Por desgracia, en nuestra sociedad actual, se han perdido desde hace años algunos de los valores que adornaban a muchos de los principales personajes que nos servían como referencia. Grandes profesionales, empresarios, docentes, políticos, etc. No hace tanto tiempo en los puestos más destacados siempre encontrábamos a la flor y nata de la cultura, de las finanzas, de la educación o simplemente personajes populares que eran muy queridos por los ciudadanos. Sin embargo, hoy, y de un tiempo a esta parte todo ha cambiado bastante. No es raro encontrar en puestos muy destacados a personas sin formación o con una preparación muy escasa, que ni siquiera forman parte de la categoría de seres populares en su ámbito. Es muy frecuente encontrarse con mediocres en la mayoría de puestos que antes ocupaban los mejores.Y así transcurren los últimos años en los que determinados personajes han brotado como setas en la sociedad ceutí, sin más pedigrí que un apellido o unos contactos muy adecuados.
Pululan por nuestras calles en compañía de otras personas a las que sí consideramos dignas de los puestos que ocupan, pero que, al relacionarse con estos seres realmente tóxicos, maestros de la ambigüedad y de la hipocresía, se hacen responsables de compartir esas mismas cualidades.
Hace poco, por ejemplo, veíamos como Vox criticaba que se diera una distinción a un deportista ceutí porque había jugado con la selección de Marruecos, haciendo uso de una presunta doble nacionalidad. Llama sin embargo poderosamente la atención, que ante un caso flagrante de doble nacionalidad, denunciado con documentos probatorios, de un personaje relevante del empresariado ceutí, que además atesora otros muchos adornos muy oscuros, nadie, haya dicho nada Ni siquiera el partido de la denuncia anteriormente señalada. Y no sólo se pasea rodeado de un amplio séquito por las principales instituciones de la ciudad, sino que además se ha convertido en el prohombre receptor de todo el cariño institucional en forma de subvenciones, que gestiona a su antojo y con el que todos parecen querer hacerse la foto.
En política la ambigüedad y el ponerse de perfil es bastante habitual, pero no creo que sea una característica muy recomendable para nadie que aspire a dirigir los destinos de nuestra ciudad. Decir en privado una cosa y luego representar en público todo lo contrario no considero que sea una facultad que enriquezca mucho a quienes la practican.
Si, ya sabemos que fulano es un elemento de cuidado, pero como hay elecciones muy pronto y el ocupa un puesto relevante y maneja cierto nivel de influencia, voy a hacerme el loco y a compadrear con él. Pura hipocresía y muy mal ejemplo para las futuras generaciones.