Cuando se ha sufrido persecución, hasta el extremo de la ruina, que venga ahora un crítico, que aparezca en escena, diciendo que se esconde tras el anónimo como algo anecdótico, es de una cara dura, tan bien armada, como la de todos aquellos a los que pretende censurar, desde su castillo de príncipe valiente.
LA INDECENCIA
En esta tierra abonada con estiércol barato por los más sapiens de la reducida selva, lo único que ha faltado, falta, y faltará, es vergüenza popular, no torera.
La deshonestidad, en un pueblo sin conciencia, o en algún momento fue verde y se la comió el burro, sí que es la anécdota de un pastel que se reparten sin escrúpulos, desde toda la vida, desde siempre, los unos, los otros, y los que te rondaré, morena.
Los ocupantes de tránsito, en esta comunidad de bolsillo descocido, aspiran mantener posición de expolio permanente, chupeteo rico de las ubres de las cuatro vacas. El carácter de transitoriedad, principio y fin, de una reserva africana al borde de la extinción.
Perejil, tan bonita, recibió en cierta ocasión, una petición cortés, de unos okupas, para asentarse en la isla, dado que se habían enterado de que los piratas se habían marchado. Pero, no en la dirección que lo hizo el neardental, cuando cruzó el pequeño mar, a bordo de las amables ballenas, emulando a Jonás, y la atenta mirada de la mujer, que murió de tristeza, contemplando desde su atalaya, el destino de Ceuta.
Al alcalde, tan renombrado y recurrido, poco a poco, de forma disimulada, se lo van llevando cada vezmás lejos del ayuntamiento.
LA HONESTIDAD
Lo escribí en su día y lo repito. No hay necesidad de ubicaciones estéticas. Hay falta imperiosa de que la honradez impregne el tejido social, de una puñetera vez, siendo un pensamiento expresado desde la utopía, no desde la realidad, sin los pies en la tierra.
La primera vez que colocaron al alcalde, tan renombrado y recurrido, fue frente a la puerta del feo edificio que, casaron en el propio ayuntamiento, en régimen de separación de bienes, con el viejo inmueble pero, mayestático, de la Casa de un pueblo desaparecido, sin combate.
Los vividores de la política, cada vez que tenían que salir se encontraban, literalmente, con la mirada de un ejemplo a imitar, no a rememorar, sin ton ni son. Son la antítesis de lo que representa per se, ese alcalde que eligió vivir pobre, y morir libre.
No transcurrió ni una semana, cuando ya estaban en faenas de reubicación. Se ve que no pudieron soportar la mirada de un hombre santo en sus comportamientos como médico, y político de honor, leal a sus principios e ideas, en el ejercicio del cargo. Será la mala conciencia. Sus apariciones misteriosas, milagrosas, siempre fueron para indicar al paciente el mejor tratamiento a seguir, o cuál operación quirúrgica realizar para curar. A mí, por desgracia, nunca se me ha presentado en su plano espiritual. De ser con tales intenciones, bendito sea y bienvenido. De eso, a que se te cruce en tu camino un vicario, con compañía, la preferencia, la devoción, es clara.
El caso es que situaron al fusilado en dirección visual hacia el cementerio de Santa Catalina. Como queriendo decir que contemplara su tumba, cual reflejo en un espejo, sin molestar a los aprovechados, sin tiempo sobrado para perder en tonterías de la buena gestión de los fondos que son públicos, pero se manejan como privados. Qué ya las auditorías…
CEUTA SE SALVA POR EL MAR, NO POR LA CAMPANA
Uno de los pueblos de España, más poquita cosa, en una visión global, en su contexto urbano, que se salva por el mar, se gasta en una mal llamada Gran Vía, también a escala reducida, un dinero ingente y años, que para nada alimentan unas estructuras de barriadas, que evidencian carencias de todo tipo, y recursos que no se ajustan, en el recorrido. De no ser por los fondos europeos, no habría existido moneda romana para abordar determinados cambios de estética y parque piscina, siempre en el centro del ombligo. La recaudación municipal se va en pagar una nómina monstruosa de personal, con los enchufes clientelares de la antigua Casa Molina, y unos sueldos disparatados. El ayuntamiento tutela, además, hasta la historia más esperpéntica. La nómina para abonar personal y gaitas varias, consume el bote. Con otra organización, con otra forma de entender que un ayuntamiento no es el cortijo particular, del que en cada ocasión sienta el trasero en la poltrona, a la que, previamente untan con pegamento, las calles, todas las calles, podrían lucir de mármol. El amo de la posada, debería de mandar, así sea a título póstumo, felicitación a los familiares de don Gregrorio Imedio, pues la eficacia del popular producto, resulta extraordinaria.
En la esquina del viejo ayuntamiento, ya más lejos, más retirado, aparece ahora ese personaje único e irrepetible, al que se homenajea hasta la saciedad, cuando para nada tiene que ver con el pedigrí de quienes han ido, van, y seguirán, estrangulando el devenir de una ciudad a la que le sobró dinero para poder preparar alternativas a los diferentes monocultivos económicos, de cada época.
Destacaré: los paraguayos, la economía de guerra de los miles de soldados (12.000), el contrabando salvaje.
Haber frenado la sangría del éxodo. Se olvida o no, que Marruecos tiene presentada en los foros internacionales, una reclamación. Plus de residencia, pérdida galopante de la esencia y presencia de las señas de identidad, no son los mejores avales para defender que la ciudad no es una colonia. Gibraltar, sí. Ceuta, no.
Queda, aquello de que Gibraltar era española desde antes de que sus monos traviesos, no sé si eran de San Amaro, evolucionaran. Ante la duda, no pregunté a ningún macaco sobre la leyenda del túnel subterráneo del Estrecho. Queda, la historia de que Marruecos no era un reino. Queda, el romanticismo de Bécquer.