Tuve noticias sobre un proyecto de bioeconomía forestal llevado a cabo en la ciudad de Cuenca. Este proyecto llamado UFIL cuenta con hasta 14 colaboraciones, entre los que se encuentran el propio Ayuntamiento de Cuenca, la Unión Europea, Comunidad Autónoma de Castilla la Mancha, CEOE-CEPYME, etc. El proyecto abarca 17 ámbitos de actuación o campos que, aunque diversos, comparten la misma finalidad y donde la luz de la innovación brilla en todos ellos. Proyectos empresariales eco-sostenibles cargados de optimismo “un laboratorio urbano de emprendimiento basado en lo rural” según define UFIL.
No son muchas las ocasiones en las que tenemos noticias tan reveladoras. Esta vez se trata de un proyecto en una ciudad de 55.000 habitantes, donde se pone de manifiesto la enorme preocupación y la gran trascendencia que tendrá esta alentadora iniciativa empresarial repleta de buenos objetivos; claro está que este tipo de proyecto cuenta con un factor muy favorable como es la enorme superficie de la que dispone esta ciudad, 911 km cuadrados para su desarrollo.
Ante esta información, cabe pensar ¿qué se podría hacer en nuestra ciudad, en Ceuta, en los 19 km cuadrados de superficie de los que disponemos? ¡Nada! dirán los que nunca hacen nada, los que ni siquiera piensan.
Pues… el futuro apremia, cada día más se nos exige que actuemos rápido por nuestro propio interés. De no hacerlo llegará un momento en el que sería demasiado tarde para rectificar, es más, si no actuamos pronto estaríamos condenando a las próximas generaciones a un futuro incierto y lleno de sacrificios. La misma suerte que las personas estaría corriendo una enorme diversidad de vida, tanto en la tierra como en el mar, en los ríos, en los lagos o el aire que respiramos; todos estamos padeciendo las consecuencias de nuestros excesos, de nuestra negligencia, de nuestra voracidad sin límites. El tiempo es oro, ahora todo depende de lo que hagamos en los próximos 25 años como mucho.
Desgraciadamente no hay ni muchas formas de salir de la situación en la que nos encontramos, ni muchas oportunidades más, aunque todavía estamos a tiempo. Por otro lado, afortunadamente cada día se suman más personas convencidas de que somos capaces de regenerar y reparar, en gran medida, el deterioro medioambiental causado hasta nuestros días y que está resultando devastador. Neutralizar, atenuar significativamente la demanda de los escasos recursos de los que disponemos junto a la puesta en práctica de nuevas políticas ecoeficientes nos hace albergar esperanzas razonables de un futuro mejor.
Es difícil imaginarse cualquier forma de progreso que no contemple factores como el que en su desarrollo cuenta la economía verde, la economía circular, etc., la sostenibilidad es el futuro y siempre tendrá un impacto positivo. La bioeconomía pues se muestra como el antídoto a los desmanes causados, hasta el momento, por la negligencia humana, la tabla de salvación que necesitamos está en nuestras manos.
¿Sería posible desarrollar proyectos medioambientales de carácter agrícola y ganadero en nuestra ciudad? No es que nos permitiera pensar en la exportación, dada la escasa superficie de la que dispondríamos, pero… sí estaría dentro de un esquema razonable, además, hacer algo es mejor que no hacer nada. Nuestro futuro depende exclusivamente de nosotros.