas con algo, lo que crea un niño en su imaginación es mucho más poderoso que cualquier imagen monstruosa que tú puedas crear«, mantiene el autor de ‘Monstruos Ibéricos’, que aclara que, en la mayoría de las veces, estos asustaniños no tenían una forma concreta, «ya que se hablaba de una figura muy oscura o de un ser muy grande, pero no tenía un aspecto muy determinado». Y ese era el trabajo de Javier Prado, darles esa parte gráfica, presentarlos con una forma novedosa, para que así entraran más por los ojos y fueran más interesantes. Entre todas sus recopilaciones, la mayoría no eran conocidos para el artista ya que provenían de zonas concretas, salvo el «hombre del saco». Entre sus favoritos, el «ojáncano» cántabro. A la Aisha Kandisha llegó a través de una amiga que estaba trabajando en Ceuta, Lourdes, quien se encargó de transmitirle su leyenda para que Javier pudiera ponerle rostro después. «La idea era tener un personaje de cada comunidad autónoma así como de las ciudades autónomas. Algunas zonas eran más fáciles que otras, como por ejemplo en el norte de España, donde había muchísimos personajes», reseña el artista.
En su libro, el sevillano describe a la Aisha Kandisha como un personaje con reminiscencias de «súcubo, genio o demonio seductor» que, además de aterrorizar a los niños, constituía un peligro para los hombres jóvenes, «a quienes seducía para luego acabar con ellos». Algunas versiones la ubican en el siglo XVI y señalan que era hija de un conde del norte de África; de ahí derivaría Kandisha, a partir de la palabra de condesa o condisha. El punto álgido de su vida se concentra durante un episodio cuando un grupo de soldados portugueses «se topó con la joven Aisha en medio de los violentos saqueos que siguieron a la entrada de las tropas en el lugar». Estos hombres habían irrumpido en su casa en busca de un botín «y, no contentos con lo que encontraron, acabaron asesinando a la familia de la muchacha». Este personaje evitó la muerte pero fue igualmente vejada: «los militares la sometieron a múltiples violaciones, antes de perdonarle la vida debido a su gran belleza». La mujer estableció una venganza sobre los soldados portugueses: «engañarlos mediante sus encantos y asesinándolos atravesándoles el corazón con su jambia, una daga árabe de hoja curva». No solo los portugueses sentían escalofríos al escuchar el nombre de Aisha Kandisha, sino que las mujeres de Marruecos comenzaron a usarlo con el fin de que sus hijos regresaran a casa con la caída del sol o con el de asustarles cuando no se portaban bien. A veces descrita como un demonio con patas de camello, cabra o gallina. Para repelerla, se establecían ciertos métodos tales como llevar ciertos tatuajes o joyas a modo de talismán.