La Albufera de Valencia, uno de los humedales más importantes de España, ha sufrido un impacto devastador tras el paso de la DANA. La Guardia Civil continúa buscando a los desaparecidos en sus aguas, mientras que las actividades habituales, como la pesca, permanecen suspendidas. Esta situación afecta especialmente a la comunidad local, ralentizando además los esfuerzos de limpieza y recuperación.
El desastre humano ha eclipsado la catástrofe medioambiental, cuya magnitud apenas comienza a revelarse. La Albufera, con su rica biodiversidad, ha sido una de las grandes víctimas de la riada del 29 de octubre. Los arrozales, especialmente en la zona norte, están cubiertos de residuos industriales y farmacéuticos, complicando aún más la recuperación del ecosistema.
Javier Jiménez Romo, biólogo local, describe la situación como una catástrofe medioambiental sin precedentes. Productos químicos peligrosos han contaminado el agua y el suelo, dejando un sedimento oscuro que indica una contaminación severa. La retirada de estos residuos es una tarea monumental que requiere coordinación entre las administraciones y la comunidad local.
Además de los residuos visibles, miles de pequeñas dosis de medicamentos se han dispersado por el área, integrándose en el terreno. La limpieza de estos residuos es casi imposible sin un esfuerzo considerable en recursos materiales y económicos.
La Albufera, junto con Doñana y el Delta del Ebro, es uno de los tres grandes humedales de España. Sin embargo, la presión humana y la urbanización han debilitado este ecosistema durante décadas. La DANA podría ser el golpe final a esta situación crónica de debilidad.
Los humedales son conocidos por su resiliencia, pero necesitan apoyo para recuperarse. Andreu Escrivà, ambientólogo valenciano, destaca la necesidad de un esfuerzo conjunto para ayudar a la Albufera a rebotar. Sin embargo, advierte que la recuperación no será posible sin un trabajo arduo y coordinado.
En el sur de la Albufera, los pescadores de El Palmar enfrentan un futuro incierto. La búsqueda de desaparecidos ha detenido su actividad, afectando gravemente su economía. Amparo Aleixandre, secretaria de la Comunidad de Pescadores, expresa su preocupación por la falta de ingresos y el aumento de la pesca furtiva.
Por otro lado, los agricultores como José Castelló temen por sus cultivos de arroz. Las motas que protegen sus campos han sido erosionadas, y sin refuerzos, el riesgo de perder sus cosechas es alto. La falta de apoyo financiero para reparar estas estructuras amenaza la viabilidad de la agricultura en la región.
La Albufera necesita un plan de acción integral que incluya la limpieza de residuos, la restauración de hábitats y el apoyo a las comunidades locales. Solo así podrá recuperarse de esta catástrofe y continuar siendo un refugio vital para la biodiversidad y las actividades humanas sostenibles.